15/2/2012 |
Programa: Verdi: Aida
Lloc i dia:Teatre de la Faràndula de Sabadell. 15-2-2012
Yannick-Muriel Noah, soprano. Ji Myung Hoon, tenor. Laura Vila, mezzosoprano. Ismael Pons, barítono. Iván García, bajo. Eugènia Montenegro, soprano. Coro AAOS. OSV. Elio Orciuolo, director. Carles Ortiz, director escena.bsp;
Aforo: 1200 Asistencia: 90 %
Aida no es una gran ópera de corte convencional al estilo francés del siglo XIX. Es una ópera estática, con poco desarrollo psicológico de los personajes y con una orquesta mucho más atenta al detalle y a la combinación tímbrica que la mayoría de los títulos precedentes de Verdi. Es una extraordinaria música de cámara con momentos visionarios y refinada. Por esto se temía una función con desajustes y escasa enjundia escénica y vocal en las funciones de los Amics de la Ópera de Sabadell. Pero fueron precisamente las cualidades de este título las que facilitaron el éxito de la propuesta.
El montaje
Dentro de sus cada vez más limitadas posibilidades económicas, la entidad ha solucionado la propuesta despojándola de los estándares de grandilocuencia. La ha unificado con los medios habituales pero efectivos: buena iluminación de Nani Valls; estética basada en el rojo, negro y blanco; escalinatas móviles como marco escénico fundamental y telones transparentes con arquitecturas y esculturas egipcíacas dibujadas a modo de señuelo ambiental. Es la habilidad de Carles Ortiz y Jordi Golobart lo que da cierto juego: reducción del movimiento del segundo cuadro del acto II en una recepción palaciega a puerta cerrada y no con la pompa procesional de un espacio abierto. Ello contribuye a una visión alternativa, nada pretenciosa en una Aida no intimista, pero sí recatada aunque demasiado frontal.
Coro y orquesta
Por su parte el coro tuvo una muy buena actuación –puntuales desajustes en entradas y cohesión-, especialmente en los pasajes a capella masculino durante el juicio a Radamés del cuarto acto y el concertante del Acto II. Cabe, pues, felicitar al director Gil de Tejada por la preparación de la formación en un título donde el coro es fundamental. La OSV cumplió bajo la batuta de Elio Orciuolo, habitual de la casa en títulos verdianos. En los méritos cabe citar las maderas; en los deméritos un floja cuerda y desastroso acompañamiento del primer violín en el cuarto acto, en una obra en que la minuciosidad orquestal exige un sobreesfuerzo. Es de agradecer la incorporación del ballet.
El trío protagonista
Yannick – Muriel (Aida) es una voz potente que empezó dubitativa y algo calante su actuación. Su proyección fue ocasionalmente engolada con lo que la orquesta la tapó pero satisfizo en un fraseo limpio y sutil en su aria “Patria mía” y en el dúo final con el tenor. Momentos encomiables y de gran hermosura, levemente enturbiados por murmullos entre bambalinas (Ritorna vincitor) y toses entre el público.
El tenor coreano Ji Myung Hoon es una voz lírica adecuada a roles de menor empuje. Resolvió bien el registro agudo de su Radamés aunque en el centro y en la zona de pasaje se resintió de una colocación insegura. Se defendió en su difícil aria de salida “Celeste Aida” pero su escasa prestación escénica disminuyó con creces sus méritos, lo que sumado al vestuario parecía más un ninja que un enamorado jefe militar.
La revelación de la noche fue Laura Vila: una Amneris vocalmente poderosa, muy trabajada, segura en todo el registro y con un potencial escénico latente aunque inmaduro. Recordada de anteriores participaciones su evolución es innegable y es una recompensa a la apuesta de Mirna Lacambra por las voces de casa: un muy buen debut para un rol de esta envergadura que, aunque no vaya a ser uno de sus caballos de batalla, le permite dar un paso importante como solista.
Comprimarios de calidad
Rotundo el Ramfis de Iván García en amplitud y volumen vocal, a la par que Marc Pujol como Re y Ismael Pons como Amonasro. Correctos los comprimarios, sobresaliendo la sacerdotisa de Eugènia Montenegro, otro de los diamantes de esta cantera vocal sabadellense y que cada temporada apunta más a una prometedora trayectoria como solista.
¿Méritos de esta Aida?
Los referidos y que, como se ha dicho desde esta publicación, Sabadell es la alternativa operística catalana. Una alternativa humilde que ofrece las oportunidades que el Liceo como institución ha negado en las últimas décadas en pro de un elitismo artístico y de los círculos viciosos de managers y agencias sobradamente conocidos.
Esta Aida, en sí misma, parte de una visión diferente porque no le queda opción a una entidad gestionada por músicos, por gente que ha pisado un escenario y ha vivido de la música. Porque en esta entidad no hay ladrones de guante blanco. No hay administradores señalados políticamente a dedo. Hay honestad, estrecheces económicas, calidad y experiencia artística que intenta lucir con un trabajo duro. Aspecto que no puede decirse del otro centro operístico.