Un gran espectáculo fue el que envolvió esta reposición de la raramente programada ópera de juventud de Mozart "Lucio Silla", una aportación de Claus Guth al nivel de otros de sus aplaudidos montajes aquí presentados, como su "Ariane et Barbe-bleue": un aparato escenográfico espectacular (de Christian Schmidt) que daba la impresión de que el tirano viviera en las mismas catacumbas-alcantarillas del proscrito héroe, permitió ir desgranando una a una las pasiones de unos personajes magistralmente dibujados por Guth y por los excepcionales intérpretes con los que contó, comenzando por ese Silla-Hamlet que un gran Kurt Streit trazó con mano y voz prodigiosas, moviéndose siempre con convicción y cantando con el alma.
Un canto honesto y una actuación dramática increíble fueron también las características del trabajo de la soprano Patricia Petibon, dándolo siempre todo y mostrando hasta los límites de su control de fiato y de la coloratura, pero entregándose al máximo. Quien no enseñó nunca sus límites fue una Silvia Tro Santafé en estado de gracia, ofreciendo un Cecilio de esmalte cremoso y nacarado, con un canto límpido y extrovertido cumpliendo hasta con sus coreografías de manera perfecta. El imposible papel de Cinna fue defendido con honor por Inga Kalna, mientras Ofèlia Sala aportaba una Celia dulce y mimada, pero decidida, completando el reparto el correcto Aufidio de Antonio Lozano, quien al menos pudo lucirse en un aria.
Extrema dificultad
Ópera de extrema dificultad técnica para los solistas, Guth ayudó a la lectura de la trama e incluso se deleitó ilustrando las arias y exigiéndole a sus cantantes proezas malabares, pero todo pareció cuadrar dentro de las personalidades propuestas gracias al virtuosismo de los solistas con los que contaba. Todo este prodigio teatral contó con un sustento de oro en el podio: la batuta inmaculada, activa, atenta y siempre mensurada de un Harry Bicket cargado de ideas ante la complicidad de un Coro del Liceo en espléndido estado (dirigido por José Luis Basso) y a una reducida Simfònica liceísta que aportó lo mejor de sí.
La obra llegó dedicada al 25º aniversario de Amics del Liceu y enmarcada en las actividades del Festival de Música Antigua de Barcelona que desde esta edición cuenta con la complicidad de todas las entidades públicas que programan música en la capital catalana.