17/3/2014 |
Lloc i dia:L'Auditori de Barcelona, 14 de marzo de 2014
Orquestra Simfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC)Obras de Stravinsky (Concierto en Re mayor para orquesta de cuerda, La consagración de la primavera) y Mozart (conciertos para violín y orquesta números 3 y 4).Frank Peter Zimmermann, violín. Pablo González, director.
Hay quien piensa que la fuerza de la mítica grabación de La Consagración que Bernstein hiciera en 1958 radica en la exageración de las dinámicas y los contrastes. Puede ser que en disco haya que usar esa treta para compensar la mayor familiaridad del público actual con las disonancias y los ritmos complejos que sin duda sorprendieron al público allá en 1913. Pero encima de un escenario su necesidad es cuestionable. En vivo la obra de Stravinsky funciona bien, basta con seguir fielmente la partitura, puesto que allí todo está calculado al milímetro. La versión de Pablo González, más que correcta en la ejecución, pecó de exceso de decibelios, ahogando parte de los contrastes dinámicos y del rico contrapunto rítmico en su afán por impactar -o quizás hasta despeinar- al público. Y es que, como cualquier músico sabe bien, para que un pasaje en forte tenga significado tiene que haber, antes o después, alguno en piano.
Sorprendían los numerosos solistas invitados para la ocasión. Incluso el solo de fagot, uno de los más famosos del repertorio, fue confiado a un solista invitado, que lo interpretó con una emotividad excesiva para una obra deliberadamente deshumanizada. Al final triunfó la música de Stravinsky, como no podía ser de otro modo, pero dejando la sensación que la partitura ofrece más de lo que se escuchó.
Menos aplaudido pero mejor servido fue el Concierto en Re mayor del mismo Stravinsky que abría el concierto. La orquesta, reducida a un modesto número de cuerdas, mostró un compacto y bello sonido en una nada fácil partitura. Aquí si, las dinámicas respondían a un planteamiento musical y no puramente efectista.
Entre las dos obras del compositor ruso, Frank Peter Zimmermann nos deleitó con sendos conciertos de Mozart. El arte del violinista alemán se basa en un dominio absoluto del arco, lo que significa un sonido bellísimo, generoso y luminoso. La perfecta afinación e impecable articulación de las notas le permitió desgranar con elegante transparencia las melodías del austríaco, a pesar del demasiado presente y amplio vibrado. Cabe destacar el tercer movimiento de ambos conciertos, en especial del número cuatro, donde la concertino invitada le acompañó deliciosamente en la parte central del movimiento. Muy equilibrada y conjuntada la orquesta, para la que sin duda el Concierto en Re mayor recién interpretado fue un excelente calentamiento.