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Xavier Sabata, el chico malo del barroco

30/4/2014 |

 


Tras el éxito del disco «Bad Guys», dedicado a los villanos de Haendel, el contratenor publica su nueva grabación, «Tamerlano», que acaba de presentar en Versalles

Xavier Sabata (Barcelona, 1976) acaba de cruzar medio mundo. Tras ofrecer un recital en Australia, en el Festival Hobart Baroque, voló a París para presentar, en el Teatro del Palacio de Versalles, la grabación del «Tamerlano» de Haendel (Naïve), que ha salido este mes a la venta. Un registro en el que está acompañado por Max Emanuel Cencic, John Mark Ainsley y Karina Gauvin, entre otros, y arropado por el grupo Il Pomo d’Oro, bajo la batuta de Riccardo Minasi. La ópera de Haendel acompañará durante este año al contratenor catalán, pues tiene compromisos para cantarla en Colonia, Viena, Hamburgo y, en enero de 2015, presentará el disco en el Festival Ópera Rara de Cracovia. Ciudad que ha visitado en varias ocasiones y que le ha granjeado numerosos fans, hasta el punto de que Wikipedia tiene una versión en polaco de su biografía (no existe ni en castellano ni en inglés). «Eso me han dicho, pero yo no la he visto todavía», se ríe Sabata.

En apenas una década, el intérprete se ha convertido en uno de los grandes contratenores del momento, eso sí, con más proyección internacional que nacional. «Hubo un tiempo que sentía cierta nostalgia, pero si las cosas van en una dirección yo mo me voy a resistir. Tengo la suerte de trabajar mucho en Alemania y en Francia, donde hay una gran actividad musical. No me puedo quejar, tengo muchos compromisos».

Primero la palabra

Tamerlano llega al mercado después del éxito cosechado por el disco anterior, «Bad Guys». «Nunca me había sentido un artista de discos. Siempre había pensado que mi espacio natural era la escena, pero cuando me propusieron hacer un proyecto en el Festival Haendel de Halle se me ocurrió una idea que estaba conectada con mi personalidad: interpretar a los personajes villanos del compositor». El programa de este registro sigue teniendo un gran recorrido: «Lo están pidiendo en varios sitios. Estoy muy contento porque para mí supuso una declaración de intenciones de cómo escojo el repertorio y cómo me gusta ponerlo en la sala de conciertos».

Los buenos resultados de «Bad Guys» -el título se lo sugirió la escritora Donna Leon, buena amiga de Sabata y que está detrás de algunos de sus proyectos- desembocó en la grabación de «Tamerlano» y también en otro proyecto, en solitario, que verá la luz el próximo otoño, «I Dilettanti». «Es un disco dedicado a compositores amateurs venecianos de finales del XVII y principios del XVIII. Me gustan mucho estas épocas de transición, cuando el estilo evoluciona. "I Dilettanti! está ligado a un aria que encontré en una biblioteca de Venecia, obra de un autor muy poco conocido, Giovanni Maria Ruggieri. A partir de ella, leí su biografía y vi que le llamaban el diletante, y me gustó la idea. Empecé a escarbar y encontré muchos nobles y personas con muy buena posición social -un abogado, un militar, un diplomático, un monje de San Marcos...-, personajes que tenían maneras de escribir muy diferentes musicalmente».

El contratenor destaca el carácter íntimo del disco. «No es operístico. Me gusta el estilo de ‘‘primero la parola y luego la música’’, quizá por mi procedencia. Como artista, me interesa trabajarme a mí mismo como lo hace un pintor, un escritor o un escultor, que buscan una voz personal para contar cómo se relacionan con el mundo».

Del teatro a la ópera

Sabata comenzó su trayectoria como actor de teatro después de estudiar en el Institut del Teatre de Barcelona. También ingresó en el Conservatorio de dicha ciudad, donde aprendió a tocar el saxofón. Su salto profesional al canto nació primero por curiosidad, «pero en el fondo fue necesidad. El teatro se me quedaba pequeño, me estaba aburriendo». Aunque cantaba como aficionado -entonces su registro era el de barítono, ahora es de contralto- no tenía una formación técnica. «Y ahí empezó la tragedia: cómo llegar donde quería. Cancelé todos mis compromisos e intenté irme a estudiar a Basilea, pero no me aceptaron pues ya tenía 26 años, así que ingresé en la Escuela Superior de Música de Cataluña».

Tan solo dos años después de empezar sus estudios de canto, debutó («demasiado pronto», considera) en «L’incoronazione di Poppea» en la Ópera de Lyon, bajo la batuta de William Christie, director con el que ha colaborado en numerosas ocasiones. «Para mí el escenario es un espacio natural, y a ciertos directores de ópera -Bill es un hombre de teatro- les gusta que los cantantes estén vivos, que tengan recursos teatrales». Junto a Christie se presentó en el Teatro Real con «L’Orfeo» de Monteverdi y más tarde con «Il ritorno d’Ulisse in patria».

Sabata también ha probado suerte con la música contemporánea, con directores como Calixto Bieito, con el que ha trabajado en media docena de producciones, la mayor parte en Alemania, entre las que se encuentra «El gran macabro de Ligeti». «Sé lo que es trabajar con Bieito. Al final, terminas haciendo cosas que no imaginabas pero porque tú quieres. Calixto tiene la gran capacidad de crear un contexto en el que te sientes muy cómodo. Si entiendes su lenguaje, todo es posible. Pero lo que más admiro de él es su gran capacidad para leer música. Su trabajo no es gratuito, trata de subrayar la retórica de la música».

Sin compromisos operísticos en nuestro país, participará este verano en el Festival de Perelada en el que ofrecerá un recital con orquesta barroca.

susana gaviña
Abc

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