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Eugenio Trías, filósofo: «Más allá de lo racional, la música agita un eros abierto al conocimiento»

17/9/2007 |

 

La música y el pensamiento, tal vez las dos únicas cosas que no existían en la tierra antes del ser humano, se unen en «El canto de las sirenas» (Círculo de Lectores / Galaxia Gutenberg), un libro destinado a invitar a los melómanos a un viaje por las vicisitudes de la música -sobre todo del drama musical- desde el Renacimiento a nuestros días.

El filósofo Eugenio Trías ha vivido con la música y pensado mucho sobre ella («de niño iba a la biblioteca a aprender sobre aquellos nombres exóticos, casi siempre alemanes, cuyas composiciones me emocionaban tanto en la radio»). De la mano del filósofo, nos adentramos en el bosque de los mitos, en las obras y las vidas de los compositores, y en algunos claros donde fulgura un árbol denso (el de la ciencia, con innúmeras ramas), que hunde también raíces musicales en nuestra propia naturaleza. La música nos alcanza a todos, y no sólo racional, sino completamente.
-Kafka dice: «El silencio de las sirenas es más turbador aún que su canto».
-Me interesa esa ambigüedad. En el mito griego, las sirenas eran rapaces con cara de mujer que disuelven la memoria y el destino de los navegantes. Pero en la relectura de Platón, las sirenas son la voz de cada una de las esferas celestes en esa importante concepción pitagórica del cosmos.
-¿Por qué volver a los mitos?
-Porque son una síntesis simbólica de la razón y la emoción. Y la música bascula entre lo racional y lo suprarracional. Orfeo es el mito de la música, y está en el origen del drama musical, con la obra de Monteverdi. Tomo también la tensión entre Dionisos y Apolo, que llega hasta Xenakis.
-Música, símbolos, herramientas tan antiguas como el sílex.
-En «2001», de Kubrick, el mono humanizándose convierte los restos de un animal en un comienzo de instrumento percutivo, musical. Y en un arma.
-¿Cómo suena la música de la filosofía?
-Me he tomado muy en serio la tradición pitagórica, aunque sea en buena parte legendaria. Pero está en los orígenes.
-A Pitágoras debemos la escala.
-Pitágoras tiene una idea genial, que es el número. Pero se le formula en el terreno musical, oyendo los ruidos de un herrero. Y eso luego le da pie para un experimento en su casa, en un sentido ya científico. Utiliza pesos y cazos ahuecados de distinto tamaño que le confirman su intuición de que existían relaciones fundamentales entre los sonidos y que se pueden pensar en términos de número: octava, quinta, cuarta...
-Y ahí nace la música como gemela de la matemática.
-Sí, porque según Guthrie y otros historiadores de la filosofía, es ésta experimentación del número en campo musical la que se proyecta sobre la aritmética, luego sobre la geometría -el teorema de Pitágoras- y luego en la astronomía. Hago un ensayo, añadido al final del libro, donde reivindico precisamente la conexión de Platón con Pitágoras, el Platón oral que no está en los diálogos.
-¿Por qué?
-Porque toda esta tradición quedará muy sepultada con Parménides y Aristóteles, se destaca excesivamente la palabra como espacio de reflexión filosófica a expensas de lo que llamo la foné, el sonido en su sentido musical. El siglo XX, que es un siglo que filosóficamente reflexiona sobre el lenguaje, ha sido muy pobre en términos musicales. Heidegger, que es el filósofo de la escucha y de la voz, no dedica una sola línea a la música.
-Hablaba de astronomía. Han descubierto que el agujero negro del centro de nuestra galaxia zumba en si bemol...
-...Y hay una radiación de fondo que es el vestigio sonoro del big bang. En Stockhausen, Xenakis, Boulez esto está muy presente.
-Usted habla de «eudaimonía», un camino de perfección espiritual por la vía musical...
-Incluso en músicos nada proclives a la emoción hay un sentido de equilibrio oriental, de armonía con el cosmos. Es el gran logro de la tradición pitagórica, y a ella debemos las mismas palabras cosmos y filosofía. Y Platón es el gran receptor y reformador de esta tradición.
-En la música usted subraya el erotismo y la reminiscencia, además del deleite racional
-El oído es el primer sentido desarrollado en el feto y ahí comienza la reminiscencia. La música también agita el eros, pero un eros abierto al conocimiento.
-Pero algo falla en la «eudaimonía». Dicen que los guardianes de Auschwitz escuchaban a Bach.
-Y hay músicas, como la militar, que excitan componentes irracionales del ser humano.
-Pero Bach es música de las esferas y sonaba allí, en el infierno.
-Las cosas más valiosas son objeto de la mayor perturbación. Como la religión, sobre la que tanto he reflexionado. Refleja la aspiración de trascendencia del hombre desde su origen, y sin embargo hay formas de religiosidad muy perturbadoras, y muy recientes, donde el elemento negativo es muy fuerte. La buena música integra este elemento, que me gusta llamar sim-bálico, se da cuenta y lo registra en su propio inventario.... Beethoven, a veces, expone los temas con verdadera fiereza. No en vano existe el diabolus in musica, un acorde de tritono inventado en la Edad Media, que suena cacofónico y chirriante, y que los grandes compositores utilizan porque expresa esa naturaleza demoniaca que integramos.

JESÚS GARCÍA CALERO
Abc

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