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Kaufmann contra Kaufmann

26/9/2013 |

 

 

Jonas Kaufmann ha cuajado como líder del escalafón de los tenores. Tanto por su posición hegemónica en los teatros y en los dineros como por el vuelo artístico que ha adquirido su carrera. Más aún cuando el bicentenario de  Verdi y de Wagner  le ha proporcionado este año un papel de eje en la temporada internacional. O Kaufmann o nada.

La afinidad a ambos compositores lo convierten en un superdotado. Sirva como prueba la aparición casi simultánea de los discos con que el tenor germano plantea su homenaje a Wagner y a Verdi. Ha elegido dos compañías diferentes, Decca y Sony, respectivamente, pero el alarde discográfico es una demostración absoluta de su liderazgo. Por lo que demuestra Kaufmann y por el camino que deja entreabierto.

En este último sentido, el disco dedicado a Verdi es todavía más comprometido que el de Wagner. Hasta el extremo de que Kaufmann introduce las arias de "Otello" anticipando en el estudio de grabación las ambiciones de tutear en escena el papel más temido del repertorio verdiano. Y el punto de inflexión que implica adentrarse en los roles dramáticos, corpulentos  y oscuros, camino de un viaje sin retorno.

Por eso llama la atención que su disco verdiano comience con "La donna è mobile". Entiendo el guiño comercial y comprendo que Kaufmann evoque sus tiempos de tenor lírico recreándose en la versatilidad, pero el célebre  pasaje de "Rigoletto" contradice el interés de la grabación. Produce un sobresalto negativo que luego el propio cantante corrige en las arias más propicias a su naturaleza musical y a su proceso evolutivo. Empezando por "Don Carlo", "Simon Boccanegra", "El Trovador" y "Macbeth".

 

Impresiona la sensibilidad de Kaufmann, la belleza inquietante de su instrumento, el empaque artístico con que se desenvuelve. Tal como sucede en su imponente disco de Wagner, el cantante bávaro matiza las arias verdianas y las convierte en minióperas de tanto aportarles tensión teatral y riqueza en las dinámicas: desde el pianísimo con que finaliza "Celeste Aida" al agudo elecrizante del aria de la "Pira". 

Hay colegas al acecho que tienen razones para discutirle el primado, se me ocurre el caso de Beczala, pero la autoridad con que Kaufmann resuelve su homenaje a Verdi y Wagner introducen los primeros síntomas de un tenor de época y señalan al heredero de Plácido Domingo, cuya abdicación en papeles baritonales ha dejado abierta la cuestión sucesoria a beneficio del tenor que mejor encarna la versatilidad y la personalidad artística.

El disco de Wagner aporta todas las pruebas. Lo hace en los pasajes heroicos y sucede igualmente cuando Kaufmann se atiene a la mayor pulcritud interpretativa. Es la razón por la que se ha convertido en un mayúsculo cantante de "lied" y el motivo por el que  he escuchado no sé cuántas veces el aria del tercer acto de "Lohengrin".

Rubén Amón
Blog de Pecho

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