Conónico 'Lohengrin'
18/10/2004 |
El «empeño» wagneriano de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) escala progresivamente peldaños en sintonía con la calidad creciente de cada uno de los sucesivos proyectos que la entidad lírica incluye cada temporada de ópera. Tras el esfuerzo de la «Tetralogía», el camino a recorrer obligaba a progresivas incorporaciones y a una búsqueda de la excelencia, asentada en un concepto claro que estuviese afirmado en varios ámbitos y no exclusivamente en el vocal. Tras la representación de «Lohengrin» se puede asegurar sin reticencia alguna que la senda que ABAO ha emprendido culmina y agrupa múltiples y sucesivas metas.
En primer lugar asombró la consecución de un reparto equilibrado e inteligente al que pocos teatros españoles pueden aspirar. Y, además, el trabajo musical de un experimentado Wolf-Dieter Hauschild aportó una seguridad notable a la que respondió con empuje y garra la Sinfónica de Bilbao. Otro elemento fue clave, la noche del pasado sábado, para lograr un éxito importante y merecido: la unión del Coro de la Ópera de Bilbao con el Easo de San Sebastián posibilitó una agrupación coral de carácter espectacular traducida en un trabajo previo serio, que se percibió de la máxima intensidad y con parámetros profesionales en lo que a resultados se refiere y que hablan por sí solos del avance cualitativo que la ópera viene experimentando en la capital vizcaína.
Por si fuera poco, la articulación del reparto funcionó con rotundidad indiscutible. Especialmente en la encarnación pletórica de frescura vocal que Robert Dean Smith realizó de Lohengrin y en la magistral Elsa de Elena Prokina, pletórica de recursos expresivos. A su lado el fascinante Telramund de Hartmut Welker y la impactante Ortrud de Janice Baird redondearon vocalmente una velada en la que también debe destacarse de forma más que notable el magnífico trabajo de Ángel Odena como el Heraldo Real.
La conjunción de elementos positivos se vio reforzada en una producción efectiva procedente del Teatro Comunale de Bolonia, canónica desde el punto de vista dramático en lo que a la iconografía wagneriana se refiere. Daniele Abbado transitó por territorios ortodoxos de los que extrajo el máximo partido a través de una dramaturgia cuidada y una estética fértil de ideas, inmersa en el trasfondo melancólico que envuelve la obra. Perfecta demostración de que la ABAO comienza a marcar referencias en lo que a Wagner se refiere.
Cosme Marina
Abc