Qué ocurre con los Auditorios
1/12/2007 |
Las dificultades para programar, la falta de presupuesto y sus polémicos usos cuestionan la función de estos escenarios.
El Auditorio Nacional estará cerrado por obras hasta enero, no tiene producción propia, carece de salas de ensayo y su programación está dedicada exclusivamente a la música sinfónica. En pleno periodo de inactividad, sin embargo, se anuncian desde el Ministerio cambios importantes en su gestión, organización y programación. Ante este panorama, El Cultural analiza la situación de los principales auditorios de nuestra geografía y señala sus problemas y deficiencias más destacados.
En sus orígenes, algunos se idearon como espacios destinados a la música sinfónica; otros, como salas polivalentes. Sin embargo, con el tiempo, la mayoría de los auditorios españoles se han convertido en un espacio impreciso en el que cabe casi todo: un concierto dirigido por Muti, una velada flamenca, exposiciones y congresos de diversa índole, e incluso actos de tinte social. ¿Es ése el cometido de un auditorio? También los hay sin producción propia, como el de Oviedo; financiados con dinero público (Auditorio Nacional y el Palau de la Música de Valencia) o privado (Palau de la Música Catalana) y carentes de espectadores suficientes para justificar su apertura durante todo el año. Con el propósito de poner sobre la mesa algunos de sus problemas y deficiencias más destacados, El Cultural analiza la situación actual de los principales auditorios del país.
Auditorio nacional
A punto de cumplir su vigésimo aniversario, el Auditorio Nacional, sede de la Orquesta y Coros Nacionales de España (OCNE), no pasa por su mejor momento. Cerrado por obras hasta mediados del próximo mes de enero, la única sala de conciertos de Madrid y la más importante de nuestro país vive inmersa, además, en un proceso de remodelación que también afectará a su de-sarrollo artístico más inmediato. Así, y según confirma el actual director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y Musicales (INAEM), Juan Carlos Marset, el Auditorio contará en breve con un consejo artístico y a partir de finales de enero con un director artístico.
"El primero estará constituido por expertos, compositores, directores y músicos, que deberán proponer el modo de nombramiento del director. El segundo tendrá tres funciones fundamentales: Elaborar un proyecto artístico propio en el que esté presente, entre otras, el flamenco, la música antigua y la contemporánea; realizar un plan que incluya programas didácticos, conferencias, exposiciones y seminarios, y coordinar programas autónomos públicos o privados que se celebren en el Auditorio, con prioridad a la ONE, la Jonde y a ciclos como Ibermúsica y Música de Hoy".
Sin embargo, y aunque el edificio de García de Paredes sólo tiene dos salas de conciertos -la sinfónica y la de cámara- alquiladas a terceros con años de antelación, es la sede de la orquesta nacional, carece de salas de ensayo y hasta la fecha no tiene presupuesto para actividades propias, Marset pretende que el Auditorio "deje de ser ya un contenedor pasivo y se convierta en una unidad activa más 'amable', donde al término de cada concierto se transforme en un lugar de encuentro y cruce de impresiones".
Para conseguirlo, destinará en un gesto de buenas intenciones parte de los presupuestos del INAEM a la programación del Auditorio. "Sin ir más lejos, 2008 será el año europeo de la diversidad cultural. Al nuevo director artístico se le encargará un proyecto relacionado con ese hilo conductor para el que contará con un presupuesto, aún por concretar, que variará cada año en función de sus necesidades". Pero con una programación tan ajustada y saturada que obliga a celebrar incluso hasta cuatro conciertos diarios en la sala madrileña, el último de ellos hasta bien entrada la madrugada, ¿cómo encajará el Auditorio su propia producción? "Aún quedan algunos días libres para la próxima temporada que se reservarán para esta finalidad", lanza casi a modo de reproche Marset. La solución al problema quizás esté, tal y como vienen señalando desde hace tiempo diferentes voces del sector musical, en la construcción de una segunda sala sinfónica para Madrid. Una idea que no descarta el director del INAEM.
"El ministro de Cultura, César Antonio Molina, me ha pedido que estudie seriamente la posibilidad de hacer un nuevo espacio con más posibilidades", adelanta. "Necesitamos un auditorio más moderno, con más salas y espacios lúdicos, que sirva como sede al ballet y a otras unidades del INAEM. Ése es un horizonte a medio plazo... Pero eso no nos exime de la responsabilidad de mejorar el que tenemos con la creación de una estructura dual, con un director artístico y un gerente".
Palau de la música catalana
Una de las principales cuestiones que ha de resolver en un futuro inmediato el centro musical catalán es "la falta de recursos económicos", según apunta su directora general, Rosa Garicano. "Entre otras cosas, para que se pueda mantener la calidad y el número de conciertos, y reducir el elevado precio de las entradas". Y es que, como entidad privada que es, el Palau se financia principalmente de la taquilla y los sponsors, que incluyen las 200 empresas, 162 patronos y 540 amigos del Palau que colaboran con la Fundación y que la temporada pasada aportaron los más de nueve millones de euros de ingresos que tuvo la Fundación. En ese mismo tiempo, el Consorcio del Palau (formado por la Generalidad, el Ayuntamiento de Barcelona, el Ministerio de Cultura y el Orfeón Catalán) sobrepasó los cinco millones y medio, y el Orfeón Catalán, los 750.000 euros.
Por su parte, la administración pública se encarga de velar por el mantenimiento de las instalaciones. En 2006, el Ministerio donó al Palau cerca de un millón y medio de euros. Es en la Fundación, que promueve y organiza 12 ciclos de conciertos anuales, o en los terceros ajenos que alquilan las salas, en los que recae el peso de ajustar una programación "sustentada durante décadas en la música clásica".
"Durante años, el Palau se volcó con la música clásica. Sin embargo, desde hace 20 años, se abrió a otras disciplinas musicales más variadas -añade Garicano-. Con este nuevo impulso, la sala catalana buscó una vía para captar nuevos públicos, tener más ingresos y configurar una programación más amplia y completa", hasta llegar a los 359 conciertos y a los más de 400.000 oyentes la pasada temporada.
Al problema económico hay que agregar "la falta de música de cámara y contemporánea, a las que el público catalán está muy poco acostumbrado. Prueba de ello es que cuando se celebra algún concierto de esta índole, el patio de butacas pierde una parte significativa de espectadores". Y, por lo tanto, parte de los beneficios necesarios e imprescindibles para que la sala sinfónica catalana, ubicada en un edificio modernista recién restaurado, continúe su carrera en ascenso y se abra paso a nivel internacional.
Príncipe felipe de Oviedo
Polivalente y singular donde los haya, el Auditorio-Palacio de Congresos de la capital asturiana está destinado más que a la celebración de conciertos, a la de congresos y exposiciones. Prueba de ello es que cuenta con tres salas musicales, una sinfónica, una polivalente y una de cámara, mientras que dispone de siete para conferencias, exposiciones, camerinos y lugares de ensayo.
No tiene ningún tipo de producción propia y es propiedad municipal. De las arcas de Turismo, Congresos y Patrimonio sale el dinero que mantiene y ejercita el Auditorio. La programación musical se decide íntegramente en la Concejalía de Cultura. El Príncipe Felipe es también sede de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) que tiene en el edificio sus oficinas y la sala polivalente como lugar habitual de trabajo. La OSPA celebra cada año en el Auditorio su ciclo de abono con 15 conciertos de temporada.
Asimismo, el Auditorio acoge varias actividades contempladas dentro de la temporada de ópera de Oviedo y otras actividades culturales como las organizadas por la Fundación Príncipe de Asturias, la Asociación Alfredo Kraus, los nume- rosos coros que tienen aquí su sede, los conservatorios y escuelas de música, bandas municipales de música y de gaitas, el festival de verano o conciertos de jazz, pop... Dada la sobreexplotación del edificio, y según fuentes del Auditorio, la intención del alcalde, Gabino de Lorenzo, es restringir el Teatro Campoamor a lo lírico y convertir el Auditorio en un lugar donde impere la música clásica. "Un propósito que únicamente se podrá llevar a cabo a finales de 2008, cuando se abra el nuevo Palacio de Exposiciones y Congresos de Calatrava", puntualiza Ángeles Solís, directora del Auditorio. A pesar de ser una entidad municipal, el precio de alquiler de las salas resulta muy significativo: la jornada completa de la sala principal cuesta 4.433 euros, la de la polivalente 1.664 y la de cámara 1.109.
Palau de la música de Valencia
Concebido como sede de la Orquesta de Valencia (OV), el Palau tuvo que superar desde el momento de su inauguración serios problemas: "deficiencias acústicas y falta de espacio", reconoce abiertamente su presidenta, Mayren Beneyto.
Después de una importante remodelación, dos salas más de ensayo, un archivo y algunos despachos, la sala sinfónica valenciana ha enfocado su actividad a "una especie de contendor en el que tienen cabida todas las músicas", añade Beneyto.
Con una financiación que asciende a 16 millones de euros y sale cada año de las arcas públicas, la vocación clásica de los comienzos del Palau se ha visto algo distorsionada. Aunque la clásica y la OV son su pilar básico, la institución se ha lanzado a la búsqueda de un público más numeroso y de todas las edades y gustos. Esto le ha llevado a transformar la institución en un centro cultural donde confluyen todas las artes, con una programación en la que se compaginan sus propuestas concertísticas con jazz en verano, flamenco en febrero, un ciclo de Otras Músicas y espacios específicos dedicados a la literatura y a las artes plásticas.
L'auditori de Barcelona
Hasta hace un año, L'Auditori de Barcelona, inaugurado en 1999, ha tenido que sobrevivir con una única sala de 2.200 localidades, donde se celebraban tanto conciertos sinfónicos, como jazz, pop, ballets... En estos momentos, cuenta con dos salas más, la 2 y la 3. Pero el edificio sigue sin disponer de una sala de ensayos para orquesta, lo que genera más de un problema.
Consciente de que con la recaudación de la taquilla no se cubre el coste de los conciertos, el director general de L'Auditori, Joan Oller, justifica la inclusión en su actividad de músicas muy variadas con las que "sacar unos ingresos extras". No obstante, y aunque casi ha triplicado el número de conciertos en los últimos cuatro años, L'Auditori sólo ha ganado unos 100.000 espectadores más, hasta llegar a los 487.000 en 2007.
Formado por un Consorcio, constituido a partes iguales por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalidad de Cataluña, el edificio de Moneo ingresa 18 millones y medio de euros por temporada. De ellos, más de 10 proceden de transferencias de la Generalidad y del Ayuntamiento. Los ocho restantes, de los alquileres de sala, patrocinios, encargos específicos, taquillajes...
En lo que respecta a programación, "más del 50 por ciento es producción propia", continúa Oller. "Cada temporada reservamos unas fechas para nosotros. El resto las ponemos a disposición de los promotores" que deben pagar 10.200 euros para disponer de la sala principal; lo que la convierte en la más cara de los auditorios españoles. El precio se reduce hasta 4.000 si se trata de la 2 y a 3.500 en el caso de la 3.
L'Auditori organiza su oferta musical en torno a unos temas concretos que se incluyen en líneas de cámara, músicas del mundo, antigua, contemporánea... Cada una disponen de un director que forma parte de la Comisión de coordinación que rige la institución y decide qué actividades son adecuadas para L'Auditori.
María Jesús MOLINA
El Cultural