10/3/2010 |
Programa: La fille du régimen, de Gaetano Donizetti
Lloc i dia:Gran Teatre del Liceu
La fille du régimen Autores: Gaetano Donizetti, sobre libreto de Jules-Henri Vernoy de Saint-Georges y Jean-François-Alfred Bayard. Intérpretes: Patrizia Cioffi, Juan Diego Flórez, Victoria Livingood, Pietro Spagnoli, Alex Sanmartí, Arnau Vilardebò, Josep Ribot, José Luis Casanova, Ángel Pavlovsky. Coro y Orquestra del Gran Teatre del Liceu. Director del coro: José Luis Basso. Director musical: Yves Abel. Producción: G.T. del Liceu, sobre la coproducción del Metropolitan de N.York, el Covent Garden de Londres y la Staatsoper de Viena.
Dirección de escena y vestuario: Laurent Pélly.
Escenografía: Chantal Thomas. Luces: Joël Adam. Coreografía:L.Scozzi.
Contundente fue el lleno del Liceu en la función del domingo, primera de la anunciada Fille du régiment de Donizetti con las figuras estelares de Juan Diego Flórez y Patrizia Cioffi. Dígase lo que se diga, nuestro público sigue totalmente adicto a las voces de gran calidad, y como éstas no abundan, el espectador acude en masa cuando intuye que habrá goce vocal servido por figuras de relieve.
Ya hace más de un siglo que Saint-Saëns dijo del público barcelonés: "Ils aiment trop le ténor" ("Les gusta demasiado el tenor"), pero está justificado cuando el tenor es de la talla de Juan Diego Flórez, perfecto en todo momento y no sólo por su modo de abordar los sobreagudos que desde hace unos años han devuelto esta ópera al repertorio de todos los teatros importantes, sino por su gusto en el canto, su fraseo perfecto, inmaculado, en todas sus intervenciones y muy especialmente en su aria final "Pour me rapprocher de Marie", cantada con una maestría y un certero trabajo vocal con sentimiento intenso de emotiva veracidad como el que el naciente Romanticismo exigía en las óperas cómicas por muy graciosas que fueran las situaciones del drama.
Pero, naturalmente, la proeza de soltar los nueve do sobreagudos de "Pour mon âme", sin vacilar, todos perfectos –la voz no es muy grande, pero suena con homogeneidad y un timbre hermoso, era algo que desencadenó una inacabable ovación que Flórez nos agradeció con el inmenso bis de repetir la escena, con sus nueve dos igualmente bien colocados, tímbricamente intensos y con el último sobreagudo tan espectacular o más que la primera vez. Barcelona ha sido, pues, favorecida con este detalle por el tenor que sabe que tiene en su público unos "fans" ardorosos y convencidos.
Pero no fue únicamente el tenor el motivo de creciente entusiasmo del público: la Marie de Patrizia Cioffi, si empezó a un nivel meramente correcto en su primera entrada, fue rápidamente a más, se movió con toda la comicidad que la bien divulgada producción de Laurent Pélly tiene prevista para el papel de la "cantinera del regimiento" y encima nos ofreció momentos conmovedores como en su aria final del primer acto, "Il faut partir", y otros del más genuino estilo bufo, como su parodia de aria "de salón" del segundo acto. También la Cioffi fue repetidamente aclamada por los espectadores, tanto durante la función como a su término.
Pietro Spagnoli cumplió adecuadamente en el papel del paternal sargento Sulpice y se movió con habilidad; un poco burda, vocalmente, la mezzo norteamericana Victoria Livingood en su aria inicial, pero se situó bien en la comedia e hizo un segundo acto francamente bueno. Muy bien Àlex Sanmartí en el papel del criado Hortensius, y muy correctos los demás roles menores, sobre todo Josep Ribot como cabo, pero no podemos dejar sin mención la graciosa Duquesa de Krakentorp, un papel "cameo" que interpretó con gracia, "savoir faire" y sin pasarse, el popular cómico Ángel Pavlovsky, muy elegantemente vestido de aristócrata orgullosa y tiránica.
El coro cantó con satisfactoria entidad, moviéndose además con brío y soltura, y la orquesta, dirigida por el conocido maestro francés Yves Abel, abordó la obra con un tono algo ligero, sin duda enfocado a la recreación de una opéra-comique francesa. Éste fue asimismo el criterio de esta producción, que en algunos momentos produjo un atisbo de fatiga al incluir el texto francés hablado –habladísimo- revisado por Agathe Mélinand; algo de recorte hubiera sido tal vez más oportuno. El público aguardó en la sala las repetidas salidas a saludar de los artistas, manifestando constantemente su entusiasmo.