Lluna, Claret i Gruithuyzen al Petit Palau
Concierto con carácter
4/3/2006 |
CICLO DE CÁMARA PETIT PALAU
Intérpretes: Joan Enric Lluna, clarinete; Lluís Claret, violoncelo; Jan Gruithuyzen, piano. Lugar y fecha: Petit Palau (27/ II/ 2006)
El ciclo de cámara del Petit Palau está adquiriendo una fisonomía apetecible. Por un lado, por los intérpretes - es importante dar lugar a los músicos españoles, que los hay buenísimos- y también por los repertorios, que a veces muestran aspectos poco frecuentes, y otros no por clásicos de menor interés. En este caso se dio una conjunción de estos aspectos con un resultado magnífico.
Día a día, con el paso de los años, vamos constatando la consistencia de las obras de Joan Guinjoan (Riudoms, 1931), y en esta ocasión Puzzle,para clarinete, violoncelo y piano, escrita en 1979, adquirió con estos intérpretes todo su brillo, dejando en evidencia sus enormes cualidades. Juegos de contrastes, timbres, tratamiento del discurso sin temor al rasgo melódico, todo un atrevimiento para aquellos años iconoclastas.
Destaca además la profundidad del episodio lento enfrentado a momentos de fuerza rítmica, con rasgos a veces piazzolianos, cuando esa referencia era aún desconocida, breves alternancias de solos, en fin, una fuerte conjunción expresiva que define una pieza magistral. Al mismo nivel se manifestaron sus dos compañeras de viaje: el Trío en si bemol op. 11 de Beethoven, y el Trío en la menor op. 114 de Brahms. Claret y Lluna hacen habitualmente trío con el pianista Colom, que en esta ocasión no fue de la partida.
Ya desde el comienzo, el trío de Beethoven dejó percibir el bello sonido del violoncelo de Claret, complementando un brillante diálogo el clarinetista Lluna; quizá el piano llegaba con demasiado sonido, aunque el tratamiento de la frase y el trabajo de acentos fue relevante.
Estupenda en términos generales, en cambio, la versión del trío de Brahms, con atractivos crescendos de intensidad en el diálogo del cello con el clarinete, y en este caso un adecuado equilibrio sonoro con el piano, en lo que vino a constituir un derroche de musicalidad y un final elocuente.
Jorge de Persia
La Vanguardia