L'OSV al Palau de la Música
Sugerente Malikian
16/1/2006 |
ORQUESTRA SIMFÒNICA DEL VALLÈS
Solista: Ara Malikian, violín
Director: Salvador Brotons, director
Lugar y fecha :Palau de la Música (14/I/2006)
El fino, delicado y sugerente sonido del violinista Ara Malikian, artista residente de la Orquestra del Vallès en esta temporada, dio carácter a este programa sabatino de la OSV en el que se interpretaron - un feliz acontecimiento- tres obras de Xavier Montsalvatge y la Cuarta sinfonía de Chaikovsky. Malikian desarrolla en la actualidad una particular carrera en la que incluye versiones discográficas de gran capacidad expresiva y sensibilidad.
Salvador Brotons dirigió con autoridad y buen criterio las partituras del autor y crítico catalán, abriendo el programa con una cuidada versión del Concertino 1+ 13 para violín y orquesta de cuerdas. Una obra formidable, de notables virtudes tímbricas y rítmicas, con una parte solista compleja y de mucho atractivo, que Malikian resolvió con exquisito sonido y carácter. Siguió el cuasi concierto para violín - Poema concertant per a violí i orquestra-,dedicado a H. Szering, que lo estrenó en Barcelona en los años cincuenta.
La obra de Montsalvatge presenta diversos perfiles estilísticos. Sus comienzos están marcados por el éxito de los sones americanos, y especialmente por la valorada, pero no aún en su justa medida, serie de Cinco canciones negras.Un prodigio de orquestación que no llega a manifestarse del todo en cambio en Calidoscopi simfònic,aunque esta partitura sostiene con carácter la gran calidad de su producción.
En la misma vena expresiva del Poema concertant,pues, siguió la introducción del Calidoscopi simfònic,una obra que continúa con rasgos de pantomima, escritura colorística en bloque con destellos melódico-rítmicos, y menos logradas referencias indianas, en la esfera de Aaron Copland. La Sinfonía n. º 4 de Chaikovsky cerró una sesión de intenso trabajo de Salvador Brotons y la orquesta, en un sentido real, ya que la fuerza y la tensión que imprimió el director a su discurso, de un extremo al otro de la partitura, no dio descanso a los instrumentistas.
J.D.P.
La Vanguardia