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Tomás Marco,«Stravinsky más que un inventor fue un gran recopilador del siglo XX»

14/1/2003 |

 

El compositor madrileño Tomás Marco presenta hoy en Madrid su libro «Pensamiento musical y siglo XX», un recorrido por las distintas corrientes y estéticas musicales que alimentaron el siglo pasado, y de las que Marco ha sido -en muchos casos- testigo y protagonista
MADRID. «Ni la música ni el pensamiento musical son hechos aislados del resto del mundo. Su historia corre paralela a las otras artes...». De esta manera, el compositor madrileño Tomás Marco, reciente premio Nacional de Música, señala las líneas generales del contenido de su último libro, «Pensamiento musical y siglo XX», editado por la Sociedad general de Autores y Editores (SGAE). El germen de este volumen, de más de quinientas páginas, fue «un curso sobre pensamiento y estética de la música del siglo XX que di en el Aula de la Fundación Juan March hace dos años. Después, un día hablando con Eduardo Bautista, éste me animó a publicar un libro», explica el autor.

-Mientras es fecunda la bibliografía sobre pensamiento y estética en otros campos, la música aparece un poco huerfana.

-Hay numerosos estudios sobre estética musical, lo que sucede es que no existen demasiados sobre el siglo XX -Adorno escribió varios textos- y tampoco hay uno global, entre otras cosas porque acaba de terminar.

-Precisamente usted en este libro puntualiza algunas de las afirmaciones de Adorno.

-Gran parte de la musicología de finales del XX ha estado influida por las ideas de Adorno de los años 40, que evidentemente han sido superadas después por la propia realidad. Respeto mucho a Adorno pero creo que se equivocó radicalmente al plantear la música del siglo XX como una batalla de vale o no vale, entre Schoenberg y Stravinsky, ya que valen los dos.

-El libro se compone de diez capítulos que van desde el Nacionalismo hasta el minimalismo...

-Está organizado por temas estético-técnicos, lo que quiere decir que no lleva un desarrollo lineal histórico, aunque evidentemente empieza por las primeras estéticas y llega a las últimas. También hay capítulos que abarcan un periodo histórico muy determinado, incluso varios de ellos se refieren a un mismo periodo (París y el mundo alemán). Otros son, por otra parte, como un corte en vertical de todo el siglo y se ocupan de un problema en sí, como el dedicado a algunas etapas conservadoras... Hay, en definitiva, una doble sistemática que se ocupa sobre todo del tratamiento de unas ideas lo que presupone un cierto conocimiento de la historia. Aunque el libro va dirigido a los especialistas también puede acceder a él cualquier persona que tenga un poquito de cultura, sin la necesidad de saber música.

-¿Cuál de todos los movimientos que surgieron en el pasado siglo fue en su opinión el que provocó un mayor cambio o una mayor ruptura?

-Hay dos grandes aportaciones del siglo XX: en la primera parte, el paso de la música tonal a la no tonal, que es el mismo paso que tiene lugar en la pintura entre lo figurativo y lo abstracto; y, posteriormente, el descubrimiento de que se podía ir más allá de la escala que tradicionalmente se había utilizado en Occidente y de que, al final, cualquier sonido puede valer como base para hacer música.

-En el libro, usted señala a Stravinsky como el compositor más importante del siglo XX.

-Es el más completo en muchos aspectos. En él se va siguiendo casi toda la historia del siglo pasado, porque tiene grandes vaivenes estéticos y utiliza técnicas muy diferentes, aunque al final tiene una personalidad tal que todas sus obras son muy coherentes entre sí y se reconocen como suyas. En cierta medida, más que una especie de inventor del siglo XX -que sería Schoenberg-, Stravinsky es un gran recopilador, algo parecido a lo que sucedió con Bach.

-¿Qué papel juega la música española en este volumen?

-Está tratada dentro del contexto de las demás músicas, sin distinguir capítulos a parte. Hay momentos en los que la música española tiene algo que decir paralelamente a otras músicas, como cuando aparecen los nacionalismos de segunda generación -Falla, Bartok, Stravinsky...- y, luego, también es destacable la Generación del 27, o las vanguardias históricas de después de la Segunda Guerra Mundial.

-El siglo acaba con lo que se ha venido en llamar «Música sobre música», en la que se echa mano de la intertextualidad, la interculturalidad, la fusión... ¿Significa acaso una crisis en la creatividad?

-Esto tiene que mucho que ver con el mundo de ideas en el que se desarrolla la música en relación con las demás artes. Una de las cosas que pretende el libro es demostrar que el paralelo es siempre el mismo: que lo que ocurre en música, sucede, en su medida y en su técnica, en las demás artes. Que existe un cubismo de Picasso y Braque que se corresponde con el cubismo de Stravinsky; que existe el paso a lo abstracto de Schoenberg en música, al mismo tiempo que el de Kandinsky en pintura... Al final del siglo XX se han vivido una gran cantidad de corrientes que hemos llamado posmodernas -porque no sabemos como definirlas- que obedece a eso que se llama el «pensamiento débil» y la globalización y, evidentemente, la literatura, la pintura viven esta intertextualidad, y la música también.

Susana Gaviña
Abc

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