La polémica en el arte, y especialmente en la música, suele ser buen aderezo para el éxito. Excepto, claro, si la controversia viene dada porque a uno le acusan de plagiar la obra de otro. A Osvaldo Golijov, autor de La Pasión según San Marcos y a quien Alex Ross señala en El ruido eterno como uno de los compositores contemporáneos más importantes, le ha sucedido esto último. El caso es que para algunos, su obertura Sidereus se parece demasiado a Barbeich, una pieza para acordeón de su compañero y amigo Michael Ward-Bergeman. Esta semana, el compositor -que traerá en julio su ópera Ainadamar al Teatro Real en una versión escénica de Peter Sellars- ha explicado a EL PAÍS lo que pasó y cómo se ha sentido en los últimos días.