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Mallorca batutas al sol

8/7/2005 |

 

Bellver y Pollença abren la temporada del verano insular

La Sinfónica de Baleares inaugura el jueves 7 de julio el Festival del Castillo de Bellver que, junto al de Pollença, marcan el comienzo de la temporada musical del verano mallorquín. La Filamónica de San Petersburgo o los violinistas Julian Rachlin y Boris Belkin son algunos de los nombres que visitan la isla.

Con la inauguración del Festival del Castillo de Bellver de Palma da comienzo la actividad musical del verano mallorquín que, a través de las diferentes convocatorias que se suceden por estas fechas –Juventudes Musicales, Pollença o el “Chopin” de la cartuja de Valldemossa–, viene consolidando desde hace años su presencia dentro del panorama nacional. Músicas en torno al Quijote centran la programación de los cuatro conciertos que cada jueves de este mes asume la Sinfónica de Baleares, en una acertada decisión de unificar la temática de la cita, algo deslavazada en sus últimas ediciones. La orquesta abre fuego esta tarde con el Don Quichotte à Dulcinée de Ravel –tres poemas de Paul Morand para barítono– para concluir con el célebre Retablo de Maese Pedro de Falla. Corre a cargo de jóvenes voces de aquí –Joan Cabero, Iñaki Fresán y Naroa Inxausti–, todos bajo las órdenes del director actual, Edmond Colomer. Su anterior titular, Salvador Brotons, continúa con el tema y aborda el próximo día 14 la Suite Burlesque de Quixotte de Telemann, en un programa antiguo que se completa con obras para viento solista de Cimarosa y Hummel, para el que se cuenta, entre otros, con el veterano y excelente trompetista galo Maurice André.

Entre Cervantes y Shakespeare se sitúa el siguiente concierto, el día 21, en el que Olivier Cuendet, dirige a dos solistas nacionales de altura: el violinista Agustín León, con el Concierto de Estío de Rodrigo, de quien se escuchará también su omnipresente Concierto de Aranjuez, de la mano de ese buen guitarrista que es José María Gallardo. El rey Lear de Berlioz completará la jornada. Bellver se despide con, de nuevo, Colomer en el podio, que interpretará la obertura de Las bodas de Camacho, de Mendelssohn, al lado de la Quinta de Beethoven y la hermosa Sinfonía concertante de Haydn.

A esta oferta de conciertos contribuye también Pollença, la más veterana de las citas de la isla –celebra este año su 44º edición– que, continuando con lo que fuera costumbre del festival, retoma su voluntad de contar al menos con un importante conjunto orquestal en su cartel.

Gran formación
Así, el próximo miércoles, visita el Claustro de Santo Domingo la decana de las formaciones rusas, la Filarmónica de San Petersburgo. Llega acompañada por su titular incombustible, Yuri Temirkanov –quizás uno de los últimos directores únicamente sinfónicos– que, desde 1988, ha trabajado para mantener a la formación al más alto nivel. En los atriles, un programa de manual que incluye la Cuarta Sinfonía de Chaikovski y el Concierto para violín de Prokofiev con Boris Belkin, otro ruso de muchos kilates, al instrumento. Y, sin dejar la cuerda, hay que hablar de la presencia en la localidad mallorquina de dos grandes músicos, sólidos y sensibles: el viola ucraniano Yuri Bashmet y el violinista lituano Julian Rachlin. El primero acude, (20/VIII), junto a los Solistas de Moscú, la orquesta que él mismo fundara hace tres lustros con una veintena de jóvenes artistas, virtuosos y entusiastas que se harán cargo de un interesante programa: Mendelssohn, Mozart, Schnittke y Dvorak. La lustrosa triada violinística se completa con un recital, (27/VIII), en el que Rachlin, a través de la Märchenbilder de Schumann o las Variaciones Lachrymae de Britten, dará cuenta de su elegante sonido.

En el apartado camerístico destaca la presencia del húngaro Keller Quartet –Ligeti, Bartok, Debussy– (10/VIII) y del Cuarteto con piano de la Filarmónica de Berlín –Martinú, Brahms, Mozart– (31/VIII). Por su parte, la Camerata Köln, centrada en lo antiguo y defensora de criterios historicistas, traerá el 24 de agosto, obras de Teleman y Vivaldi. La nota jazzística la aporta el Brubeck Quartet (16/VII), que conforman dos de los hijos del mítico pianista, mientras que la Coral de Cámara de Pamplona cubrirá lo vocal, algo abandonado este año si tenemos en cuenta la pléyade de voces que han visitado Pollença a lo largo de su historia.

Carlos Forteza
El Cultural

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