ClàssicsWeb, el teu espai

Almanac

Cerca de notícies

Paraules:
Tema:
Inici: Escollir data inici
Fí: Escollir data fi
Ajuda
Verso

NOTÍCIA

El público del Liceu se vuelca en 'El holandés errante'

2/9/2012 |

 

 

El público del Liceu se vuelca en 'El holandés errante' de Bayreuth en presencia de las bisnietas del compositor | El Gran Teatre agasaja a la orquesta y el coro con 10 minutos de intensos aplausos | Samuel Youn se llevó los laureles como 'El holandés' (un barítono sin esvástica tatuada)

 
El público del Liceu se vuelca en 'El holandés errante'

Versión concierto. Nadie echó de menos la puesta en escena que hubo en Bayreuth Roser Vilallonga

Si Wagner levantara la cabeza se daría de bruces con una cruda realidad. Resulta que todo su esfuerzo por revolucionar la experiencia operística, por lograr algo tan esencial como que en la sala se apagaran las luces al comenzar la función y el público dejase de hacer el paripé social con sus binóculos y abanicos para concentrarse verdaderamente en sus letras y su música, ha sido neutralizado en un abrir y cerrar de ojos por el Ministerio de Hacienda español, que ha decidido gravar su arte, el de Wagner, con el IVA de tipo general del 21% esgrimiendo que no se trata de cultura sino ¡de entretenimiento!

Entretenida estuvo anoche, desde luego, la audiencia del Gran Teatre del Liceu ante ese ansiado desembarco de los festivales Bayreuth en Barcelona. Era primero de septiembre, fatídico fin de semana de pereza postagosteña, aunque la cita era casi ineludible para los buenos melómanos: la orquesta, los coros y el elenco de solistas llegados directamente desde Bayreuth interpretaban en versión concierto la ópera El holandés errante, el primero de lo tres títulos de Richard Wagner -junto a Lohengrin y Tristán e Isolda- que hasta el día 6 de septiembre se degustarán en el teatro de la Rambla y que han estado en cartel este verano en la meca wagneriana. La aclamación, al final del concierto, fue unánime.

No faltó nadie, a excepción de la clase política. Desde Madrid no se acercó ni el secretario general de Cultura, José María Lassalle, y eso a pesar de lo que lamentan desde la capital que la participación de dinero público español en el Liceu no se traduzca en una mayor visibilidad. La primera fila de la política catalana tampoco pudo asistir, aunque no se lo perdieron ni el conseller Ferran Mascarell ni el concejal Jaume Ciurana, dos figuras a las que hay que reconocer el esfuerzo de omnipresencia en eventos culturales.

Por la parte germana, en cambio, no faltaron -bien o mal avenidas- las hermanastras Katharina y Eva Wagner, bisnietas del compositor y codirectoras del Festival Bayreuth; y sí viajó el embajador alemán en España, Reinhard Silberberg, que coincidió con el cónsul Bernhard Brassack. A todos ellos, junto a los políticos citados, la presidenta de Siemens en España, Rosa García, y el director comercial de Banesto en Catalunya, Ramon Bort -entidades patrocinadoras-. les ofreció el Cercle del Liceu una recepción que era una ocasión que ni pintada para departir en tan encantadoras circunstancias con los que hoy cortan el bacalao y acaso asocian Catalunya con despilfarro.

Las codirectoras de Bayreuth, a las que la prensa alemana dispensa casi el trato de familia real, aireando cada una de sus desavenencias -la saga Wagner viene a cubrir ese vacío en el país germano-, siguieron Der fliegende Holländer desde el palco número 15 del anfiteatro del Liceu. No había pasado ni medio siglo desde los Festivales Wagner que en 1955 acogió Barcelona: entonces se interpretaron Tristán e Isolda, Parsifal y La valquiria, tres funciones de cada con puesta en escena incluida.

¿Sonó acaso más severa la partitura del Holandés en versión concierto? No especialmente. El bajo Franz Josef-Selig convenció al público desde el primer momento en el papel de Daland, el marino noruego, y sedujo Ricarda Merbeth como Senta, su hija. Michael König, Christa Mayer y Benjamin Bruns completaban un reparto -dirigido por Sebastian Weigle- que traía morbo añadido: la elección del coreano Samuel Youn como El holandés en sustitución del barítono ruso Evgeny Nikitin, que saltó del cartel de Bayreuth este año a causa de la esvástica que lleva tatuada en el pecho. Anoche, el coreano fue el que se llevó los laureles, pero las más sonadas ovaciones estuvieron dirigidas al coro y la orquesta de Bayreuth. Diez minutos de intensos aplausos: el Liceu lo tiene claro.

Maricel Chavarría
La Vanguardia

Catclàssics, música clàssica de Catalunya a internet