Y Mozart reescribió "El Mesías"
16/12/2004 |
Reinhard Goebel dirige a la Filarmónica de Gran Canaria
A lo largo de esta semana, las temporadas españolas vuelven a apostar en sus programas por El Mesías haendeliano. Inevitable cita navideña, destaca, sin embargo, la versión que llevará a cabo la Filarmónica de Gran Canaria. Dirigida por el gran especialista Reinhard Goebel, utilizará la versión que reorquestara Mozart. El Cultural reseña el encuentro en la cumbre de estos compositores.
Dentro de las programaciones musicales, El Mesías, el oratorio estrenado por Haendel en Dublín en 1742, se convierte en la auténtica estrella de las temporadas navideñas. En España recorre nuestra geografía con muy buenos mimbres. Así, Karel Mark Chichon a la Ciudad de Oviedo el lunes, Fabio Biondi dirige a la Orquesta de la Comunidad de Madrid el martes, y Juan Luis Martínez a la Orquesta de Valencia el miércoles. Por su parte, la Caixa, con su “Mesías participativo”, invita a todo ciudadano que se sepa la partitura a cantar junto a la Scottish Chamber y Ben Parry en Barcelona (días 20 y 21) o la Real Orquesta de Sevilla con Manuel Valdivieso (días 21 y 22).
Sin embargo, destaca por encima de todos, el que llevará a cabo mañana viernes Reinhard Goebel –fundador de Musica Antiqua de Colonia– en Las Palmas ya que utilizará la versión reorquestada por Mozart. El siglo XX ha favorecido, por encima de todo, el respeto a la obra original, por lo que los arreglos realizados por otros compositores de piezas anteriores está relativamente mal visto. Ahí está el considerable desprecio de intérpretes y estudiosos por los, por otro lado, interesantes arreglos que Rimski realizó de las óperas de su amigo Mussorgski.
A pesar de todo, el disco y la reiterada programación de las mismas piezas por nuestros ciclos, ha suscitado otro tipo de curiosidad. Y así se puede escuchar, de vez en cuando, la Pasión según San Mateo bachiana en la peculiarísima versión de Mendelssohn o las adaptaciones sobre obras del mismo Bach realizadas por el ultrarromántico Stokowski. Entre todas ellas, encontramos el caso de El Mesías –que desde hace años regresa siempre a casa por Navidad por mucho que no demande un tiempo litúrgico determinado– que, en la versión de Mozart, se ha ido haciendo cada vez más presente.
Obra olvidada
Muerto Haendel y a casi cincuenta años de su estreno, El Mesías sólo había alcanzado alguna popularidad en Gran Bretaña. En el resto del continente su conocimiento estaba en manos de unos pocos eruditos. Entre ellos, Georg Vogler, que fue el primero en mostrar esta obra a Mozart en Mannheim en 1777. Más importancia tuvo, sin embargo, el barón Gottfried van Swieten quien, tras haber ejercido como diplomático en Londres, se trajo una importante biblioteca en la que figuraban varias piezas mayores de Haendel. Entusiasta del compositor sajón y con la fuerza de su melómana pasión, Swieten se empecinó en darlo a conocer en Viena.
Después de un desafortunado intento con Judas Maccabeus, creó una sociedad que anualmente se obligaba a presentar un oratorio. Y con el fin de adaptar las obras de Haendel, solicitó de la colaboración de Mozart. Conocemos cuatro piezas que éste revisó completamente: Acis y Galatea (1788), El Mesías (1789) y, finalmente, Alexander’s Feast y la Oda a Santa Cecilia (1790), de las que Mozart se encargaría también de su dirección. Recientemente ha aparecido en Halifax, Gran Bretaña, una copia de la reorquestación diseñada por Mozart para el Judas Maccabeus, dada por perdida.
Mozart afrontó la revisión de estas obras con un increíble respeto, ya que admiraba mucho a Haendel . Como trabajó sobre la traducción alemana como era habitual en Viena, Messiah se transformó en Der Messias. Su aprecio por las texturas haendelianas sólo parece marcar claras distancias en el aria “The trumpet shall sound”, debido a que en la Viena de Mozart, la técnica de la trompeta barroca había desaparecido. Curiosamente conocemos nada menos que dos tentativas para este fragmento del autor de Don Giovanni que, seguramente, no llegaron a satisfacerle del todo por lo que acabó seccionándolo en gran parte.
Sin embargo, los hallazgos orquestales del autor salzburgués son del máximo interés. A tres años de su muerte, Mozart poseía un extremo dominio de las masas instrumentales. La utilización del viento madera es considerablemente más abundante que en Haendel y muchos oyentes no podrán por menos que encontrar algunos ecos de La flauta mágica. También llama la atención el metal que, a fines de siglo, ganaba mayor presencia en las formaciones. El éxito de esta versión hizo que se llegara a estrenar incluso en el Covent Garden de Londres, en 1805, aunque sorprende que los críticos del momento la acogieron con protesta por las alteraciones realizadas. Después de la Segunda Guerra Mundial se ha hecho cada vez más habitual, auspiciada por su mayor campeón, Sir Charles Mackerras, de quien existe una grabación para Archiv que, para todos los efectos, se ha convertido en un clásico.
Luis G. Iberni
El Cultural