Manon de estrellas en Barcelona
23/6/2007 |
Manon de Massenet, estrenada en la Ópera Cómica de París en 1884, es el paradigma de la más exquisita ópera cómica, que resume la inspiración de un excelente melodista, hábil para retratar atmósferas y recoger en sus pentagramas el universo decadente en el que quiere moverse la joven provinciana Manon, buen ejemplo de tacto para pintar caracteres femeninos, con suaves armonías y elegantes líneas vocales, no exentas de cierta sensualidad.
Es cierto que, en ocasiones, los adornos y las volutas tienden a hacerse empalagosos. Sin embargo, el buen oficio acaba evitándolo. La efusiva y triste aria de Manon Adieu, ma petite table y el famoso Sueño de Des Grieux, ese frágil y débil enamorado, son un destacado ejemplo de lo mejor de la obra, que encierra otros números de gran categoría, como la célebre escena de San Sulpice.
La belga Marie Heilbronn, discípula de Duprez, fue la primera Manon de la historia. Voz luminosa y brillante, artista de genio. Lo es sin duda también Natalie Dessay, la exquisita soprano lírico-ligera francesa que protagoniza la mayoría de las funciones de esta ópera, a partir de hoy, en el Teatro del Liceo. Emisión primorosa, aérea, facilidad suprema en el agudo y en la coloratura, la cantante francesa reúne las virtudes idóneas para cumplir este cometido.
No lo tenemos tan claro en el caso de su principal Des Grieux, el mexicano Rolando Villazón, entregado, enfático y sobreactuado por lo general. Una voz de lírico-ligero de natura que está perdiendo de manera alarmante la frescura, la tersura y la naturalidad de emisión, cada vez más engolada. Samuel Ramey como Conde es una garantía; como lo es Manuel Lanza en la piel de Lescaut. También es señal de orden y buen hacer la batuta de Víctor Pablo Pérez en el foso de esta producción de la English National Opera, que está firmada en lo escénico por David McVicar.
A. Reverter
El Cultural