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Los 100 de la Sinfónica de Londres

29/10/2004 |

 

Orquesta Sinfónica de Londres, considerada una de las mejores del mundo, cumple este año un siglo de existencia. Lo celebra con una gira junto a Pierre Boulez que le lleva a actuar en el Auditorio Nacional el 28 y el 29 de octubre con un programa que incluye obras del propio director francés. El Cultural repasa la historia de esta legendaria formación.

Para muchos –incluyan al firmante, por favor– es la mejor orquesta del Reino Unido, lo que equivale a decir una de las primeras del mundo. En este 2004 cumple un siglo de existencia, y lo hace en una de sus más fértiles y espléndidas etapas artísticas. Durante siete años, de 1904 a 1911, Hans Richter, wagneriano y bruckneriano de culto, fue su espíritu rector. Ya antes de la fundación del conjunto, Richter había apadrinado la música de Sir Edward Elgar, dando a conocer las Variaciones Enigma, por lo que no es de extrañar que el compositor inglés, junto a otro autor dado a la batuta, Sir Hamilton Harty, se convirtiera en mentor del conjunto.
Paradójicamente, tras la etapa Richter, la LSO (London Symphony Orchestra) se iba a pasar 40 años sin titular estable.

En las primeras décadas del pasado siglo, Leopold Stokowski fue un visitante habitual de la formación, y en el período de entreguerras Pierre Monteux fue el artista más recurrente entre los directores no ingleses. Tras la Segunda Guerra Mundial, la orquesta, establecida en la nueva y flamante sala del South Bank, frente al Almirantazgo, el Royal Festival Hall, decidió volver a confiar su responsabilidad artística a un único maestro, el austríaco Josef Krips, y a principios de los 60 el siempre adorado Monteux ocupó la plaza de director musical: tenía ya más de 80 años y se mantuvo en el cargo hasta su fallecimiento en 1964.

Fueron aquellos, décadas de los 50 y 60, años relevantes para el conjunto. Leonard Bernstein hizo de la LSO su orquesta permanente en Gran Bretaña, Antal Dorati llevó en giras a la formación y relanzó su discografía, el joven Georg Solti hizo sus primeras armas mahlerianas junto a la entidad, el errante Jascha Horenstein se convirtió en el director in pectore de la institución y el también joven Hans Werner Henze confió a los músicos de la Sinfónica varios de sus estrenos. Istvan Kertész sucedió a Monteux y grabó con la LSO el primer ciclo completo de las Sinfonías de Dvorak. En el 68 llegó lo inesperado: un hombre venido de Hollywood, el también compositor cinematográfico André Previn fue nombrado titular. Su amplia etapa de 11 años, iniciada con recelo de crítica y público, terminó, sin embargo, por ser una de las más feraces de la orquesta: la discografía se multiplicó, la formación llegó a la televisión en programas didácticos que alcanzaron enorme audiencia, y el Festival de Salzburgo llamó al conjunto como primera orquesta inglesa que actuaba en la prestigiosa manifestación, a la que acudió de la mano de Previn, Bernstein y un nuevo amigo, el veterano Karl Böhm, al que, en los años posteriores, y con la aquiescencia de Previn, la formación designó Presidente.

En los 70 y 80, y ya con Claudio Abbado al frente (de 1979 a 1988), la orquesta contaba con un plantel de directores de ensueño: Abbado en la titularidad, Previn como Principal Director Invitado, Böhm en la Presidencia, Eugen Jochum como Director de Honor, más la presencia habitual de Bernstein, Colin Davis, Bernard Haitink, Pierre Boulez, el nonagenario Stokowski –que actuó con ellos hasta su muerte en 1977– y el sensacional Sergio Celebidache, con el que la agrupación vivió una absoluta Love Story. La etapa Abbado terminó con acritud –la orquesta se quejó abiertamente de que el gran maestro italiano preparaba con ellos las obras que luego grababa con la Sinfónica de Chicago o la Filarmónica de Viena–, y otro americano, Michael Tilson Thomas, se convirtió en responsable de la formación. Su hégira –de 1988 a 1995– es acaso la de mayor depuración técnica del conjunto. De hecho, Leonard Bernstein, poco antes de su fallecimiento en 1990, comentó con admiración la extraordinaria forma técnica, de imponente virtuosismo instrumental, por la que pasaba el conjunto londinense. Parecido comentario realizó el actual titular, Sir Colin Davis, al hacerse cargo de la formación en 1995, tras su etapa como responsable de la Orquesta de la Radio de Baviera. El actual momento viene marcado por la fructífera relación entre una agrupación de admirable nivel junto a un maestro en su momento de más fúlgida madurez. Instalada la orquesta desde los años de Abbado en su nueva sede del Barbican, en plena City londinense, la LSO ha creado, ya bajo la rectoría de Davis, su propio sello discográfico, y vive, como atestigua la presente gira europea con Boulez en el podio, una dorada conmemoración de su primer siglo de vida.

José L. Pérez de Arteaga
El Cultural

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