NOTÍCIA

Una emocionante y prolongada ovación, con todo el público puesto en pie, recibió a la Sinfónica y al Coro del Liceo al subir al escenario del Gran Teatre para dar inicio al concierto «El alma del LiceO»: los colectivos artísticos de la casa son la cara más visible del total de trabajadores del coliseo lírico barcelonés que tan mal lo están pasando desde hace meses, con un presente lamentable en el que no se sabe cómo se encuentran las negociaciones que definirán el nuevo convenio laboral ni tampoco el modelo del Liceo del siglo XXI, con la tremenda incertidumbre que eso conlleva.

Dio la Bienvenida a este concierto -cuyas entradas se agotaron en algo más de dos horas cuando salieron a la venta hace tres semanas, y por lo que se decidió colocar una pantalla en la fachada- la propia «alma» del Liceo, una voz que se transformo en la voz del teatro que se autodefinió como un «Liceo carismático» orgulloso de esos 165 años que lleva «con dignidad», según dijo, haciendo un repaso por la historia del coliseo en primera persona, con anécdotas de una trayectoria impecable, hasta llegar al historial artístico y a las frustraciones...

Programa equilibrado

El resultado musical de esta inusual convocatoria fue encomiable, ya que todos y cada uno de los participantes pusieron lo mejor para moldear una propuesta equilibrada en la que empuñaron la batuta los tres directores titulares que ha tenido este teatro desde su reconstrucción en 1999, Bertand de Billy, Sebastian Weigle y Michael Boder, a quienes se les unió Josep Pons, quien asumirá la titularidad el próximo curso.

Una obertura de «La forza del destino», plena de vida y nervio con Bertrand de Billy a la cabeza, abrió el fuego seguida de una Ainhoa Arteta ya coronada como una de las reinas del teatro, quien cantó una de las arias de «Manon Lescaut» plena de sentimiento. Le toco después el turno a Roberto Alagna, que ofreció un aria de «La reina de Saba», de Goldmark, plagada de subidas al agudo en falsete en un alarde de técnica y fraseo.

La poco prodigada por el Liceo Karine Deshayes compareció con una incisiva «Una voce poco fa» antes del cambio de podio, cuando se recibió -quizás con una de las mayores ovaciones de la tarde- a Sebastian Weigle, maestro que apostó por dos selecciones de «Die Meistersinger von Nürnberg», de Wagner, el Preludio y el impresionante «Wach auf» a cargo de un coro liceísta impecable y completamente entregado antes de despedir la primera parte con una «Habanera», de «Carmen» junto a Ildiko Komlosi.

Villazón, en catalán

La primera sorpresa fuera de programa llegó antes de la pausa, cuando subió al escenario el pianista chino Lang Lang causando furor por sus cariñosas palabras y por su virtuosismo.

Un vídeo reivindicativo rodado por y con los propios trabajadores del Liceo abrió la segunda parte con un mensaje en el que se subrayaba la personalidad del Liceo como referente en la lírica internacional seguido de un segundo vídeo este a cargo del carismático tenor mexicano Rolando Villazón, ¡y en catalán!

Michael Boder devolvió la música a la velada de la mano de Berg y del «Lied» de «Lulu» en versión de la soprano Cristina Obregón para pasar enseguida a la pasión de la «Muerte de amor» del «Tristan und Isolde» según Linda Watson y de un impresionante «Salve Regina» del «Mefistofele» de Boito cantado por un coro en éxtasis.

Josep Pons dirigió primero a un Juan Pons en estado de gracia en un sentido fragmento del «Falstaff» verdiano antes de recibir a un extrovertido Carlos Álvarez, quien regalo la «Canción de Manacor», de la zarzuela «El niño judío».

El programa concluía con la Danza final de «El sombrero de tres picos», de Manuel de Falla, mientras que el capítulo de propinas estuvo a cargo de colaboraciones de Albert Guinovart al piano con una espectacular obra suya dirigida por el maestro Gerassim Voronkov, de la orquesta del teatro con la obertura de «Die Fledermaus» para acabar con todos los solistas unidos al coro que interpretaron el «Aleluya» de «El Mesías», de Händel, todos dirigidos por José Luis Basso. Emoción y buena música en este homenaje preparado por los trabajadores del Liceo para rendir homenaje a su público, a sus abonados y a sus mecenas.