La ópera y sus derechos
6/1/2007 |
El pasado 20 de diciembre los cuerpos estables -coro y orquesta- del Liceo barcelonés recibieron por adelantado un regalo de Navidad: el nuevo acuerdo sobre derechos de imagen. Gracias a él, podrán volver a retransmitirse por radio, televisión, internet y por cualquier otro medio público las producciones liceístas.
La negociación fue larga, «pero estábamos obligados a hacerlo», afirmó a ABC Rosa Cullell, directora general del Liceo. «El acuerdo con los colectivos artísticos será por tres años, renovable a otros tres». El pacto se ha alcanzado junto al nuevo convenio colectivo, porque el apartado de los derechos de imagen se transformó en un escollo.
El problema se hizo patente en septiembre, cuando los miembros del coro, de la orquesta y del área técnica dejaron de cobrar un fijo mensual -en el caso del coro, de hasta 330,56 euros- por este concepto, debido a que finalizaba el acuerdo anterior que financiaba Telefónica, gracias al cual «los técnicos también tenían derecho a un plus de productividad, porque los técnicos no tienen derechos artísticos ni de imagen».
Televisión e internet
El convenio permitirá que los colectivos liceístas puedan cobrar «un fijo más royalties variables. Los derechos les pertenecen a los artistas y sin los colectivos no podíamos continuar con las grabaciones ni con las transmisiones, como tampoco con toda la función social que desarrollábamos como teatro público, como es el proyecto «Ópera Oberta» que emite en directo, vía internet, nuestras producciones a diversas universidades (cuarenta españolas y una decena en el extranjero)», apunta.
Cullell reconoce que, con este convenio, el Liceo deberá realizar «un enorme esfuerzo, pero tenemos que ser capaces de hacerlo. No sólo se trata de grabar DVD, sino de emitir fuera de nuestras paredes». Al recientemente presentado «Otello» -retransmitido en directo por TVE -, se unirán «Jenufa», «Don Carlos», «Boulevard Solitude», «Lohengrin»..., hasta ocho títulos por año, según el nuevo convenio. Cullell, además, confirmó tener a punto un acuerdo con TV3. «Los teatros no podemos estar solos en esta lucha, necesitamos el apoyo de los medios de comunicación, especialmente de la televisión. Espero llegar también a un acuerdo con TVE».
El Teatro Real, como el Liceo, es consciente de la importancia del compromiso de las televisiones públicas. Algo habitual en otros países, pero poco secundado en España. El teatro madrileño, después de años de encuentros y desencuentros con TVE, acaba de firmar un acuerdo por tres títulos de la próxima temporada -«Cavalleria rusticana» y «Pagliacci», «La pietra del paragone» y «Madama Butterfly»-, por el que se compromete a retransmitirlos «en hora de máxima audiencia», aportando la cantidad de 50.000 euros por cada una de las emisiones.
Letra pequeña
Pero no son sólo los colectivos los que deben negociar sus derechos; los solistas también tienen mucho que decir, aunque suele darse el caso de que este punto aparezca en el contrato en letra pequeña. El tenor José Bros, que ha protagonizado varios DVD en teatros españoles y extranjeros, habla sobre su propia experiencia: «A veces tienes que renunciar a esos derechos, otras consigues negociarlos y, en ocasiones, simplemente no se llega a ningún acuerdo y el proyecto no se lleva a cabo, aunque esto no me ha sucedido», afirma Bros a ABC. «Los derechos de propiedad intelectual que marca la ley son del artista, ya que es él quien se expone. A veces conseguimos que nos paguen lo justo, pero en otras ocasiones es preferible renunciar a este plus con tal de que la producción se pueda grabar en DVD. Desde el punto de vista del solista -continúa-, hay que asegurarse el beneficio artístico, más que el económico, pero entiendo la posición de un coro o de una orquesta».
Bros fue precisamente uno de los intérpretes que renunció la pasada temporada a sus derechos en la nueva producción de «Don Giovanni» realizada por el Real, al igual que el resto del reparto. «Gracias a su renuncia pudimos llevar a cabo la grabación, pues uno de los socios que participaba en ella -TVE- se echó atrás en el último minuto», recuerda Antonio Moral, director artístico del coliseo madrileño. Al igual que Cullell, Moral tiene muy claro la importancia «de realizar grabaciones para un teatro joven; sin ellas no tienes proyección internacional. Y por eso deben ser de la máxima calidad».
Esto ha llevado al Teatro Reala a embarcarse en los últimos años en varias grabaciones cada temporada. Registros que están contemplados en los contratos de los cuerpos estables. «La apuesta por las nuevas tecnologías necesita de su complicidad -dice Moral-. Por contrato, tienen incluidas dos grabaciones; la tercera y cuarta se pagarían a parte».
Las exigencias del DVD
En el caso de los cantantes, se incluye una cláusula en la que se contempla un tanto por ciento más en el caché, «que no está regulado y puede oscilar entre el 20 y el 60 por ciento». En cuanto a cuál es el coste de un DVD, Moral afirma que éste es muy alto y varía dependiendo del reparto. «Puede oscilar entre los 150.000 y los 300.000 euros», de los que dos terceras partes corresponden al pago de derechos (cuerpos estables, cantantes, compositor, director de escena...).
La tendencia creciente de grabaciones de ópera en DVD, que han sustituido por completo a los CD, ha provocado que el mundo operístico se tenga que adaptar a la cultura audiosivual. Del tal modo que muchas de las puestas en escena nacen ya con vocación cinematográfica. Afectando también a la interpretación de los cantantes, a su vestuario, maquillaje, etc., pues el plano corto no perdona imperfecciones, ni en la voz, ni en la actuación dramática. Cobra especial relevancia la elección del reparto que aparecerá en la grabación: «Es importante que el intérprete se adapte al personaje. Que sean creíbles, que no interpreten a personajes de 20 años cantantes de 50 ó 60», bromea Hans Petri, director general de Opus Arte, que colabora con el Real en la grabación de DVD.
El registro de «La Boh_me» es un ejemplo de esto, pues en ella se optó por el segundo reparto de Mimí, Inva Mula, «que realizó un trabajo sensacional», matiza Moral. «La ópera está entrando en la campo de Broadway, y se necesitan estrellas multifuncionales», secunda Petri.
Para encontrar socios que financien la grabación de un determinado título, labor bastante ardua a veces, basta con incluir nombres de irresistible tirón popular y mediático como es el caso de Juan Diego Flórez, Anna Netrebko o, por supuesto, Plácido Domingo, que participó en el Real la pasada temporada en la zarzuela «Luisa Fernanda», que aparecerá próximamente en DVD.
Ángela Álvarez, productora ejecutiva de Opus Arte (que acaban de sacar al mercado tres títulos, «La traviata», «La Boh_me» y «Don Giovanni», realizados en colaboración con el Real) conoce bien la problemática a la hora de registrar una ópera, «una tendencia ascendente en todos los teatros del mundo. Y, especialmente agresiva, en el Covent Garden, que acaba de realizar una instalación de cámaras de alta definición muy costosas». Reconoce que actualmente se están viviendo «unos años de transición un poco difíciles, pero la tendencia de la cultura audiovisual es imparable».
El negocio de las partituras
A los problemas detallados anteriormente, Ángela Álvarez agrega uno de vital importancia, por el que se muestran preocupados buena parte de los teatros españoles, como dejaron patente en la reciente reunión celebrada por la Asociación de Ópera XXI en Valencia: el coste del alquiler de las partituras, «que excluyen expresamente de las grabaciones audiovisuales». Un coste a veces muy elevado, marcado por los herederos del compositor, como es el caso de Richard Strasuss -«son tan altos que no pudimos grabar su «Ariadna en Naxos»», señala Moral-, o por la revisión a la que han sido sometidas muchas de las obras, bautizadas como ediciones críticas. «Un robo a mano armada», denuncia Ángela Álvarez. Y pone un ejemplo: «Rossini, un compositor que murió hace 300 años, tiene todavía en copyright casi toda su obra por las ediciones críticas. El Teatro Real -continúa- cada vez que programe «La pietra del paragone» tendrá que pagar el 10 por ciento de la taquilla al editor de la partitura como si Rossini estuviese vivo». Para Álvarez, el tema de las ediciones críticas es «muy sangrante», porque tampoco están contempladas en los acuerdos con las televisiones, «y hay que negociar el porcentaje aparte».
Este fenómeno se ha extendido hasta límites inimaginables. «Aquellos teatros que deciden no programar obras contemporáneas y sí a autores como Mozart y Beethoven, para sentirse a salvo de pagar derechos, se encuentran que todas las editoriales están publicando ediciones críticas para cobrarlos».
Admite que esta situación ha llevado a las productoras a «presionar» a las salas para que no las programen, «y los teatros europeos, cada vez como más frecuencia, están realizando sus propias ediciones. En el caso de «La traviata» del Real, fue Jesús López Cobos quien hizo la edición», apunta. Sobre dónde está la solución: tanto para Ángela Álvarez como para Antonio Moral es preciso la unión de todos los teatros para exigir una tarifa fija.
P. MELÉNDEZ-HADDAD/S. GAVIÑA
Abc