Sarah Chang: “Interpretar implica saber qué hay detrás de las notas”
20/10/2007 |
Todavía no ha cumplido los treinta, pero Sarah Chang se ha convertido en una de las figuras más llamativas del mundo de la música. Elegida por la revista Newsweek como una de las veinticinco mujeres líderes que marcarán el futuro, llega a España, acompañada por la English Chamber Orchestra, en una gira que le llevará la próxima semana a Bilbao, Murcia, Valencia, León y Pamplona. Con este motivo, ha hablado con El Cultural.
Aunque el apellido la vincule con el Extremo Oriente, la violinista Sarah Chang es estadounidense de nacimiento, cultura con la que se identifica en su totalidad. Con una discografía numerosa y continuas apariciones junto a las mayores orquestas del mundo, su vínculo con España aún no es muy estrecho, aunque este curso colaborará con la Orquesta de Castilla y León. Pero no sólo eso, la próxima semana hará también una gira por nuestro país, que la llevará a la Sociedad de Conciertos de Bilbao (15 de octubre), al Auditorio de Murcia (16), al Palau de la Música de Valencia (18), al Auditorio de la Música de León (19) y al Auditorio Baluarte de Pamplona (20). En ella, presentará su último disco, editado por EMI, con su versión de Las cuatro estaciones y el Concierto para violín en sol menor de Vivaldi.
Asimismo, Sarah Chang ha sido la figura elegida para participar en grandes actos conmemorativos. Curiosamente, en dos de ellos, se izó la bandera española: en el macroconcierto de la Filarmónica de Viena en el Estadio de Seúl a las órdenes de Valery Gergiev y en el acto conmemorativo del centenario de la Orquesta de Philadelphia, con Sawallisch, en la que figuraba Pablo Sarasate. “Me encanta –afirma con una voz de un bonito color de soprano–. Para mí, Sarasate es uno de los mayores violinistas de la Historia. De siempre lo he tocado, especialmente la Fantasía sobre Carmen de Bizet y los Zigeunerweisen (Aires gitanos) por no hablar de los cuadernos de danzas españolas. Cuenta con muchas piezas de lucimiento. También lo he grabado con la Filarmónica de Berlín, dirigida por Plácido Domingo. Aunque es un compositor muy virtuoso, sus piezas están muy bien escritas y todo violinista las tiene en repertorio y las estudia cuando va al conservatorio”.
Casi un dogma. Hoy, uno de los problemas de muchos compositores es que se acercan al repertorio violinístico sin conocer las posibilidades reales del instrumento y, aunque sus ideas sean musicalmente buenas, les falta un dominio de sus posibilidades. “Claro, es fundamental conocer el instrumento... Se nota mucho cuando el compositor no es violinista o no ha trabajado directamente con alguno. Dentro de lo que llamamos repertorio hay obras más o menos violinísticas”.
No obstante, Sarah Chang piensa que “hoy tocamos mejor la música que nunca. El concepto de escuela y del maestro que te transmitía una forma de tocar y te confería una determinada interpretación, casi un dogma, ha cambiado. Ahora, con todos los discos que difunden la interpretación de obras, antes olvidados, existen más opciones. Los musicólogos han investigado mucho, orientándonos en cuestiones de estilo y en la manera de tocar. Hay mucha información a través de internet al alcance de cualquiera y las partituras son más accesibles. A lo mejor, el problema es precisamente la abundancia”.
Pese a ello, el mundo de la música llamada clásica se ha quedado muy anclado en unas determinadas épocas. “Sorprende, en todo caso, que el repertorio base siga siendo el del XIX pero es que la gente lo quiere y los intérpretes disfrutamos tocándolo”, continúa Sarah Chang. “En realidad, a lo mejor, las cosas deberían ser de otra manera pero el público quiere un repertorio y los que dependemos de sus gustos, hemos de cubrirlo”.
Uno de los tópicos más habituales es que los artistas actuales están más obsesionados en cuestiones técnicas, ante la obligación de no fallar una nota, que en el conocimiento del autor. “No sé lo que harán los demás pero yo sí estudio al autor porque me parece necesario. Y no estoy hablando de echar sólo un vistazo rápido a su biografía, sino de profundizar en el conocimiento de cada creador, en su estilo y ver por qué ha escrito de una determinada forma. Interpretar implica saber qué hay detrás de las notas”.
Tras las directrices de DeLay. Esta alumna de Dorothy DeLay en la Juillard School, posiblemente la más célebre profesora de los últimos 30 años, desaparecida recientemente, recuerda que DeLay se empeñaba mucho “en conocer y leer lo máximo posible porque el conocimiento siempre es útil para interpretar una obra. Mi trabajo con ella fue excelente y creo que le debo mucho”.
Ante tan gran repertorio disponible, uno de los problemas para cualquier artista es saber qué obras deben entrar o no en él. “Mi primera decisión es emocional. Necesito disfrutar de ella, sentirla y sólo después, tras un profundo estudio, es cuando de verdad la trabajo. Una vez que la he madurado, siento que puedo llevarla a las salas de conciertos”.
En el repertorio sinfónico, el trabajo lleva dos etapas, más aún teniendo en cuenta que Sarah Chang colabora con las principales instituciones musicales del mundo y con los más importantes directores. “La primera es la que te corresponde a ti y la segunda, y no menos importante, es la que implica analizar el trabajo orquestal. Es un error, y muchos violinistas lo pagan, no conocer bien la parte de la orquesta, porque todo forma parte de un entramado del que el solista es sólo una parte”.
También se ha ampliado el repertorio en todos los extremos. “Pasamos de Bach a Shostakovich y de Vivaldi a Brahms en un abrir y cerrar de ojos. Te obliga a un cambio de mentalidad muy rápido para diferenciar los estilos, pero los violinistas actuales están preparados para ello”.
Sin embargo, se echa en falta, con tantos artistas conocidos, figuras del peso de los Oistraj, Menuhin, Kreisler o Heifetz. “Es posible. Cada generación tiene sus características. Tal vez, nos falta un poco de perspectiva. Mi violinista ideal es Oistraj, que sabía construir un sonido muy personal, incluso triste. Menuhin, por su parte, era más dulce. El violín, como instrumento, casi forma parte de nosotros y, al frotar las cuerdas, buscamos un color y una forma de expresarnos. Es como una extensión de nuestro cuerpo”.
De locos. Los intérpretes actuales se quejan del tipo de vida que llevan con permanentes paradas en los aeropuertos. “A veces es de locos: el sábado toqué con la Filarmónica de Nueva York y el lunes en La Scala de Milán; pero debemos estar preparados para ello”.
Coincidiendo con la gira que lleva a cabo en nuestro país, aparece su versión de Las cuatro estaciones de Vivaldi, una obra que ha pasado de ser patrimonio de los musicólogos a una de las más vendidas de la Historia. “Adoro a Vivaldi y me encantan Las cuatro estaciones. Soy consciente de que son obras muy tocadas y que el público las conoce muy bien pero he esperado a mostrarlas cuando creo que aporto algo nuevo”.
Para Sarah Chang, este repertorio no es patrimonio exclusivo de los intérpretes especializados. “Conociendo los matices de este repertorio, todos podemos tocarlo, añadir ornamentaciones, improvisaciones y enriquecerlo... Además, como el conjunto con el que trabajo, la English Chamber Orchestra, no lleva director, yo asumo la responsabilidad máxima. Y eso me gusta”, concluye con una sonrisa.
El mito de los ojos rasgados
Aunque nacida en Estados Unidos, las raíces coreanas de Sarah Chang son evidentes en su exquisito trato y, sobre todo, en unos ojos grandes, rasgados y bellos, que sus relaciones públicas explotan a la hora de intentar convertirla en un personaje mediático. En los últimos años destaca la avalancha de artistas procedentes de Japón, China y Corea. Sin embargo, y ante la pregunta de qué siente cuanto le comentan que los artistas asiáticos son técnicamente muy perfectos pero musicalmente muy distantes, Chang comenta: “Es un tópico que ya no tiene mucho sentido y más ahora, que todo es más accesible y que se puede estudiar cualquier cosa en cualquier sitio”. Para Sarah Chang, interpretar una obra es un hecho que no depende de las nacionalidades, sino de personas. “¿Cuántos violinistas hay en Alemania...? Eso no garantiza que toquen bien Beethoven. La verdad es que me sorprende bastante que aún se diga ese tipo de afirmaciones y valoraciones”, concluye la violinista.
Luis G. IBERNI
El Cultural