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Harnoncourt: El director alemán celebra el 50 aniversario de su conjunto Concentus Musicus

29/11/2003 |

 

Dirigido por su fundador, Nikolaus Harnoncourt, el Concentus Musicus Wien visita el martes Valencia y el miércoles Madrid, con el Requiem de Mozart como obra de base, en la que intervendrá también el Coro Arnold Schoenberg y los solistas Christine Schäfer, Kurt Streit y Bernarda Fink. Se realiza en plena conmemoración del cincuentenario del conjunto, uno de los más señalados de los últimos tiempos. El Cultural analiza su lugar en la historia reciente.

Aunque es posible que otros nombres –David Munrrow o Gustav Leonhardt – hayan tenido más trascendencia por su labor pedagógica o sus trabajos escritos, la figura de Harnoncourt y su Concentus Musicus supera a la mayoría de sus colegas en proyección y prestigio. Toda la revolución de instrumentos de época hubiera sido menos trascendente de no ser por él, por su grupo y por su plasmación discográfica.

El propio Harnoncourt declaraba a EL CULTURAL que “cuando entré en la Wiener Symphoniker encontré a mi mujer, Alice. En aquella época tocábamos piezas de cámara de músicos del barroco y los odiaba. Me parecían aburridísimos, algo chocante porque el arte italiano de esa época me fascinaba. No podía comprender cómo la misma sociedad que producía artistas del calibre de Caravaggio o Bernini hiciera una música así. Entonces llegué a la conclusión de que el problema venía de que no sabíamos hacerlos bien y ahí nació el Concentus Musicus”. El primer elemento que tuvo en cuenta el Concentus era que los instrumentos del XVIII tenían idéntica calidad a los contemporáneos, que no eran un eslabón en su desarrollo, tal y como los consideraban algunos intérpretes actuales.

Nuevo enfoque
Según Harnoncourt, el Concentus en origen “era un grupo pequeño que se basaba en presupuestos de trabajo muy diferentes a los que se practicaban en los conservatorios o en las orquestas tradicionales. Nos interesaba variar el enfoque habitual. Por una parte éramos conscientes de la necesidad de acudir a las fuentes. Por otra, había que cambiar la perspectiva de la realización musical. A partir de un trabajo de documentación queríamos comprender las reacciones de los distintos públicos de cada época. Pensar cómo afectaban a sus oyentes las improvisaciones de Landini al órgano, por ejemplo”. Ese cambio de perspectiva tuvo efectos inmediatos lo que hizo que algunas críticas se echaran en contra, acusándoles de efectistas. También algunos sectores les atacaron por pretender “ingenuamente” una vuelta a un espíritu que, para muchos, era irrecuperable ya que el oído humano había evolucionado y resultaba estúpido trabajar de acuerdo a fuentes para las que era imprescindible un rastreo poco menos que arqueológico.

El repertorio, al principio, “abarcaba los siglos XV y XVI, con autores entonces poco conocidos como Josquin o Isaac. También incluíamos a Haydn o el repertorio contemporáneo”. Los cuatro primeros años sólo se reunían para tocar sin compromisos profesionales hasta 1957 que se produjo el salto. “Ahí empezó la eclosión” afirma Harnoncourt, “porque tanto público como críticos se dieron cuenta de que había un repertorio que podía resultar fascinante si se lo mostrábamos de otra manera”. A partir de ese momento “fue un auténtica locura, sobre todo al alternar con la Sinfónica de Viena. En vacaciones recorríamos las bibliotecas, para copiar ediciones originales o manuscritos. Visitamos los archivos de de ciudades como Bolonia, París, o Praga. con una filosofía nueva: lo que había sido importante para los compositores lo era también para nosotros. Entendíamos que la música era algo vivo, no una pieza de museo”.

Después vinieron sus grabaciones y las giras. Comenzó el gran proyecto de realización del corpus completo de Cantatas de Bach, junto a Gustav Leonhardt, al que siguieron otros como el ciclo Monteverdi, las grabaciones de oratorios de Haendel y óperas de Rameau, que ayudaron a difundir el impresionante corpus de estos autores por todo el mundo. Vivaldi, Telemann, Biber, Corelli, hasta Mozart o Haydn pasando por autores de menos popularidad se incorporaron a su repertorio casi siempre de la mano de Teldec. Ese vínculo se acaba de romper ahora ya que Harnoncourt ha firmado con BMG abandonando a la que ha sido su casa de toda la vida, en una especie de metamorfosis que nadie sabe qué consecuencias artísticas tendrá.

Luis G. Iberni
El Cultural

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