18/3/2013 |
Programa: Obras de Wagner y Daugherty
Lloc i dia:L'Auditori de Barcelona. 17 de marzo de 2013
Gratiniano Murcia, timpanista. Banda Municipal de Barcelona. Brotons, director.
Aforo: 2200 Asistencia:70%
Programas de domingo por la tarde con reclamos como el de Wagner tienen el éxito asegurado. Así lo corroboró la undécima sesión de la temporada de la Banda Municipal de Barcelona. Una orquesta que, recordémoslo, ha sabido recuperar y renovar su público tras la apuesta institucional del último lustro, el albergue de L’Auditori como sede y el nombramiento de Salvador Brotons como titular por la misma época.
Lo significativo del concierto no fue un Wagner mejor tocado que otros programas y la entrega característica de Brotons vehiculando la espectacularidad y el potencial del Amanecer y viaje de Siegfried por el Rin o la Trauermarsch, o la emotividad y pulcritud del final del Ocaso de los dioses. Lo importante fueron otros dos aspectos. El primero se debió a la cooperación entre músicos profesionales y estudiantes del ESMUC que reforzaron la plantilla en una enriquecedora sinergia que evidenció el satisfactorio nivel de la enseñanza instrumental en estos tiempos de castración económica en cultura y educación. El otro punto de interés recayó en Gratiniano Murcia como solista, uno de los grandes músicos españoles, ahora titular de timbal en la orquestra de la Comunidad Valenciana, tras una loada trayectoria en la OBC. Cabria citar también la programación de un concierto para timbales y banda como Raise the Roof de Michael Daugherty (1954), pero el repaso a la amplísima variedad de compositores americanos y contemporáneos que la BMB interpreta regularmente no justifican un supuesto asombro.
Raise the Roof (2003) gusta por su riqueza rítmica (desde el jazz a la poliritmia) y tímbrica (explícitamente en su transcripción para banda datada de 2007) en el conjunto instrumental y en el solista con efectos como el redoble inicial en un plato encima del timbal mayor, percusión con las manos o la variedad de baquetas. Su desarrollo explosivo asume la huella de Adams y Bernstein en lo estético. Es más un movimiento sinfónico con abundante timbal y algunos pasajes virtuosísticos que un concierto para solista. Claro que el concepto actual de concierto y la combinación de lo rítmico y lo dialéctico del timbal en el desarrollo sinfónico plantean cuestiones que tienden a la hibridación y menos a la concreción. Aún así la obra es sugestiva y no cae en lo gratuito del efecto sonoro y visual –no hay excesivos cruces de brazos, ni abuso de sforzandi- ni sonoro. Busca una organización rítmica, melódica y harmónica del timbal en un discurso que, sin perder su direccionalidad, juega con una aparente y puntual carácter improvisador. A su vez, sabe equilibrar la dificultad técnica asociada a la idea de valor estético con unos resultados que no son farragosos y en los que músicos como Gratiniano Murcia logran un reconocimiento y aplauso rara vez obtenido. Su coordinación, el gusto por tocar sin abuso de fuerza y la regularidad en la articulación son cualidades que visual y técnicamente le facilitaron los pasajes más complejos. La flexibilidad (¡qué juego de muñecas!) de su gesto elegante, sin aspavientos y relajado, le permitieron ofrecer una versión temperada, distante de ejecuciones más proteicas y retumbantes. Fue un placer comprobar que la modernidad de la escuela de timbal es una normalidad y que como buen músico y profesor induce al disfrute y al aprendizaje.