Y su poderío va incluso más allá: subió al escenario a pesar de encontrarse bastante mal de salud –antes del estreno tuvo mareos y vómitos-, pero cumplió con su público, incluso aceptó departir con los mecenas del teatro en una recepción que le brindaron a ella y a la compañía después de la función.
Pero el triunfazo de la velada no solo se debió a la entrega de la Netrebko: en el podio Valery Gergievofreció una versión rotunda de esta poco divulgada ópera, al mando de unos cuerpos estables de lujo, los del Mariinski de San Petersburgo, una orquesta que conoce el estilo melódico y rítmico de Chaikovsky como nadie y de un coro en excelente forma; en esta gira, los conjuntos rusos no se han limitado a interpretar esta “Iolanta” liceísta, ya que el viernes ofrecían un concierto Chaikovsky en l’Auditori barcelonés, el sábado un segundo programa Chaikovsky en el Auditorio de Girona y el domingo una segunda función de “Iolanta” antes de emprender viaje por otras siete ciudades españolas... Un no parar.
A estos mimbres se unió un plantel de solistas vigoroso e igual de entregado, encabezado por el brillante tenor Sergei Skorojodov como Vaudémont, por el consagrado bajo Sergei Aleksashkin como el rey René, por el extrovertido Robert de Alexander Gergalov o por la atractiva Marta de Natalia Yevstafieva, estos tres últimos, grandes representantes de la mejor tradición vocal eslava. Una fiesta rusa en una velada inolvidable.