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Sus rizos llegan dispuestos a levantar una auténtica revolución en el tradicional concierto de Europa, el próximo 1 de mayo, que será transmitido en directo por TVE desde Viena y para el que los músicos de la Filarmónica de Berlín han elegido este año como escenario el pabellón de invierno de la Escuela Española de Equitación de la capital austríaca. "Cuando dirijo, no busco solamente un evento musical, sino un acontecimiento humano. Ahora mismo estamos definiendo lo que será una orquesta en el siglo XXI y cada paso es trascendente", dice.

Este Bisbal de la clásica tiene sólo 31 años, una gran capacidad de imprimir dinamismo hasta en la orquesta más apoltronada y su trabajo es seguido muy de cerca por los directores consagrados. "Soy un vino joven, pero con mucho carácter", dice sobre sí mismo. Simon Rattlel, que dirigió el año pasado en el Teatro Real de Madrid este concierto con el que la Filarmónica de Berlín celebra su aniversario, ha dicho recientemente que "el Sistema es lo más importante que está ocurriendo ahora mismo para el futuro de la música clásica", en referencia al proyecto de orquestas juveniles e infantiles de los barrios pobres de Caracas, creado por el maestro José Antonio Abreu, que ha transformado ya la vida de unos 300.000 jóvenes y del que Dudamel se siente "parte y producto".

Bajo la batuta de Dudamel y con el violonchelista francés Gautier Capuçon como solista, la prestigiosa orquesta interpretará obras de Johannes Brahms como 'Variaciones sobre un tema' y 'Concierto para violonchelo y orquesta', de Joseph Haydn y la 'Quinta sinfonía', de Ludwig van Beethoven, en un programa que entiende como un respiro, tras su reciente y ambicioso 'Proyecto Máhler', en el que ha unido a sus dos familias musicales, la Simón Bolívar venezolana y la Filarmónica de Los Ángeles, de la que es titular desde los 28 años. Él mismo describe la experiencia como "una locura: dos orquestas, dos países, 200 músicos, 2.000 cantantes, cinco semanas y nueve sinfonías y media".

Su visión acelerada de los acontecimientos procede quizá de su apretada agenda, o del subidón del Grammy que acaba de recibir, pero hay en él una constante intención, incluso necesidad, de rizar el rizo. "A medida que me adentro más y más en la música de Brahms descubro sus más profundos secretos y eso es lo que prometo desvelar al público", anuncia, al tiempo que lanza un mensaje cifrado a los gestores europeos que tanta admiración le rinden: "quiero dirigir Wagner", dice, de cara al futuro. Y quien dice futuro dice la próxima década, porque hasta entonces no tiene hueco. "Sí, veo mi agenda, y me doy cuenta de que tengo compromisos hasta en el 2019, y me asusta. Pero eso forma parte de la vida normal de un músico, de un artista", concluye, cómodo en el papel de diva.