La formación, fruto del «Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela», fundado hace 37 años, acaba de cerrar su gira europea con sendos conciertos en Barcelona y Madrid, donde ofrecierón la Tercera sinfonía «Heroica» de Beethoven, que acaba grabar con DG, disco que incorpora también dos oberturas del compositor alemán: «Egmont», inspirada por la obra de Goethe, y la del ballet «Las criaturas de Prometeo».
«Forma parte del ciclo Beethoven que comenzamos con la Quinta, y que fue la primera grabación de la Orquesta Simón Bolivar», explicó Gustavo Dudamel a ABC durante una recepción ofrecida por el embajador de Venezuela en Madrid, Bernardo Álvarez Herrera, al director de orquesta, al maestro Abreu, y en la que participaron también algunos de los músicos de la agrupación.
«Siempre es un reto enorme Beethoven —continúa—, porque es uno de los compositores más interpretado y del que se han ofrecido interpretaciones históricas y legendarias, sobre todo para nosotros que somos una joven orquesta. Aunque ya no llevemos ese término en el nombre, seguimos teniendo ese espirítu que está implícito en la música de Beethoven. Toda su música tiene una gran carga humanística, pero sobre todo la “Heróica” que es un homenaje al hombre».
Para el director venezolano, el compositor alemán tiene un significado muy especial «pues la Quinta Sinfonía fue la primera grabación que me regalaron —recuerda—. Beethoven para cualquier músico es más que una referencia, es parte vital de la carrera de un músico. Fue un artista y un compositor que revolucionó la historia de la música».
—¿Cuál es su próxima parada en la grabación de la integral?
«La Simón Bolivar ha crecido buscando una identidad propia con Beethoven»
—¿Qué aporta la Simón Bolivar a la música de Beethoven?
—La gente siempre habla de que en ella hay una energía muy especial, en la forna de tocar, en la cohesión espiritual. Ahí hay realmente una coherencia espiritual única, y es donde reside esa energía especial.
Gustavo Dudamel además de director titular de la agrupación venezolana, lo es de la Filarmónica de Los Ángeles y de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo,con la que concluye su compromiso como titular este año pero seguirá vinculado a ella como Director Honorífico. Con la formación sueca visitó este mismo ciclo hace tres meses ofreciendo un concierto en el que no se le movió un solo rizo —a diferencia de lo que suele suceder cuando se sube al podio de la Simón Bolivar—.
—¿Cómo se lleva eso de dirigir a tres formaciones con un temperamento tan diferente?
—Ahorita casi no me muevo (se ríe). Son tres familias con tres culturas muy distintas pero al final el lenguaje universal de la música las une. Ahora acabamos de hacer un ciclo Mahler con la Filarmónica de Los Ángeles (grabación que ha ganado un Grammy), en Los Ángeles y Caracas, y las dos tocaron juntas y eran una sola orquesta. Con Gotemburgo sucedió lo mismo hace dos años, junto a la Bolívar hicimos «La consagración de la primavera» de Stravinski, y era una sola. Son orquestas hermanas por la misma razón, hacer música.