Calificado en su época como «el mago del violín» y «el moderno Paganini», Pablo Sarasate (1844-1908) logró concitar en el siglo XIX la admiración de toda Europa por sus dotes interpretativas. Dotes que convirtieron sus conciertos en verdaderos acontecimientos para los que era preciso acudir muchas veces a la reventa para lograr una entrada, como sucede hoy con las grandes estrellas del pop. Escritores célebres como Arthur Conan Doyle o Herman Hesse lo mencionaron en alguna de sus obras, y pintores como Whistler lo retrataron.
Su fama y prestigio superó fronteras y continentes, hasta el punto que en Japón existe una revista dedicada al violín bautizada con su nombre; mientras que en el campo de las grabaciones, Julia Fisher acaba de sacar al mercado un CD dedicado al músico español.
A pesar de todo esto, no es muy profusa la documentacion sobre la obra y la vida de Pablo Sarasate. Una carencia que viene a paliar una nueva biografía sobre el compositor y violinista nacido en Pamplona y fallecido en Biarritz, que ha sido realizada por la musicóloga María Nagore y publicada por el Instituto Complutense de Ciencias musicales (ICCMU). Un trabajo, «Sarasate, el violín de Europa», que retoma la investigación iniciada -y no concluida por su prematuro fallecimiento- por Luis G. Iberni, que ya se había adentrado en la figura de Sarasate con anterioridad en otro texto publicado en 1994.
«Me encargaron desde el ICCMU que continuara el trabajo, pero me encontré con que no había nada escrito. Luis tenía mucha documentación recogida, que yo heredé, y un índice de capítulos proyectado, pero tuve que completar la labor de recopilación de datos y elaborar el libro entero (lo que me hizo cambiar el proyecto inicial que él tenía). Sin embargo, me había contagiado el entusiasmo por la figura de Sarasate, y además me legó una documentación muy valiosa, por lo que el libro está dedicado "A Luis Iberni, in memoriam" y en la introducción le agradezco toda la parte que le corresponde», explica María Nagore a ABC.
-En su investigación descubrió que existían muchos errores sobre el músico, perpetuados en el tiempo. ¿Cuál fue el descubrimiento que más le sorprendió?
«He intentado rectificar errores y tópicos muy difundidos sobre Sarasate»
Pero el descubrimiento más sorprendente han sido las treinta cartas que encontré, después de dos años de búsqueda (sabía que existían por una referencia de Luis Iberni), dirigidas por Sarasate a su madre adoptiva (madame Lassabathie) desde América entre 1870 y 1872. Las localicé en la Sibley Library de la Universidad de Rochester (NY), y me descubrieron al Sarasate más humano: un personaje entrañable, divertido, ingenioso, ingenuo, despistado, muy apegado (exageradamente) a su madre adoptiva... eso me ha permitido hacer un retrato humano del personaje. También he descubierto su entrañable relación con el famoso pintor Whistler, reflejada en una correspondencia muy interesante...
-¿Este trabajo redefine la figura de Sarasate? ¿De qué manera?
«Lo que demuestro en el libro es que Sarasate nunca quiso ser compositor»
Tres estrenos
Coincidiendo con la presentación de esta nueva biografía, el Real Conservatorio Superior de Música de Atocha, que atesora el Stradivarius que Sarasate le legó -calificado recientemente como BIC por la Comunidad de Madrid-, va a acoger el estreno mundial de varias obras desconocidas del compositor, interpretadas por la joven violinista Ana María Valderrama y el pianista Luis del Valle.
- ¿Cómo y dónde encontró las tres partituras que se van a estrenar este martes en el conservatorio, y cómo las calificaría?
-«Fantasía sobre Don Juan de Mozart», para violín y piano, la encontré en la Biblioteca Nacional de París, en una edición de hacia 1871. La razón de que nadie la hubiera «descubierto» antes se debe quizá a que hay otra «Fantasía sobre Don Juan» de Sarasate, también para violín y piano, de 1904, muy conocida. Probablemente se pensó que era la misma, pero son muy diferentes. La que se estrena ahora es una obra de juventud, por lo que es de menor dificultad que la fantasia posterior, que es muy virtuosística para el violín, y además los temas de la ópera sobre los que se basa son casi todos distintos. Sin embargo, es una obra de gran encanto e interés. En la investigación he encontrado datos de que Sarasate tocó ya en 1862, junto con su amigo el pianista Louis Diémer, un «dúo para violín y piano sobre Don Juan». Seguramente es esta misma obra, por lo que sería entonces una de las primeras obras compuestas por Sarasate (de ese año son las primeras obras que compuso, Sarasate tenía 18 años).
Otra de las obras que se va a estrenar es «Preludio para violín solo» que fue publicado en facsimil (firmado y fechado) en una revista española, «La Vida Española», en su número de 7 de octubre de 1905. Es una obra muy breve, de circunstancias. La encontré por casualidad, buscando datos de prensa sobre Sarasate. Y la tercera es una canción para voz y piano,-que interpretará Magdalena Llamas- titulada «L'Éventail noir» («El abanico negro»), con letra del escritor y periodista Eusebio Blasco, que fue publicada en 1885 en París dentro de una colección de partituras, el «Album du Gaulois», ofrecida por el periódico «Le Gaulois» a sus abonados (el volumen recogía obras breves de todos los compositores importantes de la época, entre ellos Liszt, Chaikovski, Dvorak...). Es una piecita de salón muy sencilla, dedicada a Madame Lalo (la mujer del compositor Édouard Lalo, gran amigo de Sarasate). Se trata de una canción muy breve, con ritmo de habanera y una melodía balanceante de gran encanto que evoca los «vaivenes» del abanico al que hace referencia el texto de Blasco. Buscando partituras de Sarasate, me encontré con todo el volumen de partituras subido en pdf en internet.
-A pesar de su éxito en Europa, no obtuvo el mismo reconocimiento en España en vida, ¿cree que Sarasate sigue siendo en la actualidad un músico no apreciado en la medida que debería serlo?