Ligeti, ilusionismos sonoros
27/1/2003 |
El compositor húngaro György Ligeti va a cumplir 80 años. En el Auditorio Nacional se presentan la próxima semana dos conciertos monográficos dedicados a su deslumbrante trayectoria.
Kylwiria es un país que dicen imaginario pero cuya existencia está fuera de toda duda. Hasta nosotros ha llegado un detallado plano que delimita sus fronteras y determina su localización, poseemos el conjunto de reglas que rigen su organización social y hasta las claves de un idioma único y de imposible parentesco con el resto de lenguas del mundo pero que facilita la fluida comunicación entre sus habitantes. Todo en Kylwiria está calculado con una precisión extraordinaria, trazado con exactitud científica y ordenado con generosidad de artista, aunque nadie haya visto jamás a uno de sus habitantes, ni haya sido posible localizar el territorio. Así lo recuerda György Ligeti cuando al evocar su infancia describe ese mapa que trazó de pequeño siguiendo lo que entonces todavía era un impulso inconsciente por hacer de la apariencia una realidad.
Lo que ha venido después no ha sido otra cosa que la continuación de tal empeño, pues nadie como él para hacernos comprender la necesidad de horadar en la materia artística con precisión milimétrica hasta convertir la obra en un objeto solvente e intachable. La capacidad de comunicación de la música de Ligeti siempre ha estado ahí, en su trazo preciso y en la contundencia de su acabado; el encanto, en la capacidad de hacer de la paradoja una forma de expresión. Jamás Ligeti se ha conformado con convertir la ilusión en un fin jugando con la sola apariencia de lo real, tal y como sucede en el arte figurativo. Ha querido ir más allá preocupándose por la aparición engañosa del objeto, por transformar la materia hasta hacer que realidad y ficción se den la mano. Sabido es que el colmo de la verdad es la aparición de la mentira. Por eso Ligeti conserva en su memoria la visión que en su juventud tuvo de la máquina que Chaplin cuida en Tiempos modernos: un objeto sorprendentemente absurdo, técnicamente intachable, asombrosamente complejo pero sencillamente inútil. Tal vez, tras ver aquellas imágenes comprendió la necesidad de establecer una razonable distancia ante el objeto. Ésta es la razón por la que buena parte de su trabajo se elabora al detalle, con minuciosidad casi microscópica, mientras el oyente desde fuera, observándolo desde una perspectiva general, lo percibe con inquietante solemnidad. Lo que en el fondo de la obra puede estar en continuo movimiento, amasando una compleja textura sonora, en la distancia llega a parecer algo estacionario.
Jugar con las formas
Con la frescura de una mente siempre en renovación, György Ligeti cumple ochenta años el 28 de mayo. A él se dedican, ahora, dos de los conciertos del ciclo Música de hoy, reuniendo obras que alcanzan un arco vital que se inicia a principios de los cincuenta y desemboca en la década de los noventa. Desde la pianística Música ricercata en la que el compositor se propuso estudiar las posibilidades de desarrollo de elementos aislados como una nota, un intervalo o una situación rítmica, hasta la moderna Sonata para viola en la que juega con viejas formas de la tradición musical como la chacona o indaga en su memoria retornando a sonoridades de la música folclórica rumana que escuchara de niño pero que inserta con la aliteralidad del recuerdo. Por el camino quedarán ejemplos de las formas inmóviles, estáticas y bidimensionales que empezaron a preocuparle en la década de los 60, de aquellas músicas que se impregnaron de otras de ascendencia medieval o se abrieron a las posibilidades rítmicas de África, el Caribe o los gamelanes balineses, del juego formal o la sencillez armónica, de las estructuras fractales o las melodías virtuales. Porque la andadura de Ligeti en estos años es tan deslumbrante como su propia música, siempre en renovación, negando la rigidez y los presupuestos, tratando de hacer que sea comprensible lo que sobre la partitura puede sorprender por desorbitado. Pareciendo lo que no es.
Alberto González Lapuente
Abc