John Eliot Gardiner: “Me fascina hacer un peregrinaje musical por el camino de Santiago”
2/4/2004 |
Al frente del Coro Monteverdi y de los English Baroque Soloists, Sir John Eliot Gardiner inicia el 1 de abril en Oviedo una gira que le llevará a Cuenca, Murcia y Zaragoza. Como obra única, la Misa en Si menor de Bach. Con motivo de esta visita ha ofrecido una entrevista a El Cultural en la que desgrana, en primicia, su inminente proyecto de peregrinación por el camino de Santiago.
Sir John Eliot Gardiner se proyecta como uno de los indiscutibles referentes de la interpretación actual. El pasado año cumplía sesenta años, que han aguantado una pila de proyectos en su espalda. Vuelve con la Misa en Si menor de Bach. Junto a los English Bach Soloists, interviene el Coro Monteverdi, que fundara hace ya cuarenta años, y que será protagonista de nuestra vida cultural el próximo verano ya que desde el día 15 de julio, en la catedral de Jaca, hasta el 31, en Compostela, el conjunto británico recorrerá en peregrinación el Camino de Santiago.
Hombre cultísimo, gran conocedor de la música y de su historia, a Sir John Eliot Gardiner se le iluminan los ojos cuando, con esa media sonrisa que le caracteriza, se le interroga por su sorprendente afán por las peregrinaciones. “No creo en hacer conciertos por hacerlos. Toda mi carrera se ha sostenido sobre proyectos más o menos ambiciosos. Fruto de uno de ellos nació el Coro Monteverdi y, posteriormente, las orquestas con las que he trabajado. Después vinieron otros en torno a compositores –Rameau, Mozart– y, más recientemente, vino la gira mundial dedicada a Bach. Luego ha sido Hector Berlioz, que culminó con las representaciones de Los Troyanos en el Châtelet de París el pasado otoño. Llevar a cabo una peregrinación por las iglesias del Camino de Santiago me parece un proyecto fascinante”.
–¿Cómo surgió?
–Cuando estuve en 2000 en Santiago de Compostela, dentro del itinerario bachiano, me dije ¿por qué no hacer un peregrinaje musical siguiendo el Camino? Aunque no todos los kilómetros, vamos a andar todos los días porque queremos compartir el espíritu de los peregrinos. Recorreremos doce lugares de Aragón, Castilla y León, Rioja, Asturias para culminar en la catedral de Santiago. En la Edad Media, los peregrinos viajaban y cantaban. Necesitaban cargar las baterías espiritualmente, cosa que hacían en las iglesias. Esas piedras están llenas de música. El programa está, básicamente, concebido en torno a la música española de los siglos de Oro, con autores tan importantes como Morales, Victoria, Guerrero, Lobo. De igual forma, incluiremos piezas del Códice Calixtino así como alguna obra franco-flamenca que tanta trascendencia tuvo en España. Todo a capella, con el Coro Monteverdi, sin emplear instrumentos.
Pasión italiana
–Por cierto, ¿por qué llamó Monteverdi a su coro?
–Cuando se creó en los sesenta, no existía ningún conjunto de estas características en Inglaterra que aportara la pasión italiana, tanto religiosa como dramática. Para mí Monteverdi es como un autor fetiche, es el primer gran creador moderno que intenta trasmitir todas las emociones y las articula en música. No se olvide que en aquellos años la emoción no estaba bien vista en la música. Todo debía ser pulcro, asépticamente limpio. En realidad, fue mi primer proyecto.
–Al que siguieron otros.
–Siempre me han gustado los retos por muy difíciles que resulten. Ahora se ve más normal, pero no quiero decirle los problemas que tuvimos para grabar la Sinfonía Fantástica de Berlioz con criterios historicistas, sobre todo para reunir algunos instrumentos. Luego hemos seguido trabajando en torno a Schumann, Brahms y Mozart con resultados importantes.
–Su batalla por Berlioz ha logrado un gran reconocimiento. Su concierto en Madrid fue calificado como uno de los acontecimientos del pasado año por El Cultural.
–¡Adoro Berlioz! Cuando Colin Davis hizo Los Troyanos hace cuarenta años, estando yo en Cambridge, me quedé fascinado por la manera como usa la orquesta. Creo que no le hemos dado el auténtico valor en la historia. Su orquesta es tan expresiva y utiliza el coro como si fuera un coro griego. Era un vanguardista genial. Dramáticamente, en Los Troyanos me interesa su manera para resolver el conflicto entre el deber y las emociones.
–Es lógico que no fuera aceptado en su época.
–Berlioz era crítico en la prensa y, además de ser un gran escritor era un hábil polemista. Por eso se ganó muchos enemigos. Sin embargo, Wagner le dedicó una partitura donde le mostraba su respeto como el más grande compositor francés. Hay mucho de Berlioz en Wagner. En Francia ha tardado en ser reconocido, pero ahora es diferente, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, en la medida en que la estética wagneriana es menos fuerte.
–Usted ha comentado el paralelismo con Goya.
–Berlioz era diferente a sus contemporáneos, como Goya a los suyos. Si se analiza la obra de Liszt, Wagner, Schumann, se ve que son personalidades diferentes pero que la paleta es la misma. Con Berlioz no. Si se escucha la Sinfonía Fantástica es como Goya con las pinturas negras. Tienen en común su tratamiento cinematográfico, cada uno en su contexto. Berlioz es increíblemente moderno. Estoy seguro que hoy día hubiera escrito para Spielberg por su sentido heroico. También dirigí en Zúrich, Benvenuto Cellini pero tuvo mucho de compromiso. Sin embargo, es una obra muy interesante. El Carnaval con coro es una orgía de sonidos.
–Su particular batalla tiene que ver también con los instrumentos.
–En Los Troyanos conseguimos utilizar los sax horns. Eran unos instrumentos concebidos en su época. Encontramos a un chico que los coleccionaba. Aunque ahora se hacen con trompas naturales, sin embargo el efecto es como si fuera Gershwin.
Recrear el sonido del pasado
–Tiene mucho de arqueólogo.
–No es arqueología, perdón. Él escribió para esos instrumentos, ¿por qué no intentar recrear ese sonido?
–Vuelve ahora a España con Bach, ¿qué sacó de su peregrinación?
–(Se queda meditando) Estoy escribiendo una biografía, en la que intento buscar al hombre, lo que me parece muy difícil. Tengo que decir que la mayoría de los libros sobre él no me gustan, me resultan muy aburridos. Esa imagen como si fuera poco menos que un evangelista... ¡Era un hombre! Resulta difícil de reconstruir su biografía porque nos han llegado pocos datos. Pero aunque su música pueda resultar perfecta, el hombre aparece lejano.
–¿Por qué le interesa tanto?
–Es que a mí me fascina cómo podía escribir una cantata cada semana, entre otras cosas, con todos esos niños (tuvo veinte hijos) y con su mujer, luchando a brazo partido para mantener un nivel adecuado. Claro, detrás hay una técnica, una facilidad increíble en el teclado. Pero fíjese, su obra se desarrolla a partir de los veinte años. No nos ha llegado música compuesta en su adolescencia ni en su primera juventud. Desde luego, Bach no era un niño prodigio como Mendelssohn o Mozart.
–Hablando de éste, ¿va a dedicar un esfuerzo especial en su aniversario en 2006?
–Bueno, en 1991 quedamos un poco saturados de Mozart. Voy a dirigir la Finta giardiniera en el Covent Garden. En su día hice muchos proyectos, pero momentáneamente, no más. Pero, perdone, me gustaría volver al problema de las biografías. Escribir sobre música es siempre difícil. Se escribe sobre un hombre o sobre su música y es complejo establecer los parámetros sobre sus emociones, cuándo está enfadado o si está triste. Pocos musicólogos que escriben sobre compositores aciertan. Cuando leo algunas biografías tengo la impresión de que siempre falta el hombre detrás de la música. Tampoco veo, por ejemplo, que los musicólogos sepan valorar el sistema económico y político y cómo se aplica esto a la música.
–¿Qué perspectiva artística tiene?
–El tiempo te hace valorar las cosas. Por ejemplo, yo he dirigido un compositor como Chabrier. Es música muy agradable aunque si no la hubiera dirigido no pasaría nada. Pero si yo no hubiera hecho a Bach, Haendel o Rameau, mi vida hubiera sido infinitamente más pobre. Descubrir esas claves me motiva. Tenemos la obligación de búscar en el pasado, para interrogarnos qué es lo que transmite y qué no, y cómo debemos hacerlo. Es importante para el intérprete y para el promotor. Hay mucho trabajo que hacer en la promoción de la música. Comparativamente en España se ve gente joven pero en Gran Bretaña la atmósfera de los conciertos empieza a ser un problema. Me aterra que los jóvenes puedan llegar a perder la curiosidad por nuestro pasado.
Luís G. Iberni
El Cultural