31/10/2014 |
Programa: Donizetti: lucia di Lammemoor
Lloc i dia:Teatre de La Farándula de Sabadell. 29-10-2014.
Saioa Hernández (Lucia), Albert Casals (Edgardo), Ismael Pons (Lord Enrico), Xavier Aguilar (Raimondo), Carles Ortiz (Normanno), Mercedes Gancedo (Alisa), Marc Sala (Lord Arturo). Coro AAOS. OSV. Pau Monterde, director de escena. Daniel Martínez Gil de Tejada, director musical.
El pasado miércoles levantó telón la nueva temporada de los Amics de l’Ópera de Sabadell con uno de esos títulos manidos de tópicos de una época, de un modelo operístico muy limitado que sólo es soportable por determinados números musicales. Por ello si la labor escénica no es altamente imaginativa su representación deja una sensación soporífera. Lo intentó Pau Monterde conjugando un vestuario cercano a lo decimonónico (si bien el coro masculino parecían domadores de feria) con una escenografía algo intemporal y creando varios espacios que evitaron ralentizar los cambios de cuadro, así como las habitualmente torpes entradas y salidas del coro.
Su mejor baza fue la lectura de la obra como ejemplo del maltrato a la mujer en un mundo patriarcal y dominado por lo masculino, así como el trabajo dramático de los cantantes. Dentro de lo convencional, resultó poco creíble la muerte por ahogo de Edgardo y quizá Lucia podría haberse apuñalado reforzando la tesis de la propuesta escénica. En eso Saioa Hernández realizó una excelente prestación en su aria de la locura del último acto que nos recordó a participaciones de artistas como Patricia Ciofi incluso en algunas de las variaciones de, por ejemplo, la repetición de la cabaletta. Su timbre denso, penetrante y su convincente dicción redondearon una Lucia imperiosa y sufriente, dulce y enamorada a la que, no obstante, en lo vocal hay que achacarle numerosas notas caladas y escasa variabilidad dinámica, de sfumature y notas picadas no del todo pulcras.
A Ismael Pons los papeles de malo como barítono lírico le caen que ni pintados. Cierto es que pertenece a la vieja escuela en que los movimientos escénicos transitan por el estereotipo y que los pequeños accidentes de su escritura (moderntes, grupetti) son solventados con ligeros atropellos en el ataque o la articulación pero sigue manteniendo el aplomo, la anchura y la nervadura para roles de autoridad y veteranía como el de Enrico. Por su parte, Albert Casals se revela como un lírico-ligero que ha ganado cuerpo a pesar de haber perdido algo de esa redondez y hermosura tímbrica que le caracterizaba especialmente el centro. Sir Edgardo le exige un plus de volumen que logrará con los años y unas agilidades que siguen por pulir pero el fraseo y la intención de acentos revelaron astucia, gusto y trabajo (legato y sfumature) a los que un toque de claroscuro a lo Bergonzi o un Kraus convertirán este rol en una de sus mejores bazas. Su escena final fue excelente.
Xavier Aguilar debutó un papel serio con suficiente entidad aunque ha de madurar. En lo escénico le faltó autoridad y en cuanto a movimientos y porte vimos sombras de sus anteriores apariciones cómicas y semiserias. En lo vocal ha de trabajar el llamado vibratto vocal y redondear el timbre. Tiene fraseo y mordente –para llenar el espacio independientemente del volumen- pero está muy pendiente de la música. Con todo, su progresión es evidente y puede sumarse su nombre a la larga lista de los aciertos y oportunidades que Mirna Lacambra. Su aria “Quel cessate quel contento!” dejó uno de los momentos logrados de la noche con un coro muy bien trabajado.
El coro, salvo las intervenciones inicial y final (escena de Lord Enrico y escena final de Sir Egdardo) de las cuerdas masculinas, tuvo una participación lograda incluso sin perderse en la stretta del acto II. Por su parte la orquesta inició la obra desconcentrada y desconcertada pero la acabó con energía, un plus de brillantez no siempre logrado y meritorias aportaciones individuales como las de la arpa y la flauta bajo la batuta de Daniel M. Gil de Tejada. A pesar de ciertas irregularidades, a partir del “Chi mi frena in tal momento” hasta el final de la obra la función fue a más.
Desigualdad en los comprimarios: muy correcto el Lord Arturo de Marc Sala con un fraseo de alta calidad a pesar de un timbre insulso, nasal y un volumen limitadísimo; lo contrario del Normanno de Carlos Ortiz muy destimbrado y con uno italiano perfectible; mientras que a Mercedes Gancedo (Alisa) la esperamos en otro rol puesto que éste apenas da para algo. En resumen, aplaudimos la producción y encomiamos a su asistencia. Pero, por favor, los próximos Donizetti que sean los de la trilogía Tudor, de Lucrezia Borgia o La Favorita por citar los títulos que Sabadell puede ofrecer.