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Enquesta

¿Ama usted a Bach?

31/1/2009 |

 

 

30 de enero de 2008.- 'Aimez-vous Brahms?' ¿Ama usted a Brahms? He aquí el título de una novela de Françoise Sagan que llevaron al cine Ingrid Bergman, Yves Montand y Anthony Perkins. Se adivina entre líneas una relación triangular, pero no vamos a desempolvarla en este blog, sino que vamos a aprovechar el epígrafe de la torturadora película para colocar a otro compositor entre las interrogaciones: ¿Ama usted a Bach?

La cuestión es pertinente porque el compositor germano ha servido de excusa o de argumento o de cimiento a la rivalidad erótico-mediático-musical que se traen Helene Grimaud y David Fray. Ambos son jóvenes y franceses. Ambos son competentes. Y ambos se han prestado a los extremos de una mercadotecnia embarazosa, metrosexual.

Echen un vistazo a sus respectivas fotografías. Prueben a despojarlas del merengue y del celofán. Imagínense que Martha Argerich y Alfred Brendel se hubieran prestado otrora a retocarse el cabello, depilarse las cejas, desabotonarse la camisa, etcétera.

Se entiende que las compañías de discos busquen recursos prosaicos y de consumo cotidiano para capturar compradores. Se entiende menos, mucho menos, que los artistas incurran con tal desahogo en semejantes ejercicios de egolatría y hasta de onanismo musical. ¿Exageramos? Aquí tienen dos vídeos inequívocos. El primero concierne al joven y viscontiniano Fray, imitando a Glenn Gould en ciertas posturas, recreándose en el vuelo del flequillo y orgasmando con el concierto de Bach hasta el éxtasis mismo.

 

Y el segundo atañe a Helen Grrimaud, más refinada en las muecas, pero extraordinariamente sensual cuando 'magrea' tántricamente el teclado.

Se desprende de sendos ejercicios que Fray y Grimaud aman a Bach, pero sobre todo se desprende que se aman a sí mismos. ¿Un consejo? Escúchenlos sin verlos. Háganse con los discos de ambos. El Bach de Fray, ligero, elevado, puede encontrarse en Virgin, mientras que el de Grimaud, la pianista que escuchaba a los lobos*, ha aparecido en Deutsche Grammophon con una pátina de teatralidad y contemporaneidad.

Rubén Amón
Blog de pecho