20/6/2010 |
La violinista alemana Anne-Sophie Mutter acaba de presentar en España una nueva grabación de las Sonatas de Brahms.
Ajena a las últimas novedades digitales, tampoco le seduce compartir escenario con otros géneros, y lanzarse al «crossover» como hacen tantos intérpretes un poco empujados por sus casas discográficas. «Sí, hay muchos artistas de jazz que me gustan, como Aretha Franklin, o de pop, pero no tocaría con ninguno de ellos», asegura.
<Mutter sigue fiel a sus clásicos, como Brahms, del que acaba de volver a grabar sus Sonatas, para el sello DG, acompañada por el pianista Lambert Orkis. Una música que le llegó al corazón siendo una niña, y que abordó desde el violín en la adolescencia, cuando fue descubierta por Herbert von Karajan. «Son muy variadas y refinadas». Y confiesa su inclinación sentimental hacia una de ellas. «Me gusta mucho aquella que compuso a partir de una de las canciones favoritas de Clara Schumann, el «Regenlied», a quien se la dedicó para consolarla tras perder un hijo». Conocer esta triste historia, «ha contribuido a entender mejor la música», confiesa. También los años transcurridos desde la primera vez que las abordó han enriquecido su relectura. «En este tiempo he evolucionado como persona. Soy madre de dos hijos, viuda... Y la vida nos hace humildes».
Anne-Sophie Mutter, que toca con un Stradivarius que cumple ahora 300 años, ha sabido combinar a lo largo de su trayectoria el repertorio más clásico con el de nueva creación, por el que, en ciertos aspectos, siente más afinidad. «En el clásico, nunca tienes el feedback de cómo lo haces porque los compositores están muertos». Algo que no sucede cuando se puede compartir estudio con el propio creador. Esa afinidad parece recíproca. Le han dedicado obras algunos de los mejores compositores vivos, como Dutilleux, Gubaidulina, Lutoslawski, Moret y Penderecki, entre otros. «La colaboración con ellos me ha ayudado a enteder mejor la partitura y la arquitectura compositiva», afirma Mutter. Asegura que se enfrenta con la misma responsabilidad a ambas partituras aunque reconoce que le resulta «más satisfactoria» la respuesta que recibe con la interpretación de una obra nueva. «Es algo más personal. Cuando la estreno siento que estoy viviendo un momento único». Entre sus próximos proyectos se encuentran el estreno de obras de su ex marido André Previn —con el que parece mantener una excelente relación—, Sebastián Carrier y Wolfgang Rihm. «Así que tendré que ir a la playa con el violín», bromea. Esta idílica relación se trunca, sin embargo, cuando termina el periodo de exclusividad de estas obras y debe dejarlas partir hacia otras manos. «Lo único que puedo desearle a los nuevos intérpretes es suerte...», bromea.
Madre y concertista
Con 35 años como profesional —aunque empezó a tocar el violín con cinco años—, Mutter, madre de dos hijos de 14 y 16 años, reconoce que no todos los momentos de su carrera han sido buenos, pero que en ningún momento ha pensado en tirar la toalla y cambiar su estilo de vida. «Es difícil ser madre y concertista, pero cuando subo a un escenario me olvido de los problemas del mundo exterior. Además uno tiene que decidir qué cosas son valiosas, y para mí hay dos: ser madre y ser concertista. E intento encontrar un equilibrio entre ellas. Otro aspecto de mi vida muy importante son las actividades benéficas —añade—. Es como devolverle a la vida algo de lo que me ha dado. Me enriquece porque la música es otra manera de ayudar la gente».
Con una agenda infernal, «hoy estoy aquí, mañana en Tokio, y al otro en Nueva York», confiesa, entre risas, que al final ha aprendido «que doy demasiados conciertos, y que por lo tanto tengo que aprender a vivir durmiendo poco».
Antes de retirarse de este encuentro con la prensa, alguien le pregunta si conoce Spotify. «No, no lo conozco». Y escucha con atención en qué consiste este sistema que permite escuchar millones de canciones gratis. Algo prodigioso para los usuarios pero no tanto para los artistas cuya compensación económica es mínima. Intrigada por si sus interpretaciones están en su catálogo, Mutter pregunta: «¿Cómo se deletrea Spotify?».
SUSANA GAVIÑA
Abc