6/10/2014 |
Programa: Scriabin, Chaikovsky, Strauss
Lloc i dia:L'Auditori
L'Auditori, 4 de octubre de 2014
Obras de A.Skriabin, P.I.Chaikovski y R.Strauss
Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya
Benjamin Schmid, violin
Pablo González, director
La OBC arriesgó en este concierto inaugural con un repertorio ambicioso y extremadamente exigente que fue resuelto encomiablemente. Dejando al margen el popular y siempre agradecido Concierto para violin en re mayor op.35 de Chaikovski, las dos obras restantes merecían, por su fuerza e intensidad, ser las protagonistas del programa. Presumiblemente por su duración moderada, el Poema del éxtasis, op. 4., de Skriabin se interpretó primero, cediendo el lugar de honor al más largo y no menos impactante Así hablo Zaratustra, op. 30, de Richard Strauss. La presencia de una obra tan interesante e infrecuente como el Poema del éxtasis es un gran acierto de la programación de esta temporada. Seguramente no es un hecho casual, puesto que en 2015 se cumplirán los cien años de la muerte del compositor ruso. Ojala se trate solo del aperitivo y tengamos la oportunidad de escuchar el resto de su obra sinfónica durante las próximas temporadas.
Pablo González estuvo muy eficaz e inspirado en este primer concierto de la que será su última temporada con la OBC, la cual se nota que ha vuelto en buena forma del verano y de su reciente gira en Bratislava. Su versión de la obra de Scriabin en ningún modo fue rutinaria, como suelen ser las primeras obras de los programas. Pero las mayores dosis de fogosidad fueron reservadas para Strauss. El inicio fue impactante, con unas dinámicas muy bien planteadas y un sonido suntuoso. A partir de ese momento la obra fue un torrente de emoción que solo decayó en algunos de los pasajes más meditativos y en los solos del concertino, correctísimos pero algo faltos de entusiasmo. Una ligerísima desafinación entre las flautas no consiguió deslucir el final de tan compleja y estremecedora obra.
La única decepción del concierto fue el solista Benjamin Schmid, quien interpretó el celebérrimo Concierto para violín de Chaikovski. Dado que el pasado abril Janine Jansen ofreció una versión de absoluta referencia de la misma obra, hubiera sido prudente que Schmid escogiera otro concierto para su lucimiento. Las comparaciones pueden ser odiosas pero también inevitables y, en este caso, muy perjudiciales para el virtuoso austriaco. Su interpretación fue académica, centrada en un virtuosismo que en algunos momentos se antojaba apurado, con un fraseo no siempre preciso. La absoluta corrección no cedió el paso en ningún momento a la emoción, aunque Schmid se moviera con gran pasión. Pero si la interpretación está siempre sujeta a criterios subjetivos -todos ellos válidos siempre que no contradigan al espíritu de la obra- el sonido de Schmid no resistía comparación con los solistas de la orquesta en los numerosos fragmentos concertados de la obra. El sonido estrecho, áspero y a veces casi desgarrado de su Stradivarius [1] quedaba en evidencia frente al timbre insultantemente rico del clarinete (inmenso Josep Fuster) o a la densa calidez de la flauta. La orquesta acompañó magníficamente a Schmid, sin tomar nunca el protagonismo como es menester en estos casos, pero tampoco sin renunciar a la musicalidad. A eso hay que añadir el admirable estado de la orquesta y sus solistas, que auguran una temporada llena de éxitos para ellos. Así lo deseamos.
Esteban Rey
[1] Hoy día cualquier solista que se precie se presenta con un Stradivarius, ya sea de propiedad o prestado por alguna fundación o mecenas. Desgraciadamente esto no siempre favorece al músico, como demuestran los últimos experimentos que comparan los míticos Stradivari con instrumentos modernos. Para un resumen de los experimentos en castellano ver, por ejemplo: http://www.huffingtonpost.es/