Escándalo en el Bolshoi
24/3/2005 |
Un polémico escritor presenta 'Rosenthal's Children', lo que ha provocado incluso una sesión de urgencia en la Duma - Piden la destitución de la cúpula del teatro.
El Bolshoi, el emblemático teatro moscovita estrena su primera ópera en 30 años. Todo un acontecimiento si no fuera por la polémica. Diputados y una asociación juvenil pro Kremlin tachan la obra, 'Rosenthal's Children', de pornográfica. Quieren que se prohíba antes de que siquiera se alce el telón.
El escándalo no tiene nada que ver con el contenido del libreto, que los críticos no leído siquiera, sino con el autor, Vladimir Sorokin y su pasado. Sorokin provocó el escándalo en 1999 con su bovela 'Blue Lard' porque una escena de sexo tenía como protagonistas a los líderes soviéticos Nikita Kruchev y Josef Stalin.
Aunque esto no tiene que ver con la ópera que ahora se presenta, los más conservadores no comprenden como una obra de este autor puede representarse en el 'sagrado' escenario del Bolshoi.
La mayoría ultrapatriótica de los diputados de la Rusia de Vladimir Putin amenazó con despedir a la directiva del Bolshoi por escenificar la obra de uno de los más controvertidos literatos modernos rusos, el "pornógrafo" y "comemierda" Sorokin.
Con estos calificativos recibía al público frente al teatro una pancarta de 'Los Que Van Juntos', movimiento de jóvenes 'putinistas' que vela por la pureza ideológica en la nueva Rusia y famoso por destrozar en público las obras de Sorokin, que considera demasiado obscenas.
De 'clásico vivo' a 'marginal'
Mimado por la crítica occidental por sus libros y guiones cinematográficos, en el clima cada vez más enrarecido de la Rusia actual Sorokin pasa de "famoso" y "clásico vivo" a "provocador", "escandaloso" y "marginal".
Pero cómo habrán cambiado los tiempos, si hoy salieron en su defensa militantes de la Vanguardia de Juventudes Rojas, que echaron del parque teatral a los 'putinistas' en medio de un revuelo al que sólo puso fin una patrulla antidisturbios.
El director del teatro, Gueorgui Ixánov, el compositor Leonid Desiátnikov y el director de escena Eymuntas Niakroshus estarían brindando con champán por la campaña publicitaria, que, sin este escándalo, ni pagando conseguirían para promocionar la primera ópera moderna que el Bolshoi se permite encargar en varios años.
La Duma celebró una sesión especial para estudiar "cómo pudo ser que en el santuario del Bolshoi pongan una obra pornográfica y decadente de Sorokin", aunque la mayoría de los diputados admitieron no haberlo leído jamás y ninguno conocía el libreto de la ópera.
La clonación de cinco genios
Es la historia de Alex Rosenthal, un científico alemán que en la década de los años 30 descubre la clonación, pero, perseguido por los nazis, huye a la Unión Soviética de Stalin. Dedicado a clonar obreros 'estajanovistas' por encargo del Politburó, también consigue el sueño de su vida, rescatar para la Humanidad a cinco genios de la música: Verdi, Tchaikovski, Wagner, Mussorgski y Mozart.
Algún fascinado crítico destacó las "pintorescas" escenas de clonación, cuando los espermatozoides, rodeados por mimos y el coro y con una legión de clones al fondo, luchan por abrirse paso "a la cálida matriz", bajo la efigie de la emblemática oveja Dolly.
Criados por la misma nodriza, crecen los músicos, mientras se suceden los jerarcas soviéticos, cada uno con sus directrices en materia de clonación, hasta que en 1993 el líder ruso Boris Yeltsin cierra el programa por "falta de fondos" y muere Rosenthal, dejando huérfanos a sus genios.
Coro de prostitutas
Los encontramos en la plaza de las Tres Estaciones de Moscú tocando música ante vagabundos, prostitutas, chulos, trileros, vendedoras ambulantes, refugiados indocumentados y otros variopintos personajes que integran los bajos fondos de la zona. Allí nace el amor de Mozart y Tania, una buscona a la que él decide sacar del negocio.
Pero su chulo celoso envenena a todos cuando celebran con un trago de vodka el triunfo del amor antes de abordar el tren con rumbo a la soleada costa del Mar Negro. Sólo Mozart, que guarda de su vida anterior la inmunidad al veneno, escapa a la muerte, y en la última escena, rodeado de los espectros de sus seres queridos en un hospital de Moscú, llora a su "padre", hermanos y al amor que lo han dejado sólo en este mundo.
Destaca el jugoso lenguaje de Sorokin, con el coro de prostitutas cantando "Ya es hora, las Tres Estaciones esperan nuestras carnes", Rosenthal anunciando "la resurrección de los dioses" y el chulo Kela llorando la traición de la que "vestí, puse en el negocio y enseñé a ganar dinero".
Pese a que Sorokin no confirmó esta vez su fama "pornográfica" y "canalla" es la palabra más grosera que emplean sus personajes, la diputada nacionalista Irina Savelieva fue categórica: "Esto es un aquelarre". ¿Qué hace un coro de putas en la escena del Bolshoi?", se indignó.
Pero el inmutable Sorokin sostiene que es el público, y no los "diputados salvajes", quien debe valorar la ópera, "digna del Bolshoi y de otros grandes teatros".
El Mundo