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La osada y a la vez cauta juventud de Beethoven

9/12/2020 |

 

https://www.lavanguardia.com/cultura/20201208/6103406/juventud-beethoven-aniversariio-sinfonia.html

El genio de Bonn compone su Primera Sinfonía en el 1800. Ha llegado a Viena, solo, ha de hacerse un hueco en la escena y necesita agradar

Héroe y demiurgo, modelo de inspiración romántica, agitador de conciencias políticas, paradigma del dolor sublimado. El aura de Beethoven escapa a la razón, su vocación y sentido de la modernidad alimentan una leyenda que se extiende a lo largo de los siglos y que va más allá de la idea estereotipada del músico solitario y marginal que ansía su sitio en la sociedad. Beethoven es más que nunca un misterio irresoluble. A él se han acercado –y se han rendido– infinidad de creadores, de Warhol a Kubrick, de Dalí a Max Ernst... Y el ideal de fraternidad que se le atribuye ha reunido a su alrededor una gran diversidad de públicos. Milagrosamente ha resistido todo tipo de banalidades y anuncios televisivos. Doscientos cincuenta años después de su nacimiento cabe preguntarse cuán distorsionada ha quedado su figura.

La pandemia habrá truncado los festejos del 250º aniversario de Ludwig van Beethoven pero su música ha seguido estando más presente que nunca. Su leyenda no ha dejado de crecer desde su muerte, en 1827; desapareció el hombre y nació un mito. El siglo XIX, el del culto a los grandes hombres, le define para siempre como genio, un profeta. Después de él, la nada. A nueve días de la fecha de nacimiento de este artista trágico con una historia de orfandad, sordera, temperamento, soledad... –para algunos el 16, para otros el 17 de diciembre–, La Vanguardia se acerca a aspectos de su persona a través de nueve puertas, una por cada sinfonía que escribió y que irá abriendo con ayuda de teóricos y artistas

¿Por qué las sinfonías? La historiografía nos ha presentado a un Beethoven en tres periodos: el primerizo, el joven virtuoso que llega a Viena; el heroico, el suicida que decide sublimar la sordera, y el tardío, de turbulencias políticas y permanente revolución artística. Y ha tomado sus sinfonías como referente de esta subdivisión. ¿Por qué, si las sonatas para piano son más numerosas (32) y también los cuartetos de cuerda (16)? Como apunta el historiador, músico y doctor en Humanidades Carlos Calderón, las sinfonías siempre se han considerado el producto final, resultado del laboratorio que eran las sonatas y del prototipo presentado ante el público que eran los cuartetos.
Esta serie de artículos sigue el orden cronológico de esta integral sinfónica, asomándose en la Primera de la mano del maestro Gustavo Gimeno, que lleva camino de convertirse en la batuta española de mayor proyección internacional. Titular de la Filarmónica de Luxemburgo y desde este año pandémico también de la Sinfónica de Toronto (aunque no ha podido estrenarse debido a las restricciones de movilidad), sigue en activo grabando y ofreciendo conciertos en Life streaming, pero también tocando in situ... “La semana que viene dirijo la 7.ª de Bruckner en Les Arts de Valencia –comenta–, lo mas grande en volumen que he hecho en esta pandemia. Y tendremos a Javier Perianes tocando el Concierto núm. 4 de Beethoven”.

¿Qué Beethoven revela la 1.ª Sinfonía?

“Creo que es un Beethoven ambiguo en su actitud. Cauto y osado a la vez, tímido y decidido... que observa el pasado pero se expresa a través de esa voz propia que tanto desarrollará en los años siguiente”, apunta el maestro valenciano, quien dice tenerle un especial cariño a este periodo joven de Beethoven aun sin ser revolucionario ni radical. “Las dos primeras –prosigue– son tan simples, tan refinadas y económicas... La orquestación es la típica del periodo clásico, no hay ruptura. Pero las encuentro curiosas porque en parte son originales: se relacionan con lo anterior pero tienen una gracia y un tono especial y característico, no son ni Mozart ni Haydn. En la Primera hay algo paradójico: el primer compás es disonante, un acorde en 7ª que resuelve en pizzicato y luego se detiene. Silencio. Y así otros dos compases, como si estuviera intentado caminos y decidiendo que no funcionan. No era el inventor de eso, Haydn ya lo hacía, pero es que ¡lo hace desde el principio! ¿Es una broma, es un reto para el oyente, un poco de todo? Y luego está la manera impulsiva de escribir los sforzando, ese ímpetu, esos acentos... Es personalidad, ganas de impresionar. Y la sonrisa picara del que sabe que va provocarte alguna sensación”.

Beethoven ha llegado a Viena, solo, y siendo un joven no vienés ha de hacerse un hueco en la escena, ha de buscarse apoyos que le permitan vivir de la composición. De alguna manera, es alguien que tiene que persuadir musicalmente, necesita agradar.

“Quiere tener un distintivo que sea reconocible, pero a al vez hay reservas, un cuidado. No se atreve a dar elementos de ruptura, como si quisiera penetrar en el contexto existente pero también ser escuchado Sabía que tenía que esforzarse en hacerse un hueco, y además llegaba con un sentimiento de inseguridad o de inferioridad en parte, porque aterriza en un entorno que a él también le impresionaba, teniendo a Haydn, Mozart y Salieri de referentes. Pero tiene fuerza interior”.

Esta primera Sinfonía representa el optimismo de la juventud, la curiosidad, aun hay poco drama aunque es probable que hubiera indicios de pérdida de audición y dificultad para relacionarse con la gente. “Seguramente evita encontrar a gente y pasa horas componiendo ” .

La acogida de la Primera Sinfonía fue bastante contradictoria. Donde unas críticas veían una sinfonía con mucho arte, novedad y riqueza de ideas -"aunque los instrumentos de viento estaban demasiado utilizados, de tal forma que parecían más una música militar que una música de orquesta de conjunto"- otras consideraban: "No hace más que desgarrar brutalmente el oído, sin llegar jamás al corazón".

¿En qué artista del siglo XX podría haberse visto reencarnado Beethoven? “Quizás en Miles Davis o Picasso, en el sentido que concretan lo anterior y ofrecen un cambio; recogen un testigo y lo envían en otra dirección”, concluye Gimeno.

"Él conectaba Mozart con el Romanticismo. Y Miles Davis toca bebop con Charlie Parker, luego hace jazz modal y experimental, y más tarde fusión con el rock. En su caso pasa por varias épocas. En el caso de Beethoven es una línea más continua y osada. Se amplían todos los limites en una dirección. No es un zigzag como hizo Davis en su rupturas". 

MARICEL CHAVARRÍA
La Vanguardia

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