«Una hora con un violín es una hora menos con el fundamentalismo»
16/7/2005 |
También se presentó el primer disco de la orquesta, formada por músicos judíos y árabes, que incluye un DVD con imágenes y una conversación entre Said y Barenboim.
«Una hora con un violín es una hora menos con el fundamentalismo y con la violencia». Sobre esta declaración de principios se sustenta el proyecto levantado por el desaparecido intelectual Edward Said y el músico argentino-israelí, con pasaporte español, Daniel Barenboim. Un proyecto, la West-Eastern Divan, que nació ante «la certidumbre de que no hay una solución militar al conflicto israelíes y palestinos y era necesaria una fórmula de convivencia de diálogos de creatividad», recordó ayer el músico en la presentación de la gira que la formación realizará por varios países y que concluirá en la ciudad palestina de Ramala el 21 de agosto. Acto en el que estuvo acompañado por Felipe González, patrono de la Fundación Barenboim-Said, y la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Torres.
Este concierto se constituye en un hecho histórico de carácter musical y humano pues el West-Eastern Divan reúne a una orquesta de músicos judíos y árabes - dos pueblos históricamente enfrentados-, que comenzó su andadura en 1999 en la ciudad alemana de Weimar. Seis años después, la formación, que se reúne desde hace tres años durante varias semanas en la ciudad sevillana de Pilas, agrupa a más de un centenar de músicos -entre 14 y 27 años- que proceden del Líbano, Siria, Jordania, Israel o Egipto. El trabajo realizado se traduce ahora en una gran gira de la orquesta, liderada por Barenboim, que viajará a Brasil, Argentina, Reino Unido o Alemania, y que culminará en Ramala, gracias a la cobertura diplomática ofrecida por España (los judíos no pueden viajar con su pasaporte a territorio palestino).
Un concierto difícil para todos
Barenboim definió esta iniciativa como «un proyecto de solidaridad con la sociedad civil de Palestina», y abogó por la igualdad como punto necesario para «que pueda haber fraternidad». Una igualdad que se puede alcanzar a través de la integración de los músicos en una orquesta, «el mejor ejemplo de democracia que conozco». También reconoce que la cita en Ramala no será fácil «ni para los israelíes ni para la sociedad palestina», y asegura que no ha recibido presiones políticas en ningún momento porque, subraya, «éste nunca ha sido un proyecto político». Tampoco los integrantes de la orquesta están obligados a viajar a Ramala, «si no se sienten con capacidad para venir por miedo o por convicciones». Según Barenboim, los objetivos del Divan se habrán cumplido «cuando se pueda tocar en todos los países de origen de los músicos».
Gran defensor de la educación musical como instrumento de diálogo , y tras desarrollar brevemente ayer las líneas de trabajo de la Fundación Barenboim-Said, con sede en Sevilla, adelantó que el próximo mes tiene previsto abrir una guardería musical en Berlín; siguiendo los pasos de Ramala. Iniciativa que quiere emular Sevilla, según anunció ayer Rosa Torres.
Donaire. Tan necesitado en estos lares repletos de corazones gélidos siempre presos de un puño cerrado. Respeto. El que no se tienen los unos a los otros, el que no abunda ni en un bando ni en el otro. Miradas. Perdidas en un horizonte casi siempre negro, a veces gris, de nuevo negro. Fatalidad. A la que están condenados los palestinos de Gaza, de Ramala, de Nablus; de la que no escapan del todo los israelíes de Tel Aviv, Haifa, Netanya.
Soledad. La de aquellos que claman en el desierto por la tolerancia, la convivencia, la justicia. Lápida. Las que sellan tantas tumbas que volverán a abrirse para meter a más muertos. Silencio. El que impera cuando se rescata del olvido la esperanza.
Donaire. Respeto. Miradas. Fatalidad. Soledad. Lápidas. Silencio. Do. Re. Mi. Fa. Sol. La. Si. Notas que volarán libres el 21 de agosto en Ramala, soltadas como palomas de una paz imposible por Daniel Barenboim y sus músicos árabes e israelíes. ¡Qué vuelen alto, que suenen libres!
Susana Gaviña
Abc