8/5/2013 |
Existen pocos músicos cuya obra haya sido tan politizada, revisada, y utilizada como la de Richard Wagner. Las razones son de sobra conocidas; Wagner fue un artista revolucionario en lo musical pero también una mente inquieta y rebelde en lo político. En vida, su negativa a plegarse al poder establecido le supuso durante mucho tiempo el exilio y el ostracismo.
Y tras su muerte, el partido nazi se apropió de su legado; hasta el punto de que, todavía hoy, se procede con extrema precaución a la hora de programar sus óperas para que no coincidan con ninguna efeméride controvertida, aunque ha sido una puesta en escena de Tanhausser en Dusseldorff que traslada el libreto a la Alemania del Tercer Reich, la que ha hecho saltar la polémica.
La gran música, sin embargo es superior a su interpretación. La ópera wagneriana es un prodigio de armonía y orquestación. Y lo que la hace especial es su capacidad para el drama. Los temas de sus libretos, acordes con una visión romántica del mundo, comprenden a la perfección la mente humana.
Son historias eternas de amor y muerte, de pasión, traición y redención. Wagner tomó elementos de la mitología nórdica, germánica y cristiana y los potenció utilizando el concepto de voluntad desarrollado por Schopenhauer. Su gran logro de cara al público consistió en fusionar la música con otros elementos considerados menores, como el vestuario o la escenografía.
Su idea del arte total le llevó a obsesionarse con la puesta en escena y a gastar grandes sumas de dinero en sus producciones. Esta es una de las razones por las que siempre tuvo detrás a los acreedores y recorrió toda europa buscando mecenas.
En el bicentenario de su nacimiento, recordamos su accidentada trayectoria vital, sus obras más aclamadas y el convulso siglo XIX en el que se desarrolló su carrera. El músico dejó escritos numerosos ensayos en los que trataba de explicar sus ideas.
A la luz de esta documentación, también analizamos todas las interpretaciones del universo Wagner. Su legado, tanto en lo musical como en lo dramático, es fundamental para comprender el desarrollo de las artes en la sociedad moderna.
La aventura de la historia