7/8/2019 |
Programa: 'La Traviatta' de Verdi
Lloc i dia: Festival Castell de Peralada
El director de escena Paco Azorín ha aterrizado la noche de este lunes en el Festival Castell de Peralada (Girona) con el estreno de una nueca producción 'La Traviata', de Giuseppe Verdi, en una propuesta contemporánea y rompedora estéticamente que el público ha aprobado con nueve minutos de aplausos.
La propuesta, que volverá a verse este miércoles en el festival ampurdanés, ha tomado forma bajo la batuta de Riccardo Frizza al frente de la Orquestra del Gran Teatre del Liceu, y ha sonado redonda con la interpretación de la rusa Ekaterina Bakanova, que acaba de interpretar este mismo papel en Florencia, Venecia (Italia) y Dresden (Alemania).
Bakanova ha sido la gran estrella de la velada con una voz fina y delicada pero tan convincente como su empoderado papel al frente de esta producción de vocación feminista _dentro de los límites de su libreto de Francesco Maria Piave del siglo XIX_ , en la que la soprano ha proclamado una nueva Violetta, dueña de sí misma pero víctima de su amor.
Tras el éxito alcanzado en 2015 con 'Otello' de Verdi, Azorín ha erigido sobre el escenario de Peralada una rompedora propuesta con la que ha dado un giro sobre todo estético a la tradicional historia de amor verdiana, con una Violetta empoderada pero prisionera de sus sentimientos en tres actos que ha sido intermitentemente aplaudida antes de una aprobación final.
Esta ópera, basada en la novela de Alexandre Dumas (hijo) 'La dame aux camélias' (1852), ha arrancado en la cumbre con un orgiesco primer acto situado en la gran y sensual fiesta que la protagonista, Violetta, da en el salón de su casa, celebrando los placeres de la vida con la festiva e icónica aria 'Libiamo ne'lieti calici'.
Sin esconder el incipiente amor de Violetta por Alfredo, esta primera aria ha avanzado de lo alegre y sensual hacia lo romántico, en un primer acto acompasado por la presencia de un pequeño cupido encarnado por una niña libre y deambulante sobre el escenario que después ha sido el hilo invisible del amor roto toda la función.
El dramático segundo acto ha contado con gran protagonismo Alfredo, cantado por el tenor americano de origen mexicano René Barbera, como antagonista perfecto en el papel del machista, y que ha realizado una celebrada interpretación a juzgar por los aplausos del público tanto durante su intervención como al final.
Este segundo acto, trasladado nuevamente a una fiesta en un palacete, ha dado un giro hacia la humillación y la tristeza de los enamorados, en una pendiente irremediable hacia lo trágico en el tercer acto. En esta tercera parte, la muerte de Violetta y su negro camisón han teñido de oscuridad y pesar el escenario, enmudeciendo al público, pese al brillo de su voz, zanjando así un amor lleno de vitalidad ante la irremediable parca.
MUJER EJECUTIVA
Mención aparte ha merecido el vestuario diseñado por el prestigioso Ulises Mérida: moderno y también con vocación contemporánea, que ha situado a Violetta en los pantalones de una mujer ejecutiva, y a sus compañeros de fiesta como extras de un videoclip de moda, gafas de sol incluidas, todo ello orientado a una lectura moderna de la clásica ópera.
Precisamente, el feminismo de la pieza está guiado por Carme Portaceli -amiga y maestra de Azorín- y también por la baronesa y escritora francesa George Sand de la que se ha proyectado alguna frase -que para acceder a la intelectualidad de su época se tenía que vestir de hombre y ponerse pantalones-, algo que ha quedado plasmado en la propuesta.
También destacable, la escenografía ha estado integrada por una gran plataforma de diez metros, que se ha ido elevando hasta convertirse en una pared y que ha representado arriba el mundo de los deseos, y abajo, el de la realidad; en esta plataforma han hecho desfilado acróbatas con números aéreos.
El estreno de Azorín ha sido una de las jornadas grandes del festival, y ha contado con la asistencia de la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga; el director musical del Gran Teatre del Liceu, Josep Pons, y Fernando Ceron, del Inaem.