26/9/2012 |
Pregunta. En abril, en la presentación de un concierto reivindicativo de la orquesta y el coro del Liceo, dijo que si no conociera el teatro, se preguntaría dónde se he metido. ¿Dónde se ha metido, señor Josep Pons?
Respuesta. Cuando firmé con el Liceo tenía sobre la mesa otras cuatro ofertas para dirigir orquestas, en Francia, Bélgica, Suiza y Alemania. Me lo pensé mucho, porque la oferta más complicada era la del Liceo, por la complejidad del teatro, porque soy catalán y porque me conozco que Cataluña no es un país especialmente agradecido con los suyos. Hace 20 años que me marché y era el momento de volver a casa. Pero desde que tomé la decisión hasta ahora las cosas han empeorado, y no solo en el Liceo.
P. Pese al empeoramiento, su proyecto es ambicioso.
R. Sé qué es lo que quiero que sean la orquesta y el coro. Mi proyecto contempla que los cuerpos artísticos estables estén en sintonía con los de los otros teatros, como ocurre con los repartos de voces de las óperas y las puestas en escena que presenta el Liceo. Y en calidad, actualmente, no es así. No es un menosprecio para nadie. Debemos ser conscientes de ello y, sin traumas, empezar a trabajar.
P. ¿Ensayar y ensayar?
R. No todo pasa por trabajar, que es un aspecto muy importante, ni por cubrir las plazas vacantes, aproximadamente un tercio de la plantilla ideal, un centenar de músicos. También deben existir las condiciones estructurales que permitan este crecimiento, como es la creación de un departamento musical propio que estrenamos y la elaboración de un reglamento laboral que contemple la singularidad de orquesta y coro y su flexibilidad. No pretendo que trabajen más, pero sí que su agenda laboral se adapte a las necesidades artísticas para que quepa toda esa actividad necesaria que nos permita crecer, y eso significa no solo hacer foso en el teatro, sino también conciertos y música de cámara.
P. Ha comentado que para fichar puso como condición que su proyecto fuera aceptado, ¿por quién?
R. Por el director general del teatro, que es quien me ofreció el cargo, y por la comisión ejecutiva. Quise que en mi contrato se incluyera que me comprometía a mejorar las masas estables a cambio de recibir las herramientas para conseguirlo.
P. ¿Y si no lo consigue?
R. Debo irme. Así de claro. Con los despidos se ha abierto el debate de que hay menos gente que nunca en el coro y la orquesta. Yo quiero una orquesta grande y un coro grande, pero desde el departamento de recursos humanos debo justificarlo con la actividad.
P. ¿Fue informado cuando, el 31 de julio pasado, despidieron a 16 trabajadores del teatro, 11 de ellos músicos de la orquesta y 2 de coro?
R. Sí, claro, me informaron, pero entonces yo no era todavía el director musical. Es cierto que hay una niebla oscura y espesa sobre nosotros, pero ahora sí estoy y puedo asegurarle que no habrá un solo despido más en el departamento musical por motivos económicos
P. Hay cosas que no están en sus manos, como que la situación económica pueda empeorar más y decida despedir a más trabajadores
R. Pues dimitiré. Si lo hacen, me iré. Desde el inicio de 2012 se ha despedido a unos 60 trabajadores, pero los últimos han hecho más ruido. Pedí saber cómo se explicarían, porque despedir a 11 músicos y 2 coristas un mes antes de mi incorporación al cargo me coloca en una situación comprometida. Ahora que estoy no dejaré que toquen a nadie, ni a uno. Me pondré delante como un león.
P. Y todo por poder dormir en casa.
R. Es una trampa esto de que por fin pueda dormir cinco meses al año en casa. Es como el pastel que sabes que te perjudicará por el azúcar, pero no puedes resistirte. Amo a mi país, a Cataluña.
P. Cuando le ficharon, se dijo que lo habían elegido porque es catalán. Ha sido presentado por el director general como la recuperación de un gran catalán para Cataluña justo cuando hay un encendido debate sobre el independentismo.
R. Quiero pensar que me han contratado porque soy la persona adecuada, por mis cualidades, no porque soy catalán. No puedo controlar lo que dicen de mí. Debo ser muy honesto con mi trabajo, pero vivo en un escaparate y todo el mundo opina. Procuro que no me afecte.
Lourdes Morgades
El País