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Berlin presenta Idomeneo con normalidad, garantizada por la amplia presencia policial

19/12/2006 |

 

"La función de hoy es una manifestación política en favor de la libertad del expresión", afirma el alcalde de la capital alemana

La directora de la Ópera de Berlin, Kirsten Harms, se fotografía junto al ministro de Interior germano, Wolfgang Schäuble, de quien recibió aceradas críticas por retirar la obra Idomeneo en otoño.

El líder de la comunidad turca en Alemania, Kenan Kolat, atiende a la prensa ayer lunes en Berlín.

La representación de la ópera "Idomeneo" transcurrió con la normalidad que garantizaba una fuerte presencia policial y la obligada lluvia de aplausos a una escenografía convertida en símbolo de la libertad de creación artística.

El ministro de Interior, Wolfgang Schäuble, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, el titular de Cultura, Berd Neuman, y el presidente del Parlamento federal (Bundestag), Norbert Lammert, asistieron, entre otros políticos, al reestreno en la Deutsche Oper de esta ópera de Mozart versionada por el veterano director teatral alemán Hans Neunfels. "La función de hoy es una manifestación política en favor de la libertad del expresión", dijo el alcalde.

Neuman, en contrapartida, declaró cuando se disponía a entrar al teatro, literalmente taponado por cientos de cámaras y periodistas de todo el mundo, que seguía considerando forzada la representación. "Esto era absolutamente innecesario", afirmó Neumann suscribiendo así la opinión de la intendente del teatro, Kirsten Harms, para quien "Idomeneo", que fue retirada de la programación de otoño por temor a la violencia integrista, regresa "porque así lo quieren los políticos".

Minutos antes de que comenzara la función, Harms compareció con Schäuble para una foto obligada ante los periodistas, pero en el teatro se sentó en un palco alejado de la tribuna de personalidades. La intendente respondió con esa sutileza a los duros ataques que recibió de la clase política, especialmente de Schäuble y Wowereit, tras anunciar en septiembre que retiraba Idomeneo de la cartelera para evitar, como sugería un informe policial que se demostró exagerado, un "riesgo incalculable" para la seguridad en Alemania.

Neunfels no acudió como se esperaba a la representación y también se echó en falta una presencia masiva de los líderes musulmanes de la llamada conferencia islámica alemana, a quienes Schäuble invitó personalmente a la ópera como prueba de integración y tolerancia.

Según fuentes de la Deutsche Oper sólo nueve líderes musulmanes de los cincuenta que integran la conferencia acudieron al teatro, que desde primeras horas de la tarde fue rodeado por la policía y numerosas unidades móviles de televisión.

Dos de esos nueve, de origen turco, llegaron al teatro poco antes de comenzar el segundo y último acto de Idomeneo, al que Neunfels añadió un epílogo en el que el rey de Creta aparece con las cabezas decapitadas de Mahoma, Jesús, Buda y Neptuno.

En el momento más esperado de la representación, de aproximadamente tres minutos, sólo se oyó en el patio de butacas una voz gritando "basta".

Las fuertes medidas de seguridad adoptadas de forma cautelar por las autoridades de Interior hicieron que la representación comenzara con media hora de retraso.

En las tres puertas de acceso al teatro se instalaron detectores de metales y pese al creciente retraso y las grandes colas, todos los señores fueron uno a uno invitados a vaciar sus bolsillos y las señoras a abrir sus bolsos, a activar y desactivar los móviles. En el interior de la sala, la presencia policial, aunque sin ser ostentosa, se mantuvo durante toda la representación con agentes apostados en los pasillos laterales del patio de butacas.

Al final, como era obligado, se oyeron aplausos a la rebelión contra los dioses que propone Neunfels en esta escenografía, abucheada cuando se estrenó en el marzo del 2003, a la orquesta, que estuvo dirigida por Ralf Weikert, y a todos los cantantes.

Hubo aplausos al tenor argentino Raúl Giménez como Idomeneo pese a sus limitaciones con los agudos, a la mezzo japonesa Mihoko Fujimura aunque su timbre es más wagneriano que Mozart y, muy especialmente y con gran merecimiento en este caso a la soprano Nicole Cabell por su brillante interpretación cono Ilia, princesa troyana.


La Vanguardia

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