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Viktoria Mullova: «El tiempo que pasé en el Conservatorio de Moscú fue miserable»

15/10/2012 |

 

La violinista rusa, afincada en Londres, presenta el día 18 en el Auditorio Nacional, junto al Matthew Barley Ensemble, su último disco «The Peasant Girl»

El día 18 de octubre arranca el ciclo Series 20/21 del Centro Nacional de Difusión Nacional (CNDM), que dirige Antonio Moral. Lo hace con la violinista rusa, afincada en Londres, Viktoria Mullova, que viaja a Madrid acompañada por el Matthew Barley Ensemble, encabezado por su marido, con el que presenta su último trabajo discográfico «The Peasant Girl» (La chica campesina).

La grabación, realizada en los estudios Abbey Road, está compuesta por piezas zíngaras, jazzísticas y clásicas, de Florian Hermann, Bratsch, Bi Lovengo, DuOud, Youssou N’Dour, Kodály y Bartók, con arreglos de Barley, que incluso compone una de las obras, «Yura». «Estas obras ayudan a mostrar cómo la música clásica se relaciona con otro tipo de músicas de todo el mundo», afirma Viktoria Mullova desde su casa en Londres.

Del pop a la música gitana

Esta es la segunda colaboración de la violinista con el Matthew Barley Ensemble, por lo que el trabajo ha resultado fácil. «El primer proyecto, Through the Looking Glass, fue muy diferente porque se trataba de arreglos de canciones de música pop, y este de ahora tiene un hilo conductor más relacionado con la música gitana y folclórica».

Un trabajo del que se siente muy satisfecha. «Ha sido un proyecto muy creativo, con mucha libertad, trabajando con diferentes clases de música, algo que habitualmente no encuentro en un escenario. Incluso la pieza de Kodály no se escucha mucho en concierto. Además, el Ensemble tiene músicos fantásticos, como el percusionista y Mathew, cellista. Y el ambiente de trabajo ha sido fantástico», subraya la violinista clásica, que aborda todo tipo de repertorio y que ha sido especialmente reconocida por sus interpretaciones barrocas.

Su visita a nuestro país coincide con la reciente publicación en el Reino Unido de su biografía, «From Russia to Love», en el que aborda algunos capítulos dramáticos y polémicos de su pasado. «Es más un libro de entrevistas -matiza- en el que he querido


«Kóday y Bartók trabajaron recogiendo lo que mis antepasados cantaban en los campos»
contar por qué deserté de Rusia y para hablar de mi pasado. Siempre me preguntan si tengo más músicos en mi familia, y no hay nadie. Al hacer este disco me di cuenta que todos mis ancestros eran campesinos sin educación. Fui la primera en estudiar música. Mis antepasados son el tipo de gente que Bartók estudió y que le ayudaron a escribir 2.000 canciones, que después incorporó a su música. Bartok y Kódaly trabajaron durante años recogiendo lo que mis antepasados cantaban en los campos». Por esto mismo, el repertorio de este disco, confiesa la violinista, «está muy cercan de mi corazón».
Deserción de Rusia

En cuanto a la biografía, admite que le ha servido «para contar la historia de quién soy y de dónde procedo. Pero la idea original era contar por qué deserté aunque luego se amplió», aclara.

Nacida en un pequeño pueblo cerca de Moscú, en 1959, a los cuatro años comenzó a estudiar violín. Con 20 años ganó el prestigioso concurso Sibelius, y dos años después obtuvo la medalla de oro del concurso Chaikovski. Fue entonces cuando decidió desertar, y lo hizo durante una gira que la llevó a Finlandia. Desde allí viajó de manera clandestina a Estocolmo, donde llegaría el 4 de julio de 1983. Tuvo que esperar dos días, escondida en un hotel, a que abriera la embajada de Estados Unidos. A partir de entonces, Mullova se convirtió en una de las grandes figuras del violín en Occidente.
 

Cuando se le pregunta por sus años en el Conservatorio de Moscú, donde pasó su infancia, sus palabras destilan amargura: «Fue una época muy dura, estaba muy asustada. Era un estado policial donde resultaba muy peligroso hablar libremente. Esa es la razón por la que quería desertar». Una decisión que tuvo que llevar adelante en el más absoluto secreto, «no podía contárselo a nadie». Ni siquiera a su familia.

 Su aprendizaje en el conservatorio consistía «en prepararme para participar en concursos de violín. Era muy duro y daba miedo porque mi futuro dependía si ganaba el primer premio o no. Si no lo hacía, terminaría en algún pueblito de Rusia dándole clases de violin a niños». Y resume su paso por la institución musical como «básicamente muy miserable».

susana gaviña
Abc

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