La lírica, y la música clásica en general, no ha sido un colectivo especialmente golpeado en catástrofes aéreas, como sí sucede, por ejemplo, en el campo del deporte. Pero ahora las estadísticas han cambiado: en el Germanwings Barcelona-Düsseldorf viajaban dos intérpretes del «Siegfried» del Liceu barcelonés que se representó hasta el pasado lunes. El bajo-barítono de Kazajistán Oleg Bryjak, residente en Alemania y que encarnó a Alberich en tres de las siete funciones de la obra de Wagner, era uno de ellos. También la contralto alemana Maria Radner, nacida precisamente en Düsseldorf e intérprete del papel de Erda en dicha ópera, pereció en el accidente; esta última, por desgracia, viajaba acompañada de su marido y del bebé de ambos.
Bryjak y Radner estaban desarrollando carreras muy centradas en la obra de Richard Wagner; ambos ya habían debutado en el Festival de Bayreuth y la contralto había recibido aplausos por su participación en el «Anillo» del Met de Nueva York; este verano, además, debía regresar a Bayreuth. Los dos cantantes participaron en el segundo reparto del citado «Siegfried» dejando al Gran Teatro barcelonés sumido en un sentido duelo.
En otros accidentes aéreos aparece el nombre de la en su época famosa cantante lírica –pero de «musicals» de Broadway y de cine- Grace Moore, fallecida en 1947, o del famosísimo músico de jazz Glenn Miller, muerto en el Canal de la Mancha en 1944, aunque la lista se engrosa en el mundo de la música popular, desde el célebre Carlos Gardel, fallecido en un accidente en Medellín (Colombia) en 1935, hasta estrellas del «country» como la gran Patsy Cline (accidente en Tennessee, EE UU, en 1963) o el recordado John Denver, desaparecido en California en 1997.
En el campo del rock, el jovencísimo Buddy Holly perdió la vida en un accidente en 1959, cuando tenía solo 22 años, los mismos de la promisoria cantante de «rhythm ‘n’ blues» Aaliyah, muerta en Bahamas en 2001.