Pilar Jurado (Madrid, 1968), soprano, directora de orquesta y compositora, es un volcán de actividad. Si no está preparando una obra sinfónica para algún encargo (tiene dos la temporada que viene, con la ONE y el CNDM), está en conversaciones para alguna grabación (tiene previstas dos para el próximo otoño), rueda un documental sobre su vida y, todavía, le queda tiempo para componer su segunda ópera (su debut en este género, «La página en blanco», la convirtió en 2011 en la primera mujer en estrenar una ópera en el Teatro Real).
El estreno absoluto de «Mi diva sin mí», con libreto de Eloy Arenas, tendrá lugar el día 27 de junio (se repetirá el día 29) en el Teatro de la Zarzuela dentro del ciclo Operadhoy, que dirige Xavier Güell. La obra es un retrato cómico, pero también dramático, de una soprano de éxito durante un ensayo en el que prepara sus nueva gira de conciertos. Sus conversaciones a través del móvil -entre las que intercala arias de óperas entreveradas en la partitura de Pilar Jurado- revelarán sus obsesiones, sus miedos y su soledad...
-¿Le ha resultado más fácil componer la segunda que la primera?
-No, es diferente porque es diferente lo que se cuenta, también el grupo instrumental, que aunque es más pequeño suena como una orquesta. Además tiene mucho humor.
-Después del drama de «La página en blanco» se ha inclinado por algo más ligero...
-Me parece que la música contemporánea al final siempre se queda en esa parte tan abstracta o metafísica de la historia que se desliga mucho del público, y creo que en este momento la gente necesita reírse. Una de las óperas del siglo XX que más se han interpretado es precisamente «El gran macabro» de Ligeti, porque tiene mucho humor. El humor te ayuda a mostrar cosas que tal vez en serio no te atreverías a contar.
-Detrás de una broma siempre hay cierta carga de verdad...
-Yo creo que esta obra está llena de verdades. Eloy Arenas ha escrito un libreto fantástico.
-Como en la primera ópera, usted es la protagonista, pero aquí ha delegado el texto en otra persona...
-He participado mucho en la escritura de este libreto. Hemos trabajado mano a mano. Me ha encantado colaborar con Eloy porque conoce muy bien la relaciones hombre/mujer en un momento en el que estas son muy complicadas porque las mujeres exigimos mucho y a los hombres les hemos descolocado. Todo eso llevado a la vida de una diva resulta más evidente, pues es un personaje más visible que hace sombra a los hombres que la rodean.
-¿En esta ópera Pilar Jurado se ríe mucho de sí misma?
-Yo siempre me río mucho de mí misma. El sentido del humor es muy importante en mi vida.
-¿Por qué ha querido centrar el argumento en una diva?
-Me parecía divertido hacer un paralelismo con la película «Prueba de orquesta» de Fellini, en la que todo sucedía en una sala de ensayo. Me apetecía hacer algo que se pudiera mover con facilidad. Cuando haces una producción grande te das cuenta de lo complicado que resulta llevarla a otros teatros o cerrar otros compromisos. En un momento de crisis, este montaje no requiere muchos medios pero sí un gran iluminador, como es Juanjo Llorens. La luz juega un papel muy importante en esta ópera porque construye diferentes ambientes que permiten reflejar tanto la fuerza como la fragilidad de esta mujer, cuya vida profesional condena casi al fracaso a la personal. Es algo que se puede aplicar no solo a una diva sino a cualquier mujer que triunfa en su carrera. Al final tanto esfuerzo parece que no merece la pena.
-Usted ha triunfado como soprano y como compositora. ¿Alguna vez se ha sentido así?
-Aunque no sea exactamente este personaje -llevado aquí al extremo-, estamos hablando de situaciones que son parecidas. Al final acabas haciéndote fuerte en determinadas parcelas de tu vida y muy vulnerable en otras. Es cierto que algunas de las cosas que se hablan en esta obra me tocan de refilón.
-Canta, compone, escribe... parece que quiere controlarlo todo.
-No es cierto. Lo que sucede es que cuantas más parcelas controlas más difícil te resulta dejar que los otros hagan cosas en las que tú sabes lo qué quieres y cómo lo quieres. Intento delegar, pero a veces me resulta imposible porque cuando vas a la velocidad a la que voy yo es muy difícil que los demás me sigan al mismo ritmo. Es una especie de condena que te pones a ti misma (se ríe).
-Entre nosotras, ¿es usted un poco diva?
-Yo qué sé, al final algo se pegará (se ríe). Siempre lo he dicho, sobre un escenario hay que ser muy divo, que viene de divino, porque ahí se está produciendo algo muy especial. El título de diva te lo tienen que otorgar los demás. En los ensayos soy otra cosa muy diferente a ella. ¿A que sí, Titus?-, le pregunta al director musical de la ópera, Titus Engel.
-Not yet [No todavía]-, matiza el director, que ha quedado con la soprano a comer. Carcajada general.