Una noche en la ópera, pero de verdad
10/8/2004 |
El estreno de la nueva producción de la semidesconocida ópera «Matilde di Shabran» fue coronado con más de un cuarto de hora de ovaciones, y las caras de felicidad y de satisfacción del público que abarrotaba el Teatro Rossini eran la mejor expresión del éxito logrado en el escenario. Resulta difícil comprender por qué obras como «Matilde di Shabran» permanecen prácticamente en el anonimato. Estrenada en Nápoles en 1821, y considerada una de las óperas «semiserias» de Rossini, apenas ha tenido vida escénica a pesar de su entretenido libreto y su magnífica partitura, todo un compendio del más chispeante Rossini, especialmente en el primer acto. La recuperación de obras como ésta, y especialmente de la manera en que se ha hecho, es lo que otorga su trascendencia al Festival de Pesaro, que hoy por hoy es uno de los grandes certámenes musicales europeos y, sin duda, el más importante que se celebra en Italia.
Todo fue redondo y compacto en esta representación, tanto en sus aspectos musicales como escénicos. Debutaba con ella en Pesaro Mario Martone, uno de los más celebrados directores teatrales y cinematográficos italianos de hoy. Sobre una «sencilla» escenografía -una doble escalera de caracol giratoria que se pierde en la altura del escenario-, Martone ha tejido un espectáculo inteligente y por momentos muy divertido, lleno de hallazgos, detalles y cuidadas pinceladas, muy movido y con una soberbia dirección de actores. La vitalidad y la exquisitez de la escena se contagiaron al foso, donde la Orquesta Sinfónica de Galicia (invitada por segundo año consecutivo a este festival) mostró nuevamente su ductilidad y su calidad, con la cuidadosa batuta de Carlo Frizza al frente. Hubo un perfecto entendimiento entre el foso y la escena, algo que no es excesivamente frecuente en la ópera actual.
«Matilde di Shabran», una obra de complicada trama y llena de personajes, precisa de un reparto extraordinario. Contar con el peruano Juan Diego Flórez (que se dio precisamente a conocer aquí en Pesaro en 1996 con esta misma obra) es toda una garantía. Su timbre claro, la luminosidad de su canto, y la naturalidad con la que escala hacia los agudos más complicados o con la que sortea las más difíciles florituras le convierten en «el» tenor de nuestros días. El próximo mes de enero estará en Madrid para cantar en el Teatro Real «El barbero de Sevilla».
A Flórez le ha acompañado un conjunto de magníficos cantantes. La francesa Annick Massis, llena de clase y elegancia, compuso una exquisita Matilde; Bruno de Simone encarnó con gracia extraordinaria a Isidoro, y brillaron también Hadar Halevy, Carlo Lepore o Marco Vinco. El año que viene, Pesaro presentará tres óperas: «Bianca e Faliero», «La gazzetta» y «El barbero de Sevilla», mientras seguirá tratando de convencer a Pedro Almodóvar para que se sume a la magnífica nómina de directores escénicos con que ha contado el festival en sus 25 años de existencia.
Julio Bravo
Abc