Hogwood diregeix la Simfonia Praga de Mozart amb l'OBC
Lección magistral
13/11/2005 |
Director: Christopher Hogwood
Lugar y fecha: Auditori (11/ XI/ 2005)
Poder hacer un buen Mozart con esta plantilla orquestal demuestra por un lado que hay que saber cómo, pero también permite tomar conciencia de que es posible. ¡Y lo es! E incluso en nuestro entorno hay buenos maestros para llevarlo a cabo. A ello hay que aspirar, a la profundidad de las cosas más que a su ampulosidad. Y Christopher Hogwood dio, una vez más, muestra de un excelente trabajo, casi una lección magistral de cómo se debe trabajar con estos músicos y estos repertorios y, casi diría, con todos. Porque allí está la clave también de la necesaria transparencia del gran Strauss. Existen recetas, todos nos las explican, pero falta esa mano maestra que aporta la sensibilidad necesaria para transformar una fórmula técnica en gran música.
En la Sinfonía número 38 en re mayor (Praga),se dio un buen trabajo con la percusión, que disponía no sólo del instrumento, sino también del toque adecuado para fundirse, para sobresalir; acentos subrayados con carácter y fraseo exquisito, elocuente y a la vez contenido. ¿Cómo? A través de la ligereza de la cuerda, con sonido en profundidad, con escaso vibratto, permitiendo la transparencia y a la vez el empaste y la homogeneidad, y, por ende, atención a los planos sonoros, a la dinámica, dejando circular el sonido puro, revelando el color.
También en las dos obras de Mendelssohn se dieron algunas de estas características: la Obertura en do mayor op. 101,tan poco conocida, y la poco ejecutada Sinfonía n. º 5,con su fuerte sentido religioso, tan bien subrayado, pero sobre todo la claridad expresiva y la respiración de la frase, que comunicó su magia al sensible público. Toda una lección de Christopher Hogwood y sus músicos; los nuestros.
Jorge de Persia
La Vanguardia