El Don Giovanni de Mozart a l'Espai Moma de València
Ópera cercana
16/4/2004 |
Don Giovanni
De Mozart. Con Josep M. Ramón, Isabel Monar, José Ferrero, Mª José Martos, Carlos López, Augusto Val, Pilar Moral, Arno Weinländer. Orquesta Sinfónica de Valencia. Director musical: Joan Cerveró. Director de escena: Carles Alfaro. Espai Moma. Valencia, 14 de abril.
Siguiendo la trayectoria del Cosí fan tutte de 2002, esta producción del Institut Valencià de la Música apuesta por una ópera accesible y cercana. A saber: instrumentistas y cantantes locales, aunque algunos se muevan ya en circuitos más amplios, escenografía sencilla y apertura del género a espacios que faciliten su acceso a un público nuevo. Planteamiento todo él impecable, sin duda, aunque no todas sus concreciones resulten, como es lógico, igualmente conseguidas.
La escenografía de Carles Alfaro fue radicalmente escueta: una base escalonada en negro charolado, y una pantalla de fondo donde se proyectan colores diversos. Funcionó con corrección porque proporcionó un cierto andamiaje en el primer acto. En el segundo, sin embargo, al espectador que no conociera previamente la historia se le hurtaron elementos tan básicos como la ubicación del tercer cuadro en un cementerio, o del quinto en el palacio de Don Giovanni. No es necesario recurrir al cartón-piedra, pero hay veces que se requiere una contextualización más precisa, porque ilumina aspectos esenciales de la trama y, con ellos, el flujo global y el sentido del acontecer dramático.
Claro está que dicho sentido, en el caso de la ópera, no sólo depende de la escenografía, y tanto los cantantes como la orquesta deben tener claro el trayecto a seguir. La música de este mozart se decanta más hacia el drama que a la comedia. Sólo tres personajes (Leporello, Zerlina y Masetto) se sitúan propiamente en el terreno de la ópera bufa. El compositor confirió al resto un aliento intensamente trágico, que va configurándose desde las premoniciones de la obertura hasta un final donde el seductor es arrastrado al infierno, tras su obcecada negación a arrepentirse. Ese trayecto dramático fue muy bien diseñado por Mozart, pero ni la orquesta ni la estrategia escénica supieron reproducirlo como corresponde.
Las voces fueron, sin duda, lo mejor del espectáculo. Alumnos, casi todos ellos, de Ana Luisa Chova, demostraron un bagaje que les permite asumir dignamente roles tan difíciles como éstos. Josep Miquel Ramón hizo un Don Giovanni muy creíble, ni malo ni bueno, engolfado en su propio mito y dispuesto a condenarse antes que dar su brazo a torcer. Leporello, Zerlina y Masetto quedaron dibujados con colores simpáticos y terrenales. Donna Anna fue plasmada por Isabel Monar con los firmes recursos vocales que el personaje exige, mientras que Don Ottavio hubiera requerido, probablemente, una voz más ligera. A Donna Elvira se la retrató desde un ángulo demasiado cómico (el de la pesada aguafiestas), pero logró recuperar al personaje en su aria más dramática (Mi tradì, quell'alma ingrata). Por último, la voz rotunda del Commendatore situó la historia en el punto sin retorno donde el protagonista pagará cara su última bravata.
Rosa Solà
El País