2/1/2015 |
En su actuación, toda ella de un muy alto nivel global, maravillosamente tocada por la orquesta –como siempre–, hubo algunos jalones especiales: tres de los grandes Valses de Johann Strauss hijo, los «Cuentos de Oriente» –programado por Barenboim en su primer concierto en 2009–, el infrecuente y hermoso «Al Elba», y el más popular «Vino, mujeres y canciones»; las deliciosas «Golondrinas de Austria» de Josef Strauss, el hermano menor, que es una especialidad de la Filarmónica; y la «Polka de los estudiantes» de Johann. Y al corredor de fondo no le faltó fuelle para «rubatear» a la vienesa el nada fácil «Vals de las Aceleraciones» ni para tirar de la orquesta en «El Danubio azul». Y como Barenboim, la conclusiva «Marcha Radetzky» de Johann padre no se la dirigió a la orquesta, sino al público, vuelto hacia la sala, y hasta parcelando –no siempre con éxito, algunos espectadores parecían no haber oído la Marcha en su vida y desde luego desconocer el ritmo binario– las palmas tradicionales, que señalaba por gradas y pisos.
Toda la velada transmitió euforia y alegría, cualidades muy poco de moda, y Mehta participó en las bromas usuales, tales como pasar copas de champán a los instrumentistas durante el «Champagne-Galopp» del danés Lumbye, o la descarga de confeti, que inundó la sala, accionada por el propio director al término de la «Explosionen-Polka». Las caras y las permanentes sonrisas de los músicos, ponían de manifiesto que no sólo se trabajaba, se disfrutaba. Todo ello dentro de la solidez técnica que es marca de la casa: Mehta es un perfeccionista del sonido y proporciona a sus conjuntos –bien lo sabe la Orquesta del Palau de Les Arts de Valencia– una impresión de absoluta seguridad
La Filarmónica de Viena ya ha anunciado –lo ha hecho esta mañana, en su web, nada más concluir el concierto- al responsable musical del venidero 2016, el maestro letón Mariss Jansons, triunfador de las ediciones de 2006 y 2012, con lo que parece que los «Philharmoniker» van dejando de lado en esta materia a su dimisionario director titular de la Ópera de Viena, el austríaco Franz Welser-Möst, excelente en otra tipo de manifestaciones, pero que, en sus dos intervenciones en el Año Nuevo, pareció aburrirse como una ostra. Su cargo en la Staastsoper lo convertía en el virtual director del conjunto, y eso le daba la opción de hacerse cargo del concierto al menos cada dos años, pero desde su actuación en 2013, la institución ha ido prefiriendo a «amigos de la familia», como Barenboim, Jansons o el proteico Mehta, con el que se cuenta también para el otro gran evento multimedia, el multitudinario «Concierto del solsticio de verano» del palacio de Schönbrunn, que tendrá lugar en el mes de mayo. Los músicos vieneses saben que con «los suyos» el éxito está asegurado.
J. L. PÉREZ DE ARTEAGA.
La Razón