Bellini a la orilla del Turia
26/6/2004 |
I Capuleti e i Montecchi en el Palau de la Música de Valencia
Tras el ejemplar estreno de I Puritani de Bellini en el Festival de Las Palmas, llega el 24 de junio al Palau de la Música de Valencia otro de los comprometidos títulos del compositor siciliano. Se trata de I Capuleti e i Montecchi, obra muy infrecuente –al menos en la actualidad– en los cartellone españoles al requerir un elenco vocal que domine el belcanto y una batuta que sepa conducir el estilo algo irregular de su partitura. El Palau asume el reto y confirma –como hiciera en la pasada temporada con La Gioconda de Ponchielli– su voluntad de salirse del repertorio convencional a la hora de diseñar su programación. Desde su inauguración, en 1987, en ninguna de sus más de quince temporadas ha dejado de estar presente la ópera, bien en versión concierto o semiescenificada. Una decisión que ha venido a compensar la escasa promoción que este género tiene en una región de la que, paradójicamente, ha surgido durante la última década buena parte de los más destacados jóvenes cantantes nacionales. A la espera de la apertura del futuro Teatro de la Ópera de la Ciudad de las Artes, el Palau sigue representando el único escenario posible para la manifestación de la lírica. Ya se ha avanzado el título de la temporada que viene: Eugenio Oneguin de Chaikovski con Arteta y el potente barítono Vladimir Chernov.
En esta ocasión, sus conjuntos estables, la Orquesta y Coro de Valencia, junto al Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza, harán frente a esta obra estrenada en 1830 en la Fenice de Venecia y que supuso una bocanada de aire para Bellini, que venía de fracasar con Zaira –de la que recuperó buena parte de material para I Capuleti–, y que representa un anticipo de sus tres siguientes y más afamados títulos, La sonámbula, Norma e I Puritani, paradigmas del género romántico italiano. I Capuleti cuenta con libreto de un fructífero colaborador de Bellini, Felice Romani, sobre el Romeo y Julieta de Shakespeare. Un texto que le sirve al músico para dar rienda suelta a todo el lirismo y bellas melodías por las que ha pasado a la historia, apoyadas a menudo en un trabajo orquestal práctico que nada entre el clasicismo rossiniano y la por entonces nueva corriente estética romántica. Muestra de ese apego de Bellini a elementos arcaicos fue la la elección de una mezzo para interpretar el papel de Romeo, una decisión ya en desuso para la época.
Solvente batuta
El encargado de que la música discurra sin sobresaltos dentro de este desequilibrio estilístico será el maestro Ralf Weiker (en la imagen). El director austríaco (St. Florian, 1940) llega precedido de una solvente trayectoria que le ha llevado a desempeñar cargos de responsabilidad en la Ópera de Frankfurt y Zúrich, donde estuvo más de una década como responsable musical. Acaba de grabar El barbero de Sevilla con Gruberova y Flórez. El intrincado apartado vocal estará defendido por un elenco encabezado por tres valencianos con más que incipientes carreras internacionales: la soprano Eugenia Pont-Burgoyne, Giulietta, Marina Rodríguez Cusí, estupenda Enrichetta en I Puritani canario, en el papel de Romeo, y el tenor Manuel Beltrán como Tebaldo.
Carlos Forteza
El Cultural