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Ma in Spagna

28/1/2006 |

 

No era fácil viajar a España desde Austria en el siglo XVIII. Se me dirá que muchos compositores lo hicieron, pero solían hacerlo por mar. Mozart se embarcó en una ocasión para llegar a Londres, pero no debió gustarle la experiencia. España era espaciosa, que no triste, durante el reinado de Carlos III y estaba muy lejos. Probablemente habría venido a nuestro país si su vida se hubiese prolongado, pues no hay duda de que se sintió muy atraído por él. No pudo ser.

Pero las pruebas de esa simpatía y fascinación que Mozart sintió hacia España son numerosas. Tres de sus mejores piezas líricas se relacionan directamente con lo español. Primero el singspiel en tres actos El rapto en el serrallo, estrenado en el Hofburg-Theater de Viena el 16 de julio de 1782. En él se narran las vicisitudes de un noble español, Belmonte, para rescatar a su prometida, Constanza, del harén del Bajá turco Selim, donde está recluida tras ser apresada por unos piratas que la vendieron como esclava.

Mozart vuelve a encontrarse con lo español en la ópera Las bodas de Fígaro, cuya acción situó Beaumarchais (de cuya pluma proviene el libreto de Da Ponte) algunos años después de El barbero de Sevilla y en el retirado cortijo de Aguas Frescas, a tres leguas de Sevilla. En Las bodas, al final del tercer acto, Mozart incluye un bello fandango que toma del ballet Don Juan de Gluck. Once años después de la muerte de Mozart, Madrid pudo ver Las bodas de Fígaro en el Teatro de los Caños del Peral, cuando ya esta música empezaba a ser apreciada por los españoles.

La última ópera de Mozart vinculada a lo español es Don Giovanni, libreto también de Da Ponte, sobre el personaje de una comedia del fraile mercedario Gabriel Téllez (Tirso de Molina). Nadie ha igualado el terror de la cena del Don Giovanni de Mozart. En ese momento Mozart rinde homenaje a su buen amigo el compositor valenciano Vicente Martín y Soler (1754-1806) al citar un pasaje de su ópera Una cosa rara, que Don Giovanni califica de “bel concerto”.

No solo le gustó a Mozart la música española; también el tabaco español, igual que a Da Ponte. Hay numerosos testimonios de la relación de Mozart con la compositora de origen español Mariana Martínez (1744-1812). Con ella llegó a tocar una de sus sonatas para piano a cuatro manos, probablemente la de Fa mayor Kv. 497, durante las veladas musicales que celebraba Mariana en su casa junto a su hermana Antonia. Por otra parte, por mediación de Haydn, o de los Thun-Hohenstein, Mozart tuvo que conocer a Carlos Ordóñez, notable violinista y compositor de origen español al servicio de esta noble familia amiga. Y a través del padre Martini de Bolonia pudo tener noticia de un monje escurialense, Antonio Soler, con el que Martini se carteaba cuando el muchacho Mozart le visitó en marzo de 1770.

Andrés Ruiz Tarazona
El Cultural

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