Jordi Savall eligió el mismo salón en el que Einstein dio una conferencia en Barcelona para ampliar los motivos de su renuncia al Premio Nacional de Música, que otorga el Ministerio de Cultura. “Ha sido un sacrificio doloroso y me sabe mal por el jurado que me ha premiado y se lo agradezco, pero no podía aceptar un premio de las manos de un gobierno que nunca ha cumplido una de las tareas principales, que es ayudar a que la cultura esté presente en la vida y sea accesible a todo el mundo”. Savall hablaba bajo, pero claro, en la sala de Reial Acadèmia de les Ciències i les Arts, entre los plafones alegóricos de las siete ciencias y artes de una institución creada en la Ilustración y que conserva un rico archivo con libros de Galileo, antiguos astrolabios y azafeas, el reloj astronómico del suizo Albert Billeter o la cámara que obtuvo el primer daguerrotipo en España. Un escenario elegido para visualizar lo que Savall quería expresar. “Imagínense un Museo del Prado que sólo expusiera pintores de los últimos años y esto es lo que pasa en música, no se representa la música de antes de Mozart, no hay ninguna institución publica que apoye a esta música , que está solo en manos de la iniciativa privada. Desde hace siglos la música no está valorada como un arte superior, porque hay una ignorancia brutal en los niveles más altos de los políticos. No la valoran porque la desconocen”. ¿Incluyendo entre los ignorantes al ministro Wert?: “Nunca lo he visto en un concierto”, dio como respuesta.
“¿Cuántas integrales hay de Bach?”, preguntó Savall a los periodistas. “Cientos”, le respondió una voz. “¿Cuántas integrales hay de Tomás de Vitoria?”, volvió a preguntar. “ Ninguna”, respondió él mismo. “Ninguna porque en España no se valora el patrimonio musical”. Propuso hacer una encuesta entre las clases altas sobre su conocimiento del patrimonio musical español. “Sería desolador”, comentó.
Jordi Savall enumeró un largo listado de agravios para demostrar que no había voluntad política de plantear en España una verdadera política musical: una ley de mecenazgo, un plan educativo, recuperar y difundir el patrimonio, un programa de conciertos y grabaciones, ayudas estables para proyectos sólidos y competitivos internacionalmente, un IVA europeo, un decidido apoyo a los músicos jóvenes, “que hoy no tienen ninguna seguridad”. En treinta años –”quizá no me arrodillé bastante”- sólo le recibió un ministro, Jordi Solé Tura -“y no sirvió de nada”- y, aun estando agradecido a la Generalitat, “lo mismo que digo para España, vale para Catalunya”. El músico reveló que durante la presidencia de Zapatero, le pidió audiencia y habló con su mujer (cantante). ´”Le quería plantear la creación de una Capilla Real de las Españas, que reuniera a los mejores músicos de toda España para recuperar y difundir el patrimonio de música antigua, pero nadie me hizo caso. ¿Cuántos viajes he hecho al INAEM para presentar proyectos y siempre con resultado negativo. Lo máximo que conseguí fue durante cuatro o cinco años unas ayudas anuales entre 25 y 30.000 euros para dar 50 conciertos de música española por todo el mundo”. En cambio, dijo, “me he reunido con ministros de Alemania, Francia, Bélgica…“.
Savall aludió a los músicos que intentan sacar adelante su música sin festivales ni ayudas y a los jóvenes que han estudiado “aquí o afuera y no tienen la mínima seguridad de interpretar las piezas”. “En Alemania en 1929 Mendelssohn puso en valor La Pasión según San Mateo, si aquí hubiéramos tenido alguien que hubiera puesto en valor el siglo pasado a nuestros músicos, a Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero o Tomás Luis de Victoria, la situación hubiera sido distinta. La ignorancia es uno de los grandes defectos del ser humano, el otro es la falta de memoria, sin luchar contra la ignorancia y la falta de memoria, no puede haber justicia. La música nos ayuda a todos a vivir, es una fuente de felicidad y como país. la música nos define como cultura, con un lenguaje comprensible para todo las culturas del mundo”.
Savall cree urgente una ley de mecenazgo. “Antes, eran la monarquía, la aristocracia y al Iglesia quienes favorecían la música. La Iglesia encargaba a los maestros de capital composiciones que hoy son nuestro patrimonio. Pero hoy la burguesía en lugar de invertir en la cultura de la ciudad o el país, el dinero va hacia paraísos fiscales y se pierde donde sabemos y sin ley de mecenazgo no se puede encontrar un equilibrio para que la música sea independiente y creativa”. Savall es consciente de al crisis . “La belleza no es suficiente cuando una cuarta parte de los españoles está en el umbral de la pobreza y el 50 % de los jóvenes no tienen un trabajo digno”, pero “sin cultura –dijo– la civilización desaparece”.
Jordi Savall fue preguntado por una lectura política de su renuncia vinculada al proceso soberanista. “Es una falsedad total que tenga relación con el soberanismo", dijo. El músico, repitió su conocida posición a favor de la consulta, pero ahí se detiene. "Cada uno –dijo- tiene la libertad para pensar el futuro que desea para su pueblo", y ha defendido que, en un mundo globalizado, los países pequeños van mejor, son más capaces de conservar la cultura propia y los gobernantes están más cerca de la gente.